Pablo Gonzalez

Slobodan Milosevic, absuelto.II. Milosevic, la legalidad y el TPIY


Exoneración, absolución, no culpabilidad; son palabras o mejor dicho resultados procesales que nunca se produjeron durante el juicio que el Tribunal de la Haya mantuvo contra Slobodan Milosevic durante más de media década.

Tampoco la palabra culpable. Slobodan Milosevic murió como acusado, sin que pudiera demostrarse su culpabilidad en uno solo de la interminable lista de delitos que se le imputaban.

No fue condenado, extremo este que aceleró y endureció la condena de Radovan Karadzic.

Falleció en extrañas circunstancias.

 A pesar de las repetidas denuncias que hizo por el empeoramiento de su salud y de la nula eficacia del tratamiento médico que le suministraba el cuerpo forense de la Haya, la Corte no tomó medida alguna.

No sólo fue así, sino que dos semanas antes de su deceso, se le negó una petición para una intervención quirúrgica en Rusia.

Setenta y dos horas antes del fatal ataque cardiaco, el abogado de Slobodan Milosevic, entregó una carta del último Presidente de la República Socialista de Serbia al Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, en el que expresaba su temor a ser envenenado.

La autopsia posterior señaló indicios de rifampicina en su sangre, un medicamento que no se le prescribió de forma oficial durante su encarcelamiento y que podía haber contrarrestado los efectos de los fármacos que tomaba contra la presión alta.

A este respecto, el Dr Folche, jefe de los servicios médicos de la Haya, aceptando su ingesta, contestó que la toma de ese medicamento entraba dentro de la confidencialidad entre médico y paciente.

Hay un volumen importante de cables de WikiLeaks en los que se hacía referencia al preocupante estado de salud del dirigente yugoslavo.

Las recientes palabras del Emir y cabeza visible de la Presidencia de la Federación de Bosnia y Herzegovina, Bakir Izetbegovic (hijo del islamista destructor de la Bosnia Yugoslava Alija Izetbegovic) al respecto, como amenaza al líder serbo-bosnio Milorad Dodik por la convocatoria del referéndum de la república Srpska del pasado mes de septiembre, dejan poco margen para la imaginación:

“Acabarás como Gadafi, Sadam Hussein y Milosevic”

Tres líderes, tres muertes provocadas. 

Tres dirigentes de países multiétnicos de ascendente socialista, y laicos.

 Por supuesto a Bakir Izetbegovic no se le ocurre citar a Osama Ben Laden.

 Personaje que le merece el mayor de los respetos, fue un musulmán devoto y un personaje de gran trascendencia para la obtención de la independencia nacional bosnia.

En el párrafo 3460, página 1303 del Juicio contra Radovan Karadzic se escribe literalmente esto:

“No se han aportado las suficientes pruebas en este caso que encuentren a Slobodan Milosevic estuviera de acuerdo con el plan común de empresa criminal conjunta.

El presidente serbio se mostró contrario a la limpieza étnica en varias ocasiones, y defendía el encaje de bosnios- musulmanes y croatas dentro de Yugoslavia”

Naturalmente esta declaración no le exime de la pléyade de acusaciones ni restituye su buen nombre. Ni siquiera aporta nada nuevo, a lo ya recogido en la larga historia de desencuentros entre el líder de Belgrado y el serbo-bosnio.

 Tampoco borra la responsabilidad de sus decisiones y errores políticos que Milosevic cometió, las purgas entre los elementos más yugoslavitas del ejército, las posibles relaciones mafiosas, y contra su gente, dentro o fuera de Serbia y el trato dado a los refugiados serbios.

Pero no puede empeñar, ni relativizar la defensa de la legalidad internacional que esgrimió Slobodan Milosevic en todo momento. 

En ninguna de las negociaciones, con ninguno de los participantes, ante ningún bando, el líder socialista violó las leyes. 

Abogado de profesión y con una exagerada autoestima en sus dotes diplomáticas, firmó uno tras otro, todos los tratados impuestos por sus adversarios y la parcial Comunidad Internacional.

Su cumplimiento y observancia de las leyes fue tan escrupuloso como ignorado. Ni inspecciones de la ONU, ni la Cruz Roja, ni organizaciones humanitarias, medios de prensa, nacionales o extranjeros sufrieron persecución o violencias. 

Hecho que contrasta con la actitud del resto de beligerantes.

Yugoslavia se llenó de refugiados de origen albanés, macedonios, croatas y bosnio-musulmanes, lo hizo sin ayuda internacional y sometida a embargo y bloqueo.

 Este comportamiento y no los párrafos o edictos dan prueba de la inexistente campaña genocida serbia.

 Que la tercera ciudad serbia ,Nis tuviera un campo de refugiados de todos los orígenes y etnias, y que en la misma capital, los bosnio-musulmanes fueran mejor recibidos que los serbobosnios a quienes se les acusaba del embargo, de la guerra y de todos los males, da una muestra de la completa manipulación, desinformación y oprobio con la que se cubrió la destrucción de Yugoslavia.

Durante las masacres de Srebrenica, la cruz roja Yugoslava situada en la cercana frontera serbia auxilió y acogió a miles de musulmanes, entre ellos a un batallón de soldados musulmanes huidos.

Supongo que esta información recogida por Cruz Roja Internacional no se considera negacionismo de genocidio.

Aunque fue la policía serbia quien detuvo a Slobodan Milosevic, a cambio de un crédito estadounidense a fondo perdido de 50 millones de dólares, se privó al pueblo y justicia serbio juzgarlo.

Si bien, habrá una tercera parte, en la que hablaré brevemente sobre el referéndum de la república Srpska, las elecciones bosnias y la enemistad y traiciones que sufrió en el bando serbo-bosnio por parte de Belgrado, no quiero terminar sin subrayar que el esmerado respeto por la legalidad de Slobodan Milosevic no tuvo su contrapartida.

El resultado final de la guerra civil yugoslava es la prueba más evidente.

“Yugoslavia debe ser una federación democrática, un Estado federal y no una confederación, una Unión de estados.

Una unión de estados significaría ante todo la desaparición, la supresión de Yugoslavia.

Pondría en peligro, los intereses vitales de los pueblos que viven allí, especialmente de los que viven en varías de las repúblicas actuales y que tienen interés económico, político, nacional, cultural e histórico en permanecer juntos.

“Una Federación democrática”. 30 de Mayo de 1991. Slobodan Milosevic. Presidente de Serbia ante la Asamblea Nacional Serbia”

https://diario-octubre.com/?p=81508

Related Posts

Subscribe Our Newsletter