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El voluntario brasileño Rafael Marques Lusvarghi, detenido en Ucrania


Aproximadamente a las nueve de la mañana del jueves, 6 de octubre de 2016, el brasileño Rafael Marques Lusvarghi, que entre septiembre de 2014 y octubre de 2015 sirvió como voluntario defendiendo la libertad del pueblo de Donbass, fue detenido por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) en el aeropuerto de Borispol en Kiev.
Desde entonces, el SBU ha anunciado que Rafael será acusado según el Artículo 258-3 del Código Penal de Ucrania (creación de grupo u organización terrorista).

Circunstancias de la detención

Aún no está claro cómo Rafael terminó en la capital de Ucrania—el mismo Estado de cuyo brutal asalto, tácticas de terror e ilegal agresión miliar defendió a Donbass— pero parece claro que no llegó a Borispol por su propia voluntad. 

Varias informaciones apuntan a que el avión en el que viajaba Rafael desde Dublín a Moscú fue redirigido a Kiev, aterrizando en Borispol, donde oficiales del SBU esperaban su llegada para detenerlo.

Según otra fuente, que cita a un amigo brasileño de Rafael, oficiales del SBU, bajo identidades rusas falsas, convencieron a Rafael para que regresara a Rusia –una vez que ya había abandonado Donbass– prometiéndole un empleo en el campo de la seguridad naviera. [Según esta versión] Volaba a Moscú para discutir esa oferta. 

La posibilidad de que Rafael subiera a un avión consciente de que aterrizaría en Kiev es remota. Así mismo, una revisión de las rutas desde Europa hacia Moscú no muestra ninguna con parada en Kiev. Incorporar la capital ucraniana a un itinerario desde Dublín hasta Moscú requeriría por parte de un militar respetado y con experiencia una intencionalidad, un esfuerzo y una imprudencia fácilmente evitable con el simple acto de tomar una de las rutas comunes.

La participación occidental indica interés por los voluntarios extranjeros en Donbass

Al menos una de las fuentes afirma que el Reino Unido fue el responsable del cambio en el plan de vuelo del avión en el que viajaba Rafael. De confirmarse, esto pondría de manifiesto la colaboración entre el Reino Unido y el SBU, una agencia que habitualmente practica la tortura, detenciones extrajudiciales, desapariciones, asesinatos políticos y otros métodos para aterrorizar a la población y a los oponentes del régimen de Kiev y sus socios estadounidenses.

La lista de crímenes cometidos por el SBU, otras agencias de seguridad y la multitud de unidades y grupos que forman parte de la policía y Fuerzas Armadas de Ucrania (desde la Guardia Nacional a los famosos batallones de defensa territorial, responsables de muchos de los crímenes más graves) ha quedado ya documentada con suficientes pruebas. Y todo ello pese a la dificultad de localizar a los testigos y preservar las pruebas materiales en pleno apogeo de un conflicto armado.

Amnistía Internacional, que solo recientemente ha eliminado las peyorativas referencias a “las autodenominadas RPD y RPL” de sus informes por “las autoproclamadas RPD y RPL”, no ha intentado esconder su parcialidad. Pero incluso ellos se han quedado sin fórmulas para fabricar falsas equivalencias entre los crímenes del Estado ucraniano y las acciones de sus víctimas en Donbass. Con pruebas de las atrocidades ucranianas aprobadas por el Estado acumulándose a diario, el foco debe pasar a ser el bando que ha hecho de los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad la base de su estrategia.

El resumen del informe de Amnistía Internacional del 21 de julio detalla casos de detención ilegal, desaparición forzosa y, en el último párrafo, prácticas sistemáticas de tortura que en los dos últimos años se han convertido en la práctica habitual en el protocolo del SBU a la hora de tratar con los detenidos. Para muchos agentes del SBU, utilizar métodos de tortura se ha convertido en su segunda naturaleza, de la misma forma que lo es ignorar los derechos de los acusados. Los años operando fuera de la ley han creado una agencia que carece de humanidad y no ve tal cualidad en ninguna de sus víctimas.

En comparación, el resumen de la sección sobre las acusaciones contra las Repúblicas de Donbass no menciona alegación alguna de tortura (únicamente ese hace referencia a vagas nociones de “maltrato”, un fuerte contraste con los gráficos detalles que se dan sobre las salas de tortura del SBU) y principalmente se preocupa de la ausencia de “Estado de derecho y el recurso a remedios efectivos”. También hay que precisar que la práctica de detención de larga duración (hasta 30 días) está autorizada por la legislación de las Repúblicas de Donbass. 

Teniendo en cuenta la lucha por la supervivencia en un devastador conflicto contra un vecino mucho más fuerte, puede llegar a comprenderse –o incluso a justificarse- esta medida como una respuesta racional. El SBU, por su parte, ejecuta detenciones secretas que se convierten en desapariciones de larga duración y sistemática tortura en un contexto de completo vacío legal.

