Las colonias israelíes despliegan una “entusiasta hospitalidad” para hacer frente a las críticas internacionales por su estatus ilegal.
Durante años el grupo de Tel Aviv Shurat HaDin, también conocido como Centro de Derecho de Israel, ha organizado giras turísticas por Israel al tiempo que seguía con sus actividadescotidianas de “luchar contra el terrorismo y salvaguardar los derechos judíos en todo el mundo”.
Los paquetes de excursiones de una semana de duración, que se anuncian como la “ Misión primordial a Israel ”, ofrecen alojamiento en hoteles de cinco estrellas, transporte en autobuses de lujo y un teléfono móvil para cada participante. El coste es de solo 3.150 dólares (sin incluir el billete de avión), más una donación obligatoria de entre 600 y 5.000 dólares por persona.
El itinerario, que promete una “exploración dinámica e intensiva […] de la lucha de Israel por la supervivencia y la seguridad en Oriente Próximo”, incluye lo siguiente: “sesiones informativas a cargo de agentes del Mossad y de comandantes del [servicio de inteligencia israelí] Shin Bet”, “[asistir a] un juicio a terroristas de Hamas en un tribunal militar de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés, el ejército israelí)”, “excursiones a las posiciones militares de las líneas de frente libanesa y siria, y a los checkpoints de la frontera de Gaza”, una reunión con agentes árabes de Israel infiltrados en grupos terroristas y que proporcionan informes de inteligencia en tiempo real” y una excusión a los “controvertidos Muro de Seguridad y bases militares del IDF”.
Por supuesto, una misión tan primordial como esta no puede satisfacer las necesidades de cada viajero. También hay una amplia gama de opciones de vacaciones para aquellos turistas que prefieran centrarse en el vino, el queso artesano o los colonos extremistas de Cisjordania.
Un artículo reciente del Washington Post titulado “Tourism is the new front in Israeli settlers’ battle for legitimacy” [El turismo es el nuevo frente de la batalla de los colonos israelíes por la legitimidad] describe cómo los colonos israelíes despliegan una “entusiasta hospitalidad” como medio para defenderse de las críticas internacionales por su status ilegal . El artículo explica que el aumento del turismo en las colonias ha ido acompañado de una proliferación de bodegas y bed and breakfasts: “En esta campaña las catas de vino son una nueva arma contra la solución de los dos Estados. Los bungalows de vacaciones son los nuevos hechos consumados sobre el terreno”.
Desgraciadamente, los palestinos carecen de oportunidades similares de forjar sus propios y muy rentables hechos sobre el terreno ya que a día de hoy verdaderamente no hay un mercado para vacaciones en las que, por ejemplo, un misil israelí masacre a tus hijos mientras juegan al fútbol en la playa.
Más allá del consumo de vino y queso, las colonias de Cisjordania ofrecen muchos otros servicios para todo tipo de visitantes y de gustos. El Whashington Post informa: “Hay […] tirolinas, masajes New Age, fábricas de cerveza artesanal, retiros espirituales y zoológicos, a menudo en lugares protegidos por soldados israelíes”.
¿Quién no querría un masaje militarizado?
Además de apropiarse físicamente del espacio, la función natural de todas estas atracciones es lavar la imagen de un paisaje odioso (y junto él de un ejército asesino) convirtiendo el territorio en un país de las maravillas que mima el cuerpo y el alma. Por supuesto, por debajo de la fachada lo que hay es el robo de tierra y la limpieza étnica de toda la vida (y, no, esta última no es una técnica de purificación New Age).
El artículo del Wahsington Post especifica que también se ofrecen itinerarios “más provocativos” en las colonias de Cisjordania, como excursiones a puestos de avanzada en colinas famosos por su violencia en contra de los palestinos. Un rabino que encabeza una de estas salidas que se ofrecen a un grupo de turistas jubilados afirmó en un intento de disipar los estereotipos sobre los llamados “jóvenes de la colina”: “La verdad es que son chicos de lo mejor que hay, aman esta tierra y quieren hacer aquí su vida” .
El artículo también dedica buena parte de su espacio a una tal Karni Eldad, que explica que la “era de las colonias” de las décadas de 1970 y 1980, “cuando tuvimos que construir lo más posible, de lo contrario se lo habrían devuelto a los árabes”, ha sido sustituida ahora por la “era del turismo”.
Eldad es coautora de una guía turística titulada Yesha es divertido [ Yesha Is Fun ] sobre Cisjordania, a la que los colonos llaman “Yesha”. La página web del libro señala que el enorme éxito que han tenido las versiones en hebreo y ruso del manual ha hecho que se traduzca al inglés de manera que los viajeros anglosajones también puedan disfrutar de “vinos selectos y premiados en Binyamin, aceite de oliva de marca en Samara, un turismo rural con jacuzzi bajo el brillo del cielo del desierto de Judea”, etc, etc.
Mientras hornea diligentemente muesli en una colonia al sur de Belén, Eldad declara al Washington Post que espera que el turismo ayude a poner las cosas en su lugar en el frente de las colonias. He aquí el final del artículo:
“‘La situación no es que los jóvenes de la colina quemen una casa en Duma ’ afirma Eldad refiriéndose a los jóvenes judíos extremistas que supuestamente echaron una bomba incendiaria en el pueblo cisjordano de Duma que mató a un padre y una madre palestinos y a su bebé de 18 meses, además de producir graves quemaduras a otro niño de cinco años.
‘Esto ocurre raras veces’, afirmó Eldad.
‘En la misma colina de la que proceden los incendiarios hay un rebaño de cabras que producen un queso increíble’, señaló”.
Al parecer, son los turistas quienes tienen que escoger un bando: palestinos o cabras.
Mientras tanto habrá que ver si el modelo de Yesha es divertido puede inspirar títulos similares en el futuro. Se me ocurre Guantánamo es divertido.
Como mínimo puede que lo indicado sea una traducción al mandarín del libro de Yesha. El Washington Post citaba a otro colono que insistía en la “necesidad de ampliar nuestro público a nivel internacional” y específicamente en una dirección concreta: “En China no hay antisemitismo, no hay complejos.
Les interesa el vino”.
Pero por desgracias para los israelíes, la historia no se puede lavar con vino para siempre*.
Nota:
* La autora hace un juego de palabras con el verbo “white-wash” (lavar la imagen,) y “wine-wash”, formado sobre “wine”, vino. (N. de la t.).
Los puntos de vista reflejados en este artículo son los de la autora y no reflejan necesariamente la política editorial de Middle East Eye.
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Belen Fernandez es autora de The Imperial Messenger: Thomas Friedman at Work, publicado por Verso. Colabora con la revista Jacobin.