Pablo Gonzalez

El neoliberalismo como forma particular de genocidio


“El resumen de esta pesadilla que ha vivido América, de un extremo a otro, es que en este continente de casi 200 millones de seres humanos, formado en sus dos terceras partes por los indios, los mestizos y los negros, por los “discriminados”, en este continente de semicolonias, mueren de hambre, de enfermedades curables o vejez prematura, alrededor de cuatro personas por minuto, de 5 500 al día, de 2 millones por año, de 10 millones cada cinco años. 

 Esas muertes podrían ser evitadas fácilmente, pero, sin embargo, se producen. 

 Las dos terceras partes de la población latinoamericana vive poco y vive bajo la permanente amenaza de muerte. Holocausto de vidas que en 15 años ha ocasionado dos veces más muertes que la guerra de 1914, y continúa. 

 Mientras tanto, de América Latina fluye hacia Estados Unidos un torrente continuo de dinero: unos 4 000 dólares por minuto, 5 millones por día, 2 000 millones por año, 10 000 millones cada cinco años. Por cada 1 000 dólares que se nos van, nos queda un muerto. ¡Mil dólares por muerto: ese es el precio de lo que se llama imperialismo! ¡Mil dólares por muerto, cuatro veces por minuto!” Fidel Castro

“Hay millones de personas subnutridas y hambrientas. Cada cinco segundos un niño menor de diez años muere de hambre. 

Son 57 000 personas las que mueren de hambre cada día. Al menos 1 000 millones de personas son gravemente invalidados o sufren secuelas graves por la desnutrición.

 Los informes que dan cifras, localización y edad de las víctimas dicen que la agricultura mundial podría alimentar normalmente con 2 200 calorías diarias 12.000 millones de personas. Sólo somos 7.000 millones.

“Entonces no hay falta de alimentos, sino de acceso a la alimentación, de voluntad política y gubernamental para hacerla llegar a los pobres que la necesitan.

 ¡Un crimen contra la humanidad! ¿No? Por eso yo digo que un niño que muere de hambre es un niño asesinado” Jean Ziegler

“Hemos llegado al punto en que, para abrir un nuevo sector a la expansión del capital (“la modernización de la producción agrícola”), se debe destruir, en términos de personas, sociedades completas: de una parte, veinte millones de nuevos productores eficientes (cincuenta millones de personas, incluyendo a sus familias), tres mil millones de marginados de la otra.

 La dimensión creadora de la operación representa solo una gota en el mar de la destrucción que genera.

 Se puede concluir que el capitalismo entró ya en su fase senil descendente, pues la lógica que rige este sistema ya no es capaz de asegurar la más elemental supervivencia de la mitad de la humanidad. 

El capitalismo se convierte en barbarie, invita directamente al genocidio.

 Por esta razón, es más necesario que nunca sustituirlo por otras lógicas de desarrollo, con una racionalidad superior“. Samir Amin

Ya desde su nacimiento el modo de producción capitalista aparece como un régimen criminal y violento. Su proceso de acumulación originaria, esto es el proceso que da origen a las relaciones sociales en las que se asienta este modo de producción, tal como lo relata Karl Marx en el capítulo XXIV del libro I de El Capital, [1] es un proceso violento que podemos definir como genocida puesto que por un lado hay un proceso de concentración económica que se produce a través de la expropiación, concentración y despojo de la tierra y los medios de producción; mientras que, paralelamente, se crean las condiciones materiales para la destrucción de ciertas clases sociales, básicamente los siervos de la gleba quienes son forzados mediante la creación de dispositivos punitivos a “proletarizarse”, es decir, a producir un profundo cambio cultural e identitario que los llevará a su disolución como grupo.

Mientras, paralelamente a este proceso que se da en Europa, en el resto del orbe, se producen la conquista y el pillaje coloniales, que son procesos plagados de crímenes de masa y que darán las condiciones que sustentarán y harán factible el desarrollo de técnicas punitivas y de control poblacional utilizando fuerzas militares en funciones penales y punitivas, generando una doctrina ideológica basada en la tesis del “enemigo interno” y en una forma de (des)trato al otro que se aplicará, primero entre los ciudadanos de las metrópolis y los habitantes de las colonias pero que pronto se importará a las metrópolis y serán utilizados por las clases hegemónicas para garantizar su dominación sobre las clases subalternas, ese es el proceso descripto por Marx.

