Sobre la ausencia de nadadores negros a lo largo de la historia se han desarrollado muchas teorías, basadas en parámetros científicos y hasta sociales o económicos.
Hasta 1988, después de más de 100 años de olimpismo, de hecho, no encontró la piscina un campeón negro. Fue Anthony Nesty, de Surinam, en los 100 mariposa, en Seúl.
Casi 30 años después, Simone Manuel, en 100 libre, la prueba que define a la mujer más rápida, a pesar de los explosivos 50, es la segunda bajo los cinco anillos.
Su oro fue compartido con la canadiense Penelope Oleksiak, ambas en el mismo crono (52.70), récord olímpico.
Nesty no fue una aparición inesperada, producto de una coyuntura especial en su prueba. No.
El nadador de Surinam dominó la especialidad con asiduidad, fuera en Mundiales como el de Perth, en 1991, o en Juegos Panamericanos como los de La Habana, ese mismo año.
En los Juegos de Barcelona volvió a subirse al podio de los 100 mariposa, tercero.
Tampoco la final que afrontaba Simone era sencilla, todo lo contrario.
En la prueba se encontraban las hermanas Campbell, de Australia, y la sueca Sarah Sjostrom, una de las poseedoras de los récords de Río. Cate Campbell arrancó a ritmo de récord del mundo casi hasta el primer 50.
La australiana pagó el precio y eso abrió la prueba. La estadounidense fue la más resistente y acabó en 52.70.
Fibras rápidas en el esfuerzo continuado
Este oro va a volver a abrir un debate sobre el que llegó a pronunciarse hasta la ciencia. Numerosos estudios coincidían en señalar que la razón residía en la estructura ósea más densa de la raza negra, hecho que puede influir en el nivel de flotabilidad.
También se referían a la mayor proporción de lo que se llaman fibras rápidas en su musculatura, más adaptada para la reacción explosiva y no para el esfuerzo continuado de la natación.
El 100 libre, sin embargo, es un sprint.
Si bien existe una razón de tipo económico, y es la dificultad en acceder a piscinas en la casi totalidad de países africanos, en comparación a Europa o Estados Unidos, también es cierto que en el mundo desarrollado la presencia de nadadores negros de elite es muy testimonial.
En Estados Unidos, la piscina tiene una base universitaria, donde la presencia de población negra es porcentualmente menor a la blanca.
Al menos, Simone, nacida en Houston hace 20 años, dignifica a su raza, después del bochorno de observar al etíope Robel Habte, apodado la ‘Ballena’, tomar parte en las preliminares de 100 libre, gracias a los cupos que concede el COI en favor del principio universalista, utilizados por algunos, como su padre y presidente de la federación de su país, con nepotismo.
Via | elmundo.es