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Juana I de Castilla ¿Estaba loca?

Nace en Toledo el 6 de noviembre de 1479. Sus padres fueron Fernando I de Aragón e Isabel I de Castilla, más conocidos como los Reyes Católicos. Juana era la tercera hija de los Reyes Católicos.

Juana tenía un rostro ovalado, con nariz pequeña y delicada, piel clara y el cabello rubio.

 Era una niña atractiva.

Aprendió música y esta fue una actividad que le acompañó toda la vida, además practicó la danza y tocaba muy bien el clavicordio.

Eran frecuentes los enfrentamientos a gritos con su madre.

Era muy conocido que ambas tenían un fuerte carácter y que Juana lo heredo de su madre Isabel

Recibió una educación propia de una infanta, pero no la prepararon para gobernar, pues creían que nunca lo haría.

Esta educación estaba basada en la obediencia y en fuertes principios religiosos, de urbanidad. Aprendió las lenguas romances que se hablaban en el país, además del francés y latín.

Felipe y Juana

Hacía prácticas de equitación. Entre los principales preceptores que tuvo destaca el dominico Andrés de Miranda, Beatriz Galindo le enseña latín y destaca también Alexandro Geraldin.

La casa de la infanta Juana siempre estuvo controlada por sus padres y no le permitieron ninguna autonomía personal.

Todos los miembros de su casa fueron seleccionados por sus padres.

Juana desde pequeña, dio muestras de un nulo interés religioso en contraposición a la actitud de su madre, que era una beata.

Esta actitud provoca una gran desazón en su madre la reina Isabel I.

Los primeros años de su vida, Juana los pasó en la corte itinerante de sus padres, con los que tuvo una relación distante. Se educó junto a las infantas María y Catalina, en palacios alejados de la frontera con Granada

SU MATRIMONIO

Como era práctica habitual en las monarquías europeas, los Reyes Católicos negociaron los matrimonios de sus hijos con la finalidad de asegurarse los objetivos diplomáticos y estratégicos del país.

La persona elegida para la infanta Juana fue Felipe, archiduque de Austri, hijo de Maximiliano I de los Habsburgos.

La finalidad de dicho enlace era fortalecerse ante Francia que estaba gobernada por la dinastía de los Valois.

En agosto de 1496, se organiza una gran flota que partiría del puerto cántabro de Laredo y tendría destino en Flandes. Sin embargo, la travesía de dicha flota se hace muy peligrosa por el mal tiempo y se tiene que refugiar en Portland en Inglaterra.

A su llegada a Flandes no fue recibida por su futuro esposo Felipe, pues muchos consejeros pretendían convencer a Maximiliano de que no apoyara la alianza con los Reyes Católicos y se decantara por la alianza con Francia.

Diptico con los seis hijos de Juana I de Castilla

Sin embargo, Maximiliano I mantuvo el acuerdo y se celebró la boda el 20 de octubre de 1496. Mientras que la Corte de los Reyes Católicos era sobria y religiosa, la corte borgoñona-flamenca era desinhibida y muy individualista, con grandes fiestas y donde se notaba la riqueza que proporcionaba el comercio,

Cuando se conocieron en persona se enamoraron. Sin embargo, Felipe enseguida perdió el interés por Juana, lo que provocaba grandes celos en ella.

Fruto de este matrimonio fueron seis hijos. Veamos

Leonor nacida en 1498, fue reina de Portugal y en segundas nupcias reina de Francia.

Según la opinión más extendida, este embarazo fue el detonante para el cambio de actitud experimentado por Felipe, que vuelve a sus devaneos amorosos con las damas de la Corte.

Felipe, archiduque de Austria

Carlos nacido en 1500, emperador de España con el título de Carlos I y V de Alemania.

Isabel nacida en 1501 fue reina de Dinamarca.

Fernando nacido en 1503, fue emperador de Alemania.

María nacida en 1505 fue reina de Hungría y Bohemia

Catalina nacida en 1507 fue reina regente de Portugal.

Isabel I de Castilla muere el 26 de noviembre de 1504. Juana no aparece como heredera de la corona castellana porque no era nada religiosa, ni iba a misa ni se confesaba. Sin embargo, Fernando el Católico la proclama reina de Castilla, de esta forma Fernando seguía gobernado los dos reinos.

El archiduque Felipe el Hermoso no quiere ser el consorte de una Reina que no gobierna, por eso se firma “la Concordia de Salamanca” en 1505, acordando un gobierno conjunto de Felipe, