Es el héroe y poeta de veintiséis años que dio su vida para ajusticiar en 1956, al sicario que a sueldo de la embajada norteamericana, crucifico a Augusto Cesar Sandino.
Puede considerarse a Rigoberto López Pérez como un desconocido.
Sin embargo existen opiniones acerca de él de insignes personalidades políticas: por ejemplo, el señor presidente Dwight Eisenhower, lo llamo “asesino” de un “amigo” de los Estados Unidos».
“Rigoberto López Pérez
Jugo hasta las seis de la tarde
y cuando se fue limpiando la cara con un pañuelo
y las muchachas le hablaron para que continuara jugando
él dijo: "tengo que ir a hacer un volado".
Nació el 13 de junio de 1929 en el Barrio El Calvario del departamento de León.
Hijo de Soledad López y Francisco Pérez. Desde temprana edad fue internado en el Hospicio San Juan de Dios de la localidad para estudiar.
Ingresó a la Escuela de Comercio Silviano Matamoros. De León viajaba frecuentemente a Managua y fue en el ambiente citadino que se afilió al Partido Liberal Independiente que hacía una fuerte oposición a Somoza García.
Cuando llegó a los veinte años de edad le tocó empezar a conocer más de cerca los efectos que causaba la dictadura somocista en la población pues, era la década del 50 cuando se organizaron conspiraciones y atentados personales contra Somoza García para expulsarlo del poder.
Fue también en esa década que empezó a viajar a El Salvador donde hizo contacto con opositores al régimen que organizaban un atentado personal contra el tirano.
El régimen preparaba una campaña más de elecciones donde esperaba ser el ganador nuevamente a pesar de las trabas constitucionales que le prohibían ser candidato y reelegirse.
Rigoberto López, buscó al tirano en varios lugares, uno de esos fue durante la celebración de las fiestas patrias, el 14 de septiembre de 1956, en la Hacienda San Jacinto, sin embargo, no se llevó a cabo creyendo que el atentado podría ocasionar víctimas inocentes en los estudiantes que desfilaban. Así el plan quedó postergado para otro momento.
Sabía que Somoza García llegaría el 21 de septiembre a León donde cerraría su campaña de elecciones y así, se despidió de su mamá leyéndole el poema Confesión de un soldado, se vistió con los colores de la bandera de Nicaragua y salió hacia la cita con su destino.
El cierre de campaña del tirano sería en la Casa del Obrero de León donde lo encontró, en el momento oportuno le disparó cinco balas de un revólver que llevaba entre sus ropas.
Sabía que moriría en la acción pero solo esperaba que la misma fuera un aporte a favor de la libertad de Nicaragua.
Durante su vida fue aficionado a la poesía, la lectura y a la música. Fue declarado Héroe Nacional el 21 de septiembre de 1981 a través del decreto número 825 de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional.
