Hoy la asamblea en manos de la derecha externa presentará el informe de las presuntas actividades ilícitas del Ministro Rafael Ramírez.
Nosotros pensamos que el ataque a Ramírez es grave y merece estudio por parte de los chavistas.
Veamos.
Es un error como se ha actuado hasta ahora: el problema no es jurídico, es político, es parte de la batalla entre Socialismo y capitalismo, y tiene sus raíces más profundas en el magnicidio del Comandante Chávez.
Es desde allí que se debe estudiar el ataque de hoy.
Verlo aislado, como algo que sólo compete al Ministro, sin ubicarlo en la historia, en la confrontación principal, es despojarlo de la fuerza de los principios ideológicos, del vigor de las diferencias estratégicas.
Luego del asesinato de Chávez la dirigencia escogió el camino de la socialdemocracia, abandonó el campo revolucionario y se desentendió del magnicidio, lo convirtió en una mera pérdida familiar.
En ese camino convergieron la derecha interna y la derecha externa, el gobierno y la mud, ellos tienen los mismos intereses: el capitalismo y aplastar al Socialismo, al Chávez revolucionario.
En esa confrontación, los chavistas, sus dirigentes, su masa no han participado, se inhibieron.
Por variadas razones, dejaron que las derechas se apoderaran de la política, se dejaron arrastrar al campo enemigo, no plantaron cara a la traición.
Unos se atrincheraron en luchas parciales meritorias e insuficientes, pelearon por el Arco Minero, Generales perdidos en batallas subalternas; otros aceptaron el ostracismo; aquellos se hicieron los tontos y se anestesiaron con luchas en la superficie contra dirigentes de la mud pero no contra la restauración que se nos venía encima; los menos protestaron pero con tal debilidad que tuvieron que regresar a sus posiciones erróneas.
Todos aceptaron, primero la falsificación de Plan de la Patria, luego la entrega a los capitalistas, la reversión de la política económica de Chávez, la entrega de la soberanía petrolera y ahora ciegos frente a la grosería de festejar junto a cisneros los negocios comunes, convertir a Miraflores en covacha de empresarios.
En el pacto, el capitalismo como el diablo exige cada vez un poco más, el gobierno lo ha cedido todo, lo material y lo espiritual, pero satanás no se sacia, quiere borrar cualquier recuerdo amoroso del Comandante Chávez, aplastar la osadía de haber hablado de Socialismo.
Satanás les pidió a los gobernantes abjurar del Socialismo y lo hicieron, hablaron de las bondades del capitalismo, los ministros se arrodillaron frente a la burguesía.
Mefistófeles les pidió incluir en el gobierno a los empresarios y lo hicieron.
Y aún lucifer no está satisfecho, teme las posibilidades de retoñar el Chavismo, es necesario arrasarlo hasta en sus ocurrencias futuras, y los gobernantes lo complacen, arrinconan a todos los líderes, los dejan solos, o se pliegan humillados o son barridos, y algunos ni eso, deben desaparecer.
Uno a uno los líderes históricos se van diluyendo junto con la gesta del 4 de febrero negada en la mesa de diálogo que debía llamarse mesa de claudicación, de armisticio, de entierro del sueño del Comandante, mesa de su segundo asesinato.
Una pregunta cabe, una perplejidad es propicia, ¿por qué no reaccionan los chavistas?
Los obreros petroleros se distraen en sus elecciones mezquinas, regresan al economicismo entreguista, los dirigentes callan cada vez que se ataca a un histórico, otros dejan hacer, piensan que así habrá más chance para ellos surgir.
Los dirigentes no responden, los programas de televisión son alcahuetes, los pocos que escriben sólo adulan y se contorsionan para aprobar los disparates de la entrega.
La traición avanza, ya la cuarta está instalada en Miraflores.
El combate que debían dar lo olvidaron, se desatendieron del ejemplo de Fabricio, que reaccionó cuando entregaron la posibilidad del 23 de Enero del 58, negaron a Chávez antes de que un gallo cantara tres veces.
El Ministro Ramírez, justo es decirlo, no ha dado el combate que le corresponde.
El ataque que hoy sufre sólo tiene una defensa: luchar por el Socialismo, denunciar la entrega del legado de Chávez, ponerse al frente de la recuperación del sueño, asumir su papel de líder, elevarse en toda su grandeza de dirigente histórico del Chavismo, de oficial superior al lado de Chávez.
Enfrentar con el ejemplo, con su historia de entrega desde muchacho a la Revolución a riesgo de su propia vida, conducta no compatible con un busca fortuna.
Retar con su ejemplo y el de sus padres, Titanes de la causa de la redención de los humildes, a esos ataque de la derecha de la asamblea que también son, por omisión, ataques de la derecha que hoy nos conduce.
Esa es la única defensa del Ministro, así se estará defendiendo y haciéndolo con todos los históricos, con la masa humilde. Cumpliendo con su deber de chavista, no olvidando el combate que le corresponde.
Entendiendo que su suerte, como la suerte de Chávez, de todos, es la misma suerte del Socialismo, que hoy más que nunca en lo social y lo individual es verdad la consigna "Socialismo o barbarie".