(Sputnik) — La violencia sin control, la impunidad y la corrupción de las élites, se están conjugando en México para formar una "tormenta perfecta" que devastaría a México al final del mandato de Enrique Peña Nieto, dijo a Sputnik Nóvosti la investigadora Edna Jaime.
La fundadora y directora general del centro independiente de análisis México Evalúa, llega a esa conclusión al examinar los tres problemas más agudos en la vida pública de México, con base en más de 25 años de investigación en políticas públicas.
Esos tres males tejen cada día una realidad salpicada por escenas violentas, asesinatos, desapariciones de personas, robos, extorsiones, que quedan impunes en más de 95 por ciento —según cifras de la ONU—, se combinan con casos de corrupción revelados gracias a investigaciones de prensa.
"Hay un hilo conductor en esta crisis: una profunda debilidad institucional en el país", dice la autora del libro 'El acertijo de la legitimidad'.
Esa fragilidad explica el diagnóstico: "En México no tenemos las capacidades para combatir esos flagelos con energía, las instituciones carecen de condiciones para seguridad a los ciudadanos".
Este cuadro hace pronosticar que en el escenario hacia los comicios de julio de 2018 "se presente una sucesión conflictiva" en el poder presidencial y legislativo.
"No es remoto que se acompañe de otra crisis profunda, combinada con condiciones muy adversas en el exterior y que encaremos un punto de elevada vulnerabilidad que formen una tormenta perfecta", advierte Jaime.
La fragilidad del estado El país latinoamericano padece una "carencia de instancias jurídicas eficientes para llegar a la verdad de crímenes comunes, pero también de graves violaciones de los derechos humanos", por los cuales el país se ha colocado en el foco de la atención mundial.
"La fragilidad institucional permite, también, no solo el abuso de poder, desde los policías y fuerzas públicas del orden, sino el uso excesivo de la fuerza, el abuso de poder, el robo del erario, la maquinación de contratos para el beneficio personal y el control de la prensa", prosigue la académica con estudios y estancia académicas en EEUU. Jaime, quien participó en el proyecto México 2025, en el libro 'Futuro para todos' y en la construcción de un índice de víctimas visibles e invisibles, con 25 indicadores, lamenta que a partir de la primera alternancia en el poder del México moderno en el año 2000, "no hubo una transición democrática completa".
Ese proceso fallido tras la primera derrota en siete décadas de régimen autoritario y presidencialista del Partido Revolucionario Institucional (PRI), explica que tras el retorno al poder con Peña Nieto, en 2012, existe en el país "una profunda vulnerabilidad institucional, que permite una grado extremo de violencia, turbulencia y conflictividad social sin precedentes".
El análisis de la ausencia de un estado de derecho pleno, la degradación de la seguridad, la injusticia y el saqueo de fondos públicos sin solución "son los ingredientes para una tormenta perfecta que amenaza con fuerza al estado mexicano y sus instituciones", dice la experta.
Ese cuadro se agrava porque las debilitadas instituciones del Estado mexicano están arrojando leña al fuego –prosigue–: "Vivimos en un proceso de descomposición profunda, pero también de ausencia de liderazgos preclaros". Imprudencia de las élites
La investigadora ha participado en el cabildeo de organismos ciudadanos para construir un nuevo Sistema Nacional Anticorrupción aprobado por el Congreso y recién promulgado por el mandatario este año.
A partir de su experiencia, Jaime saca una conclusión sobre la conducta de la clase política ante este diagnóstico dramático:
" No creo que haya mucha conciencia de la gravedad del diagnóstico ni de sus consecuencias", responde.
En los círculos del poder "no se quiere aceptar que hay una profunda crisis que se manifiesta de distintas maneras, al grado que el presidente dice en sus discursos que no se explica el malhumor social", ilustra la experta.
Esa expresión, "revela que en las esferas políticas de alto nivel no hay una comprensión cabal de lo que se vive en la sociedad, y se subestima con imprudencia la problemática".
Con altas dosis de cinismo político, la clase dirigente y sectores de la prensa han comenzado a jugar el entretenido juego ritual de la sucesión presidencial.
"Las élites ya están envueltas en ese juego de poder, lo cual hace más complicado el manejo de las problemáticas en desarrollo –afirma– y el presidente y su grupo de colaboradores no hacen nada por trazar una nueva estrategia ante la crisis".
El antecedente anterior más notable es la sucesión presidencial de 1994, en el violento final del mandato de Carlos Salinas, entre magnicidios, el estallido de la rebelión indígena en Chiapas y la crisis financiera.
Sin embargo, "son dos momentos muy diferentes, el México de Salinas era el de un país muy vertical, donde el aún presidente tenía algunos hilos del control político, que medianamente funcionaban", explica.
Hace tres décadas "hubo problemas que se salieron de control, como el levantamiento armado zapatista en Chiapas, que no se atendieron a tiempo y los asesinatos políticos sorprendieron, pero la verticalidad de la autoridad encaró la convulsión", explica.
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En contraste, "ahora el escenario es más complejo, existe más conflictividad y fragmentación política, desencanto social, y mucho más violencia criminal, con una presidencia que ha perdido los mecanismos de control político tradicionales", alerta la experta, fundadora del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC).
El escenario que se perfila al final del mandato de Peña Nieto es muy complicado: "Existen algunas válvulas de escape a la presión social, elecciones organizadas que son confiables; pero el cuadro puede ser agravado de forma impredecible, mientras el poder político llega fragmentado y deslegitimado".
En un entorno sin líderes atractivos para la ciudadanía, como muestran las encuestas, en el ámbito social se articulan diversas voces e iniciativas independientes, centros de investigación y acción social.
Ante esa emergencia las organizaciones ciudadanas construyen los pilares de sus refugios ante un desastre:
"Estado de derecho, contrapesos al abuso de poder, rendición de cuentas, implementación de las leyes de transparencia y el Sistema Nacional Anticorrupción", son un urgencia puntualiza.