La conquista y el desarrollo de la etapa colonial reforzarán y vigorizarán esta tendencia propia del capitalismo; una vez consolidada la dominación, se desarrollará una ideología que naturalizará y le dará un carácter racional al Status Quo, una ideología que Aníbal Quijano llamará Colonialidad del Saber-Colonialidad del Poder.

Mientras esto acontece aparecerán explicaciones justificadoras que operarán a modo de velo ideológico, Marx las llama “robinsonadas”, que son explicaciones que buscan reforzar lo individual por sobre lo colectivo, es el traslado a lo social de la fábula de la Cigarra y la Hormiga; colocando la responsabilidad de la pobreza y la exclusión en las víctimas de estos males ocultando el violento proceso de despojo y saqueo a la que son sometidas. Es un virtual “pensamiento mágico” que funciona como justificador de las relaciones de explotación de clase mediante la “naturalización” del prejuicio de la “ética” del trabajo y el sacrificio.

La aparición de esta ideología y estas técnicas serán una constante durante toda la historia del capitalismo pero en la etapa neoliberal estas se verán reforzadas. Particularmente, en nuestro país la introducción del neoliberalismo en su faz financiera coincidió con el desarrollo de la dictadura genocida.

La “objetivación” propia de la naturalización de las relaciones de producción capitalistas cosifica a los sujetos y transfiere cualidades humanas a las cosas, de tal suerte que en el discurso del capitalismo neoliberal aparecerá como más importante la “eliminación del déficit fiscal” que, por ejemplo, la asistencia a sectores poblacionales en situación de vulnerabilidad, de allí el carácter banalmente genocida del capitalismo neoliberal. No importan las vidas humanas, importa “que cierren las cuentas”.

Detrás de conceptos aparentemente “asépticos” y fríos, como por ejemplo “déficit fiscal”, el neoliberalismo encubre (y naturaliza) políticas deliberadas, pensadas, calculadas racionalmente para provocar una transferencia de recursos de los sectores populares a los sectores más concentrados de la economía, el déficit fiscal se puede “resolver” a la usanza neoliberal (retirando al estado de las áreas de intervención más sensible, el bienestar social y las políticas de asistencia a los sectores más vulnerables), o se puede pensar en formas de intervención social estableciendo un régimen impositivo progresivo (impuestos a la riqueza, retenciones a las exportaciones, a la producción minera, etc.) No es verdad que el costo del “saneamiento fiscal” deba recaer, necesariamente sobre los sectores postergados, en todo caso son decisiones del estado, no hy nada “natural” en la acción política y económica.

La definición del concepto genocidio, en las definiciones de la mayoría de los especialistas, está ligada a las formas de pensamiento hegemónico con lo cual muchas formas de eliminación del otro quedan invisibilizadas y son objetivadas en las estadísticas estatales en otras categorías que “naturalizan” efectos de políticas estatales, las estadísticas de los muertos generados por las prácticas cotidianas del capitalismo neoliberal pueden ser consideradas genocidio en un sentido amplio y decolonial, las políticas neoliberales van dirigidas expresamente a licuar el poder de las clases trabajadoras y populares.

Pramono afirma que el neoliberalismo es genocida porque va expresamente dirigida a atacar las bases culturales de existencia del proletariado industrial; de hecho, el neoliberalismo genera desocupación estructural prolongada en el tiempo, lo que a la larga provocará la destrucción de determinado tipo de relaciones sociales y la aparición y consolidación de otras.

Analizando esta situación, vemos que realmente los estados modernos tienen como guía y fundamento aquella lógica que le asigna Foucault al biopoder según el cual la biopolítica de estos estados se resume en la frase “Hacer vivir y dejar morir” ya que la falta de control y regulación por parte de los estados termina por generar muertes evitables, personas que son abandonadas a su suerte, “dejadas morir” por estos estados cuya lógica, en última instancia es la del darwinismo social, sobrevivirán sólo aquellos que tengan condiciones para hacerlo, el resto es abandonado a su suerte. Una lógica genocida.