Cualquiera que instigue o asista en la comisión de crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad comparte parte de la culpa con aquellos que los cometen. La culpa de cualquier daño que Rafael pueda sufrir recaería sobre el Reino Unido, ya sea según el derecho internacional o le legislación nacional (cf., inter alia, the Alien Tort Statute (28 U.S.C. § 1350; ATS)). El hecho de que Reino Unido facilitara esta mal disfrazada entrega de un ciudadano extranjero sin relación alguna con el Reino Unido puede y debe ser considerado un acto de agresión internacional.

Si bien se ha convertido en habitual ver a los servicios secretos occidentales cumplir con sus objetivos ilegales externalizando el trabajo sucio, lo contrario –que Occidente asista a sus regímenes títere a detener a personas sin valor alguno salvo para el país satélite– es menos frecuente. Si el Reino Unido participó en esta operación, el interés, la preocupación y el deseo por frenar el flujo de voluntarios extranjeros en Donbass debe de ser mayor de lo que se había pensado hasta ahora. Si es así, el peligro para los voluntarios extranjeros que defienden Donbass ha aumentado de forma significativa.

Sea quien sea el último responsable de que Rafael se encuentre ahora a merced de quienes entienden por justicia el linchamiento a la luz de las antorchas y hacen pasar asesinatos a plena luz del día por suicidios, la naturaleza de esta detención señala la falta de consideración de Ucrania por el proceso de paz. Y también deja claro que los voluntarios extranjeros –que siguiendo el ejemplo de las Brigadas Internacionales de la guerra civil española defienden a un pueblo del fascismo– necesitan ahora, más que nunca, el apoyo de quienes desde otras zonas del mundo apoyan su causa y respetan su sacrificio.
La naturaleza ilegítima e ilegal de la acusación

Dos líneas principales de análisis para considerar la legitimidad de la anunciada acusación demuestran que la detención de Rafael debería preocupar a todos aquellos que apoyan el proceso de paz de Minsk. En una muestra de desprecio tanto por el Protocolo del Grupo de Contacto Trilateral (5 de septiembre de 2014) como por el Paquete de Medidas para la Implementación de los Acuerdos de Minsk (12 de febrero de 2015), los tribunales de justicia ucranianos están dispuestos a iniciar un proceso penal ignorando la violación que eso supone a las obligaciones internacionales de Ucrania. Ni siquiera se ha ofrecido una palabra para aparentar apaciguar al público, a la comunidad internacional o a las Repúblicas de Donbass. 

La inexorable obligación de Ucrania de otorgar amnistía a los participantes en el conflicto de Donbass permanece intacta en los sucesivos acuerdos de Minsk:

Protocolo del Grupo de Contacto Trilateral (5 de septiembre de 2014)
Promulgar una ley que prohíba el enjuiciamiento y castigo de las personas en conexión con los acontecimientos que tuvieron lugar en ciertas áreas de las regiones Ucranianas de Donetsk y Lugansk.

Paquete de Medidas para la Implementación de los Acuerdos de Minsk (12 de febrero de 2015)
Garantizar la amnistía aplicando la ley que prohíbe la acusación y castigo de personas que hayan participado en los eventos que han tenido lugar en ciertas áreas de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk.

Estas obligaciones deberían servir como una prohibición a cualquier proceso que Ucrania pretenda abrir contra Rafael sobre su participación en la guerra de Donbass.

 Y aun así, la acusación prosigue y todo indica que el SBU planeó la detención de antemano y como modelo para similares operaciones futuras. Esto supone tanto una promesa implícita a las Repúblicas Populares de Donbass de que jamás se garantizará la amnistía (o ningún otro de los puntos del acuerdo de Minsk) como un síntoma del profundo deterioro de las estructuras de gobierno, de los mecanismos de transparencia y del sistema legal de esta antigua república soviética.

 Los dos aspectos apuntan a la misma conclusión: el peligro al que se enfrentarán Rafael y otros presos de las agencias de seguridad de Ucrania solo aumentará con el tiempo. Esta amenaza hace aún más urgente la necesidad de facilitar su deportación o cualquier otra forma de salida de Ucrania.

Teniendo en cuenta que Ucrania no parece ser consciente de lo absurdo que supone este tipo de acusaciones que (en dos ocasiones) se ha comprometido a no realizar, es improbable que el hecho de que hace un año que Rafael no forma parte del conflicto de Donbass disuada al régimen de Kiev, que pretenderá utilizarle como ejemplo.

 La acusación a un voluntario que se ha retirado del servicio activo y ha abandonado el conflicto es un ataque directo y fatal a la misma base de los acuerdos de Minsk. La señal inequívoca a aquellos que continúan luchando contra la agresión ucraniana contra Donbass es que nunca estarán seguros.

