Trump es un hombre que no quiere confrontación con Rusia sino hacer buenos negocios. Trump no ve a Putin como el demonio rojo.
A Trump le ha dado su ignorancia teórica algo que le hace falta a los grandes teóricos y los exhibidos políticos: sentido común. Y eso le viene haciendo falta a la nación estadounidense desde hace muchos años y que los hizo una gran nación.
Por Luciano Castro Barillas
Los rusos, con Putin a la cabeza, aparecen como los villanos encubiertos del comunismo internacional.
Ese es el imaginario o aberración política tradicional de Occidente, ante los escasos resultados de crecimiento económico, agudización del desempleo, el quebrantamiento de la seguridad social y las incoherencias de su política internacional donde a duras penas los mandos militares (en Siria, por ejemplo) logran ponerse de acuerdo para sus acciones de bombardeos contra los terroristas, sean éstos ISIS o Ejército Libre de Siria.
Los intereses son muchos y variados y dentro de esa pugna intracapitalista, los Estados Unidos han perdido toda capacidad de dirección y conducción política-militar.
La causa profunda es la gran crisis del capitalismo cuya escasez de dinero sano hace día a día más débil la capacidad de consumo de bienes y servicios de los ciudadanos.
Y está históricamente comprobado, que es cuando surgen las figuras señeras y los grandes dirigentes ignorantes pero de gran intuición política (Hitler y Mussolini) capaces de dar un vuelco a la tradición política anquilosada, rígida, sin articulación ante un mundo, una sociedad y un ser humano con grandes expectativas. Eso pasa en los Estados Unidos.
Al ciudadano norteamericano se le ha dicho por generaciones que su país es el rector sino el amo del mundo. Pero esa gloria, que durante muchos decenios fue una verdad y un modo de vida capaz de acuñar la expresión del “sueño americano”, hoy es una frase sobada y desacreditada.
El sueño terminó gracias a lo que construyó este país: el dinero. El dinero que muchos años atrás fue riqueza y felicidad, para convertirse con el paso de los años en una herramienta oscura de opresión, de maldad, de injusticia y de negación de libertad contra los pueblos pobres del mundo.
Trump representa la inconformidad, lo contestatario, la franqueza o sinceridad (si usted quiere llamarle así) contra los grandes dobleces, la gran hipocresía, la doble moral del imperio que pregona la libertad y la democracia, claro está, de las grandes corporaciones.
Los motivos para estar en contra de Trump son baladí, triviales y al final irrelevantes. Esas “bromas entre hombres” son asunto tan común del machismo inveterado en todos los países del mundo y que a nadie en Guatemala, por ejemplo, escandaliza.
¿O se sienten ruborizados los “sanos” ciudadanos en la tierra del cine porno, actrices porno y pornografía infantil? ¡Por favor!
Trump es un hombre que no quiere confrontación con Rusia sino hacer buenos negocios. Trump no ve a Putin como el demonio rojo. A Trump le ha dado su ignorancia teórica algo que le hace falta a los grandes teóricos y los exhibidos políticos: sentido común.
Y eso le viene haciendo falta a la nación estadounidense desde hace muchos años y que los hizo una gran nación: dedicación al trabajo, a la creatividad, al sentido común de la vida.
Su grandeza tecnológica y científica surgió de su dedicación al trabajo.
No nació precisamente por la especulación en los grandes recintos universitarios. A esas aulas llegó primero la experiencia de la vida, la experiencia práctica del sentido común.
Sus ex abruptos, sus lapsus lingüe, sus cálamos currentes no lo hacen ver como un político marrullero y si vemos que la subida en la preferencia para Clinton puede ser resultado del bien montado trabajo de los medios de comunicación y el dinero que fluye a borbotones entre sectores inclinados a la guerra con Rusia y China (la misma Hillary Clinton es traficante de armas según información desclasificada y borrada por ella con relación a Libia).
Trump nunca llevaría a la guerra, al desastre a los Estados Unidos.
La Clinton sí. Y repito, las encuestas al final no dicen mayor cosa: el Brexit lucía favorable para el sí y lo mismo que el sí en Colombia, pero los resultados fueron todo lo contrario.
Es muy probable que lo mismo ocurra en las elecciones de los Estados Unidos y que el fraude anunciado por Trump ya esté en marcha.
No es la primera vez que eso ocurre en los Estados Unidos. Bush hijo es fruto de la defraudación a los electores norteamericanos. Trump habla de la gran pared, del muro; la Clinton tiene la tentación de los botones nucleares por su innata maldad y codicia. Bueno, yo al menos eso creo.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.