El genocidio es una tecnología de poder, una práctica del estado, por lo tanto siempre se trata de un hecho político; siempre hay una decisión consciente de sujetos que deciden voluntariamente, que eligen, optan por aplicar cierto tipo de políticas y no otras, el genocidio no es una “fatalidad inevitable”, sino que es una decisión política tomada racionalmente por sujetos que optan entre diversas alternativas. Son los sujetos perpetradores son quienes tienen el poder para aplicar o evitar aplicar las políticas genocidas.

La violencia política, particularmente las persecuciones y genocidios por motivos políticos son acontecimientos que se producen cuando hay una disputa por la hegemonía, en efecto, el estado sirve a los intereses de las clases dominantes, de la hegemonía establecida.[2]

El ejercicio de la violencia está puesta al servicio de garantizar la reproducción social, particularmente en el caso del capitalismo, el ejercicio de la violencia material como coerción extraeconómica, busca posibilitar el régimen de acumulación y la propiedad privada.

 La “rentabilidad” y la “valorización del valor”. En este sentido las pretensiones al derecho del ejercicio monopólico de la violencia por parte de los poderes hegemónicos (estatales o paraestatales), son una herramienta puesta al servicio del régimen de acumulación y propiedad privada. El ejercicio de la violencia (tanto la material como la simbólica) son un medio que se subsume y adecua a las necesidades de las clases hegemónicas.[3]

Cuando la hegemonía es amenazada, o cuando una clase quiere establecer una hegemonía, en esas coyunturas es cuando se producen los genocidios, originario o reconfigurativo, en todo caso, el genocidio, como política hegemónica, es una política de estado, recordemos que Lenin afirmó que: El Estado es una máquina para mantener la dominación de una clase sobre otra.[4]

Stanley Moore analizando a Lenin afirma: La definición de Lenin se basa en este contraste entre el gobierno dictatorial y el constitucional. “La dictadura”, escribe, “es un poder que se apoya directamente en la fuerza y no está sometido a ley alguna”.

La dictadura es un método de gobierno: no es una forma de estado que pueda contrastarse, por ejemplo, con la democracia…

La afirmación de que el dominio de clase es esencialmente dictatorial no significa que los métodos
dictatoriales se utilicen en forma invariable, sino que dichos métodos son necesarios para el dominio de clase en un sentido en el que los métodos constitucionales no lo son. Específicamente, esto implica la afirmación de que los métodos dictatoriales son necesarios en el momento en que se establece el dominio de una clase y en todos los momentos posteriores en los que el dominio este seriamente amenazado. [5]

La esencia del capitalismo es el darwinismo social, el principio de “no intervención” del Estado en la economía o “Laissez Faire”, en la práctica, significa abandonar a los más vulnerables y necesitados, aquellos violentados por la coerción económica y arrojados a los márgenes de las relaciones capitalistas. La falacia liberal de la “igualdad de oportunidades” se basa en este principio rector, dado que si hay “igualdad de oportunidades”, entonces serán los “más capaces”, los “más aptos”, los “más esforzados” quienes logren alcanzar “el éxito”. Lo que encubre esta falacia es la desigualdad de origen y la violencia material y simbólica de la coerción económica de la sociedad capitalista.

La violencia física liminar, en la cual se basa el modo de producción capitalista, tiene su correlato ideológico en el relato simbólico de la ideología “robinsoniana”, en ella se trata a las víctimas como responsables de su propia situación y, apelando a la figura de la hormiga y la cigarra, se refuerza la idea de su desapego al esfuerzo tratándolos de “vagos” a los sectores más vulnerables, velando así el carácter injusto del régimen de apropiación material.

Concibiendo al capitalismo de esta manera afirmamos que el neoliberalismo no es más que una etapa del capitalismo, más despiadada pero igualmente salvaje. Es una etapa en la cual, ideológicamente, se vuelve a formas ideológicas 

preKeynesianas, a la ideología del “libremercado”, sólo en términos enunciativos porque en realidad no es que el estado neoliberal “deja de intervenir” en economía sino que interviene en función de los intereses y la acumulación de los sectores que más tienen y menos necesitan. El estado abandona a su suerte a los sectores más vulnerables de la población y coloca todo el aparato burocrático al servicio de los intereses materiales de acumulación de las fracciones más concentradas del gran capital.