Cualquier defensor del proceso de paz de Minsk (independientemente de la parte a la que apoye en el conflicto) debería comprender las catastróficas consecuencias de permitir que Ucrania prosiga con la causa contra Rafael, infringiendo ambos acuerdos de Minsk. 

La tarea de evitar este precedente es crítica si se entiende que el objetivo es conseguir la paz. De seguir adelante, las acciones de Ucrania solo supondrán que la guerra es la única opción sobre la mesa y enterrará toda esperanza de paz.

Rafael Marques Lusvarghi en Donbass

Aunque muchos puedan estar escuchando el nombre de Rafael por primera vez, se trata de uno de los héroes de la lucha de Donbass. Luchó para defender Donbass y a su población civil en algunas de las batallas más duras de la guerra: el aeropuerto de Donetsk (donde resultó herido), Debaltsevo y Gorlovka entre otras.

 Comenzó su servicio bajo las órdenes de Pavel Dremov, para pasar después a la brigada Prizrak y finalmente a las Fuerzas Armadas de la República Popular de Donetsk. Hace un año, en octubre de 2015, Rafael anunció su intención de regresar a Brasil y renunció al servicio militar con la RPD. En su retorno a territorio ruso desde el extranjero se gestó su detención en territorio ucraniano.

Entrevista a Rafael Marques Lusvarghi

El siguiente fragmento es una breve mirada a uno de los hombres que viajó al otro lado del mundo para defender al pueblo de Donbass.

Rafael, ¿por qué decidiste ir a luchar por Novorrusia? ¿Eran rusos tus antepasados? ¿Cómo es que hablas ruso?

Rafael: [Sé que mis raíces proceden del Imperio Ruso y hace 200 años mis antepasados aún vivían aquí aunque en algún momento se trasladaron a Hungría]. Hace casi cien años, mis antepasados abandonaron Hungría y se trasladaron a Brasil.

 Hablo ruso porque durante un año y medio estudié aquí, en Kursk, para convertirme en médico, pero era muy difícil…Aparte de eso, siempre había soñado con pertenecer al Ejército Ruso y eso era imposible sin saber ruso. Por eso vine a Rusia en cuanto se presentó la posibilidad de estudiar.

Desde que era pequeño me ha gustado Rusia y la cultura rusa. En Brasil solían poner de vez en cuando dibujos animados rusos: sobre los cosacos, por ejemplo. Y a mi padre le encantaba una película en concreto, Taras Bulba, una película rodada en Argentina sobre una novela de Nikolay Gogol. Todo empezó con los dibujos y las películas. Más tarde leí mucho y mi interés por Rusia se hizo más fuerte con el tiempo.

¿Por qué decidiste ir a luchar en la guerra? Querer a Rusia en la distancia es una cosa, pero ir a morir por los rusos es otra.

Bueno, en primer lugar Rusia y Brasil están muy ligados por los BRICS. Cualquier cosa que sea del interés de Rusia también beneficia a Brasil dese el punto de vista geopolítico. BRICS se puede convertir en una alternativa a la hegemonía de Estados Unidos y Europa en el mundo, pero solo si hay actos en lugar de las palabras que escuchamos ahora.

La influencia de Estados Unidos es muy fuerte en Brasil. Todo lo que toca Estados Unidos lo convierte en escombros: los valores de familia y religiosos, aunque yo soy muy religioso. Todo pierde sentido. Las chicas de Brasil, por ejemplo: no son feministas sino egoístas. Buscan una cultura “americana”.

Quiero construir una vida por mí mismo aquí. Desde que empezó la crisis, cuando Rusia empezó a tener problemas, pensé: ¡me voy! La guerra no es un problema para mí, he estado en el ejército toda mi vida.

Interesante. ¿Dónde sirvió?

Cuando cumplí 18 años me alisté en la Legión Francesa Extranjera. Cuando completé mi servicio allí me uní a la policía brasileña y serví en la policía montada. Durante mi tiempo en la Legión conocí a muchos rusos. Se les consideraba los mejores soldados en la Legión y fueron buenos camaradas conmigo.

¿Estuvo en alguna zona de conflicto?

Estuve con la Legión en África, pero solo fue entrenamiento. También participamos en la entrega de ayuda humanitaria.

¿Qué piensas hacer cuando acabe el conflicto?

Planeo aguantar hasta el final y después me gustaría quedarme en Novorrusia. No importa dónde. Me quedaré donde pueda quedarme.

Últimas noticias

Según globo.com, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil ha solicitado a Ucrania que facilite una visita consular a Rafael y que aporte información detallada sobre las circunstancias de su detención y las condiciones en las que se encuentra en prisión, aunque no se ha hecho pública más información. El silencio es letal en lo que se refiere al SBU. Por muy pequeña que parezca, cada contribución para dar a conocer públicamente y exigir la puesta en libertad de Rafael de manos del SBU hace aumentar sus posibilidades de supervivencia y mitiga la violencia a la que sin duda se está enfrentando.

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