Ni tierra sin labrador,
La propiedad privada es robo,
Ya lo dijo Proudhon.
Terratenientes enriquecidos,
Gracias al sudor del peón,
Que trabaja día y noche,
A punta de pistola y cañón.
Con pala y hacha al hombro,
Y al son de la canción,
El peón avanza en su caballo,
En dirección al caserón.
Pareciera que padecer el frío,
Es rito de su tradición,
Una costumbre que empeña,
El vago de su patrón.
Ni una parcela pa los changos,
Heredará del explotador,
Tan solo un humilde rancho,
Fruto del sacrificio mayor.
La tierra es de quien la trabaja,
Bajo la lluvia o el calor,