La filosofía tras el neoliberalismo es una forma sofisticada de racismo encubierto en un lenguaje propio del darwinismo social, como se desprende de la cita de uno de sus teóricos, Friedrich Von Hayek:

Si bien no existe una simple relación cuantitativa entre la preservación de las vidas humanas y la acción económica, no debe de infravalorarse la importancia de los últimos efectos del orden de mercado. Cuestión que merece algunos comentarios adicionales. Cuando se trata de sacrificar unas pocas de vidas en aras de otras muchas, no debe olvidarse, que por lo general aquellas corresponden a seres desconocidos.

Aunque nos desagrade enfrentarnos con los hechos, continuamente nos vemos obligados a adoptar tales decisiones. En las decisiones públicas o privadas, las desconocidas vidas individuales no constituyen valores absolutos.

Ahora bien la exigencia de salvar el mayor número de vidas no significa que todas las vidas sean igualmente importantes. Puede ser importante salvar la vida de un médico que la de un herido. De la vida de un sujeto altamente productivo puede ser más valiosa para la comunidad que la de otros muchos. No es el número actual de vidas que la evaluación tiende a maximizar, sino el potencial flujo de existencias futuras.[6]

Por otro lado, el neoliberalismo tiene una práctica genocida porque atenta contra las condiciones de existencia individual y colectiva de los sectores más vulnerables de la sociedad los cuales se ven puestos al límite de su existencia dado el abandono por parte del estado que debería garantizarles el derecho a vivir, y, por otro lado, como nos alerta el Dr. Zaffaroni, el estado neoliberal produce lo que podríamos llamar “genocidio por goteo” que son prácticas invisibilizadas por las estadísticas estatales y que abarcan desde los jóvenes asesinados por la violencia institucional, la estigmatización y la criminalización de la pobreza y la protesta social, hasta los suicidios y las muertes generadas por decisiones políticas (las muertes por inanición de los 90, los muertos de frío y gripe A de estos meses, los muertos por muerte “súbita” por las condiciones y tensiones a las que se vieron sometidos trabajadores que fueron desempleados estos meses, etc.).

El problema es la profunda desigualdad existente en una sociedad de clases, mientras 27.000 personas mueren de hambre diariamente, los más ricos de la humanidad son cada vez menos, en los últimos 6 años se ha producido una drástica concentración de la riqueza, quienes más tienen y acumulan un volumen de riqueza equivalente al que posee la mitad más pobre de la humanidad, en sólo 4 años se ha reducido a un cuarto.

Tabla 1 Evolución de la Concentración de riqueza, cantidad de sujetos que tienen igual fortuna que la mitad más pobre del humanidad
AñoCantidad de individuos
2010388
2011177
2012159
201392
201480
201562
Fuente: Informe OXFAM: 62 Personas Posen La Misma Riqueza Que la Mitad de la Población Mundial. (18/1/2016). En Internet:http://oxf.am/Znzm. Consultado el 15/8/2016


El capitalismo, las relaciones de apropiación privada y la desigualdad generada por las relaciones sociales de producción capitalista son criminales porque generan anualmente una media de 22.120.000 muertos por razones evitables que se producen por la pobreza.

Si calculamos los muertos en forma conservadora ya que todos los informes hablan de la disminución en las estadísticas de muertes vemos que por cada muerto en un democidio hay cuatro muertos por causas vinculadas a las condiciones generadas por la desigualdad sostenida por el modo de producción capitalista, el hambre, enfermedades o accidentes laborales, enfermedades producidas por la contaminación del aire y los muertos por enfermedades curables maltratadas por sistemas de salud ineficientes o inexistentes propias de situaciones de pobreza y abandono por parte de los estados neoliberales.
Tabla 2 Distribución de muertos por período según causales
PeríodoCantidad de MuertosCausas de los decesos
1991-2016 (25 años)247.000.000Hambre1
58.000.000Enfermedades/Accidentes Laborales2
175.000.000Contaminación del aire3
73.000.000Enfermedades prevenibles4
553.000.000TOTAL DEL PERIODO
1900-2000 (100 años)262.000.000Democidios5
262.000.000TOTAL DEL PERÍODO
Fuentes:
1Informe del Hunger Project de la ONU citado en http://2014.kaosenlared.net/kaos-tv/86705-aumenta-el-terror-en-ucrania-y-las-masacres-de-la-paz (Consultado el 6 de junio de 2016)
2Informe de la OIT: La Prevención de las Enfermedades Profesionales, Ginebra 2013. http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_protect/—protrav/—safework/documents/publication/wcms_209555.pdf
3Informe de la OMS: La ONU y el cambio climático. http://www.un.org/climatechange/es/blog/2015/11/la-oms-alerta-de-las-decenas-de-miles-de-muertes-causadas-por-el-cambio-climatico/
4Informe de Médicos Sin Fronteras http://www.fundacionsauce.org/reikisinfronteras/dossier_prensa_enfermedades_olvidadas.pdf


