Durante la guerra de Irak (2003-2011), el Pentágono contrató a una firma de relaciones públicas inglesa para producir y difundir grabaciones falsas sobre Al Qaeda, que mostraran al grupo terrorista desde una perspectiva negativa.
Según un informe del Buró de Periodismo de Investigación, la empresa de relaciones públicas Bell Pottinger trabajó junto a militares de alto rango de EEUU en Bagdad para crear fragmentos televisivos al estilo de las agencias de noticias árabes profesionales, grabaciones de bombardeos de Al Qaeda grabados supuestamente por los propios insurgentes y anuncios en contra de los mismos insurgentes.
Además, quienes veían los vídeos podían ser rastreados por las fuerzas norteamericanas.
"Necesitamos hacer un vídeo en este estilo y tenemos que usar tomas de Al Qaeda. [El vídeo] tiene que ser de diez minutos de duración y tiene que estar en el siguiente formato, codificado de esta manera", eran las instrucciones que recibían los creadores de las grabaciones, según Martin Wells, editor de vídeo implicado en el programa.
La distribución de los materiales se producía durante las redadas a las casas iraquís, cuando los soldados norteamericanos dejaban discos con las grabaciones falsas. Cuando alguien intentaba reproducir el vídeo, la inteligencia norteamericana podía rastrear el lugar desde el que era observado a través de internet. Según Wells, las grabaciones eran vistas no solo en Irak, sino que llegaban a Irán, Siria, e incluso a EEUU.
Los proyectos desarrollados por Bell Pottinger, finaliza el artículo, eran de tal envergadura que debían ser aprobados por generales de alto nivel, o en muchos casos, incluso por la propia Casa Blanca.