Al menos 100.000 personas han desaparecido en Japón desde los años 90 del siglo pasado. La razón de su 'evaporación' es la vergüenza sufrida por los fracasos vitales.
De acuerdo con el diario estadounidense The New York Post, esta masiva desaparición de gente está relacionada con la cultura del país asiático, que exagera la responsabilidad del individuo ante el colectivo y en la que el suicidio se considera la manera más digna de borrar la vergüenza propia y la de la familia.
Las masivas desapariciones tuvieron lugar en Japón en tres ocasiones: la primera, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la vergüenza nacional alcanzaba su máxima cota; y dos más después de las crisis financieras de 1989 y 2008.
La gente que un día tomó la decisión de abandonar a sus familias lo hizo por diversas razones: el divorcio, las deudas acumuladas e inabordables, la pérdida de un empleo o, simplemente, el fracaso en un examen.
Por grande que sea la vergüenza que motive a los nipones a desaparecer, nunca será tan dolorosa como el efecto bumerán y el dolor que se traslada a las familias.
"Debes cortar la uña que sobresale respecto a las otras", dice un proverbio del país asiático.
De manera muy clara explica por qué desaparecer es la única manera de encontrar la libertad para aquellas personas que no pueden adaptarse a las estrictas normas de la cultura nipona.
Según escribe la periodista francesa Lena Mauger, citada por el diario neoyorquino, la ciudad de Sanya, que no se encuentra en ningún mapa del mundo y que técnicamente no existe, es un perfecto refugio para toda esta gente.
Efectivamente, Sanya es un distrito de Tokio donde todos los empleos trabajan para la mafia japonesa, conocida como 'yakuza', que siempre está buscando mano de obra barata.
Además de eso, la economía sumergida del país asiático contribuye a que algunos nipones deseen desaparecer para siempre, asegura The New York Post.