Está harto demostrado que es imposible adaptar la realidad a ninguna teoría, a ningún dogma.
El ser humano puede planificar muchos asuntos de la sociedad, pero siempre habrá algunos factores que se saldrán del plan.
Planificar es absolutamente necesario para poder construir, sin duda, pero esto es un tema de herramientas, de métodos de trabajo, de utilización de recursos para objetivos específicos.
Mas no significa que el humano pueda evitar que la dinámica social genere sus propios desarrollos estratégicos, que son básicamente independientes de la voluntad humana.
Sin duda, las ideas pueden materializarse, pero como tienen su origen en el mundo material y se ven afectadas por la subjetividad, no hay ideas infalibles, no hay proyecto perfecto, no hay profecías, premoniciones ni augurios que se cumplan al pie de la letra.
Eso lo comprueba la experiencia tanto individual como colectiva.
¿A qué viene esta perorata con ínfulas filosóficas?
A que muchos se preguntan hasta dónde llegará la contraofensiva continental de la derecha, que viene obteniendo importantes victorias en los tiempos recientes ¿Se acerca una época de larga oscuridad?
¿Se apoderará la Nada de estas tierras, como en el mundo de Fantasía de La historia sin fin (Michel Ende)?
¿Se recuperarán los movimientos transformadores y volverá la ola progresista a gobernar en aquellos países que han retrocedido o que están comprometidos?
Y si lo hacen ¿En qué devendrán, finalmente?
Son preguntas que solo el tiempo responderá, pero en todo caso parece llegado el momento de profundizar el debate sobre la izquierda latinoamericana, su destino, sus ideas, sus métodos, sus ejecutorias políticas y las de los gobiernos que ha podido asumir.
Y de asuntos más estratégicos, por ejemplo sobre lo que hasta ahora se asemeja más a una entelequia que a una concreción: el socialismo. Siempre es bueno apelar a intelectuales de alto vuelo, aunque no compartamos siempre sus diagnósticos.
Veamos hoy una entrevista reciente a Jorge Beinstein, destacado economista marxista, especializado en prospectiva y economía global. Según Beinstein, “Los progresismos latinoamericanos, desde sus versiones más conservadoras como la del Frente Amplio de Uruguay hasta las más radicalizadas como la de Venezuela intentaron reformar los sistemas capitalistas existentes, en algunos casos para humanizarlos, mejorarlos socialmente y en otros para superarlos gradualmente, no se produjeron revoluciones sino reformas más o menos audaces”.
Este es el primer asunto a discutir: ¿Se produjo una revolución en Venezuela? Por supuesto que sí, lo que pasa es que seguramente se refiere a que no se produjo una revolución socialista o marxista. Es más bien una revolución venezolana, latinoamericana, bolivariana y chavista.
El carácter revolucionario de un evento histórico no se define porque sea dirigido por marxistas (ejemplos abundan: la Revolución Francesa, la Revolución Mexicana, la Revolución Sandinista).
Se produce una Revolución cuando se acomete cambios profundos en una sociedad que afectan la relación entre las clase sociales, los valores predominantes, los factores de poder, etc.
Nosotros no dudamos que en América Latina se vive un momento revolucionario, aunque no exista el socialismo como sociedad global en ninguno de nuestros países, incluida Cuba, según nuestro criterio.
Ahora bien, como hemos dicho, ese momento revolucionario se encuentra altamente comprometido por la embestida de la derecha, los errores cometidos y la escasez de un debate real, profundo, crítico, autocrítico y eficiente que nos impulse hacia adelante.
Siguen las opiniones de Beinstein:
“Esas experiencias pudieron aprovechar la efímera mejora del comercio internacional de materias primas para combinarla casi siempre con ampliaciones de los mercados internos, sobre todo expandiendo el consumo popular.
También aprovecharon el retroceso geopolítico del Imperio para construir políticas relativamente autónomas.
Pero eso se fue agotando al profundizarse la crisis global a partir de 2008 y sobre todo desde 2014 cuando cayeron los precios de las materias primas a lo que se agregó una ofensiva muy fuerte de los Estados Unidos reconquistando su patio trasero latinoamericano”.
Esta es una idea interesante ¿Se están agotando las experiencias transformadoras de América Latina?
Esta opinión es difícil cuestionarla, de cara a los acontecimientos recientes. Digamos que hay, al menos, síntomas de agotamiento ¿Qué hacer cuando algo tiende a agotarse?
Una persona, una sociedad, una revolución. Sin duda se hace necesario inyectar nuevas energías que recuperen el cuerpo de la Revolución Latinoamericana y le permitan seguir adelante.
Nuevas energías transformadoras, por supuesto, nuevas creatividades, nuevos correlatos, nuevas audacias, nuevos métodos ¿Nuevos liderazgos? Imposible saldar un tema tan complejo en el espacio de este Análisis.
Así que continuaremos mañana, si la realidad nos lo permite.
Publicado por alberto rolland