De los datos del cuadro se nota con claridad que en el período que inicia con el derrumbe del llamado “Socialismo Real” y que llega hasta la actualidad el funcionamiento regular del capitalismo neoliberal ha provocado, en sólo 25 años, el doble de victimas que los estados democidas en todo el siglo XX, Una tasa de mortandad 8 veces superior.

 Entonces se aprecia con total claridad que la esencia del capitalismo, particularmente en su fase neoliberal, tiene un carácter genocida.

El capitalismo en su funcionamiento cotidiano, por la sola coerción económica (sin contar las muertes provocadas por la coerción extraeconómica, esto es, por el ejercicio directo de la violencia física) genera una enorme cantidad de decesos que quedan ocultos tras categorías “objetivadoras” que “naturalizan” las muertes provocadas por decisiones políticas de los estados y por las relaciones sociales de producción dominantes.

 Como dice Zaffaroni, estas muertes son invisibilizadas tras las estadísticas (estadísticas que son construidas por esos mismos estados que sirven a los intereses de las clases hegemónicas), estas muertes, como decimos arriba, suman poco más de 22 millones de muertos por causas evitables.

 El capitalismo, como todo régimen de clases no sólo es injusto sino que es criminal, es un sistema asesino que oculta sus crímenes tras la “naturalización”.

El carácter genocida del capitalismo es velado por la naturalización de las muertes provocadas por la desigualdad social producto de la apropiación privada de los medios de producción y de decisiones tomadas por la hegemonía político-económica de la sociedad global. 

Una de las flagrantes contradicciones del sistema hegemónico es el hecho que los 5 países con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, países que reservan para sí el poder de vetar resoluciones son, al mismo tiempo, los principales responsables de la perpetuación de los conflictos bélicos dado que son los 5 principales productores de armas del mundo: EE.UU, Rusia, China, Francia y el Reino Unido.

Los regímenes capitalistas liberales y sus ideólogos, que tan afectos son a señalar los crímenes cometidos por regímenes postcapitalistas (el genocidio en Camboya, la hambruna en Ucrania en 1932, las purgas estalinistas, etc.) y que valoran la democracia liberal como un bien absoluto, oculta bajo eufemismos sus genocidios originarios (“Campaña al Desierto”, “Conquista del Oeste”) o de reestructuración de la hegemonía de la sociedad (“Guerra Sucia”, “Conflictos de Baja Intensidad”), mientras que sus principales crímenes, los cotidianos, el genocidio “por goteo”, son naturalizados e invisibilizados. Pero se trata de crímenes que son efecto indirecto de elecciones racionales y políticas aplicadas por los Estados, y estas acciones pueden ser clasificadas como Genocidios de Tipo III en la escala de Pramono:

…si el elemento mental[7] genocida y los actos de genocidio no son evidentes, pero debido a la imprudencia y la negligencia, un grupo o más son inevitablemente destruidos en todo o en parte, los actos correspondientes califican como genocidio de tercer grado. Esto ayudaría a detectar el genocidio como un “subproducto” de políticas como el desarrollo económico o el capitalismo global.[8]

Podríamos decir que es discutible que las políticas neoliberales puedan ser consideradas de esta manera porque no se trata de imprudencia o negligencia sino políticas deliberadas.

Por otro lado, este mismo autor plantea que el neoliberalismo tiene un carácter genocida porque ataca las bases de existencia de la clase obrera, un argumento análogo al que aplicamos al comienzo de este artículo al propio capitalismo originario que destruyó las bases de existencia de las clases de la sociedad feudal, dice Pramono:

Si el genocidio hace referencia a la política que efectiviza la destrucción de determinado(s) grupo(s), provocando el hundimiento de sociedades enteras, entonces, un debate centrado en cómo el neoliberalismo destruye a la clase obrera podría ayudar a revelar su mentalidad genocida. El neoliberalismo es genocida por naturaleza (y suicida), ya que a fin de sobrevivir, tiene que comer su propia cola. En otras palabras, por ‘matar’ a la clase obrera, el capitalismo está cavando su propia tumba. Cuando la clase obrera está agonizando, la sociedad está muriendo lo que, al final, conducirá a la muerte del propio capitalismo. Pero, ¿qué o quién es la clase obrera? 

La clase obrera, que está condenada a la extinción por el neoliberalismo, debe ser vista como sociocultural, y no solamente cómo una institución económica (Polanyi, 1944; y ver también Block y Somers, 1984). La clase obrera, por lo tanto, es una institución socio-cultural de los trabajadores –de cuello azul y cuello blanco- para quienes “el empleo es mucho más que una medida de ingresos:… es la medida esencial de la autoestima” de los individuos en una la sociedad basada en el trabajo (Rifkin, 1995: 195). El énfasis en la clase es significativo ya que esta clase trabajadora representa un importante segmento de la sociedad humana que se ve amenazada por el modo integrado de la producción global.[9]

El carácter genocida del neoliberalismo, según Pramono, no está en la devastación social que genera con su práctica cotidiana, como mostramos arriba, sino más bien en su proyecto de clase de liquidar a la clase obrera no sólo como un grupo económico, sino y básicamente como un grupo sociocultural que tiene ciertas prácticas culturales e ideológicas compartidas. La devastación social no es más que un “efecto práctico” de la puesta en marcha de las formas de apropiación de la riqueza propias de esta sociedad de clases que coloca en el límite de la subsistencia a enormes franjas de población.

Marx y Engels en La Ideología Alemana dicen:

Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.

 La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. 

Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación. 

Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes de la época… 

En efecto, cada nueva clase que pasa a ocupar el puesto de la que dominó antes de ella se ve obligada, para poder sacar adelante los fines que persigue, a presentar su propio interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad, es decir, expresando esto mismo en términos ideales, a imprimir a sus ideas la forma de la universalidad, a presentar estas ideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia absoluta.[10] 

De esta manera es que la construcción de sentido, aún dentro de las ciencias sociales, está fuertemente influenciada por el pensamiento de las clases dominantes. 

De ahí que en la mayoría de las representaciones sociales del genocidio se restringen a los límites, las condiciones del pensar desde los marcos impuestos por el pensamiento dominante, de esta suerte, los genocidios aparecen allí donde la dominación se establece o es puesta en entredicho, los momentos de “excepcionalidad” histórica, mientras que las muertes provocadas por el funcionamiento cotidiano del modo de producción capitalista, orden social injusto y criminal basado en la explotación del hombre por el hombre, queda invisibilizado tras la naturalización del orden social y las justificaciones ideológicas de las muertes por motivos “naturales” (hambre, epidemias prevenibles, contaminación, enfermedades y accidentes laborales) que son provocados por el orden social injusto.

Si bien es cierto que existen diferencias profundas entre lo que es un plan sistemático de exterminio y las muertes “naturales” generadas por la lógica de funcionamiento del capitalismo, lo cierto es que el proceso de construcción de categorías analíticas y definiciones conceptuales no es un proceso “natural” sino que involucra decisiones racionales y la asunción de compromisos teórico-ideológicos, es por este motivo que la mayoría de las muertes generadas por el modo de producción capitalista quedan ocultas e invisibilizadas tras categorías que no rompen críticamente los moldes de “lo dado”. De allí el rescate del sistema de clasificación de los genocidios que hace Pramono, en el cual los procesos de exterminio serían genocidios de tipo 1 y 2, mientras que las muertes provocadas por políticas de estado que Weber definiría como “acciones racionales con arreglo a fines” serían genocidios de tipo 3.

…Por lo tanto, en primer lugar, si el elemento genocida consciente —sea la intención, sea el conocimiento— es evidentemente claro, la promoción de acciones genocidas (tales como matar y lesionar gravemente, degradar condiciones de vida, imponer medidas para prevenir nacimientos) califica como genocidio de primer grado. Segundo, si el elemento genocida consciente no es claro per se, mientras las acciones genocidas son evidentes, el crimen califica como genocidio de segundo grado. Tercero, si el elemento genocida consciente no es evidente pero tampoco se aprecian acciones genocidas, pero debido a la imprudencia y negligencia, un grupo humano o más son inevitablemente destruidos total o parcialmente los actos correspondientes califican como genocidio de tercer grado… El gradiente de criminalidad genocida ayuda a evaluar el impacto genocida de toda política neoliberal. Un detenido análisis a la agonizante clase obrera (como grupo sociocultural) podría ayudar a una mejor comprensión del carácter genocida del neoliberalismo.[11]

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* Definimos como Genocidio al proceso de reorganización del poder material y simbólico que se realiza dentro de una sociedad (o entre sociedades) en un lugar y tiempo determinados y que, necesariamente, se produce mediante la coerción. El resultado de este proceso es la destrucción de lazos sociales. Las víctimas tienen una pertenencia identitaria común, esta pertenencia puede no ser asumida subjetivamente en forma voluntaria y conciente por los integrantes de ese grupo, pero, necesariamente, sufre un proceso de objetivación dado que esa identidad les es asignada, y/o impuesta externamente por el grupo perpetrador, un claro ejemplo es la asignación del mote de “subversivo” a diversos sujetos sociales por parte de los perpetradores de la dictadura genocida.

La mayoría de las definiciones de genocidio son producidas en el contexto de la modernidad y como tales pertenecen al registro del pensamiento hegemónico. Contienen elementos que contribuyen a naturalizar las causas sociales de las muertes que genera el régimen de producción y apropiación capitalista entre las clases populares.

[1] “…en la historia real [a diferencia del relato idílico de la economía política] desempeñan un gran papel la conquista, la esclavización, el robo y el asesinato; la violencia, en una palabra“. MARX, Karl (1946): “La llamada acumulación originaria”, en El capital, Libro 1. México: Fondo de Cultura Económica. Pág. 607.

[2] “Como el estado nació de la necesidad de refrenar los antagonismos de clase, y como al mismo tiempo, nació en medio del conflicto, es, por regla general, el estado de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, … adquiriendo con ello (esta clase) nuevos medios para la represión y explotación de la clase oprimida” ENGELS, Friedrich (S.F.): El Origen De La Familia. La Propiedad Privada Y El Estado. Moscú: Ed. Progreso. Pág. 172.

[3] “El Estado no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra, lo mismo en la república democrática que bajo la monarquía” ENGELS, Friedrich (2007): Prólogo de 1891 a La Guerra Civil en Francia de Karl Marx. Madrid: Fundación Federico Engels. Pág. 22.

[4] LENIN, V.I.: Sobre El Estado (Conferencia Pronunciada En La Universidad Sverdlov, el 11 de julio de 1919). Publicado en Marxists Internet Archive el 1 enero 2001. https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/11071919.htm (Consultado el 14/9/2016)

[5] MOORE, Stanley (1971): Crítica de la Democracia Capitalista. Una Introducción a la Teoría del Estado en Marx, Engels y Lenin. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Págs. 30-1

[6] VOH HAYEK, Friedrich (1988): “La Mortèlle Vanité, Les Erreurs Du Socialisme”, Vol. I Paris: Routledge. Pág. 327 (N.B.: El destacado es nuestro)

[7] Pramono define como Elemento Mental a la intención o el conocimiento del resultado de las acciones para llevar a cabo una acción genocida, esto es el elemento consciente, la premeditación…

[8] PRAMONO, Siswo (2002): An Account of the Theory of Genocide. Refereed paper presented to the jubilee conference of the Australasian Political Studies Association. Australian National University, Canberra

[9] PRAMONO, Siswo (2003): The Genocidal Global Politics And Neoliberalism. Journal of Economic & Social Research. Vol. 5 Issue 1, Pags. 121-2

[10] MARX, Karl & ENGELS, Friedrich (1975): La Ideología Alemana. Montevideo: Ediciones Pueblos Unidos. Pág. 50-52

[11] Pramono, S. (2003). The Genocidal Global Politics And Neoliberalism. Publicado en Journal of Economic and Social Research, 4(2), School of Social Sciences, The Australian National University, Canberra, Australia. Pág. 121.

http://www.paginapopular.net/neoliberalismo-como-genocidio/

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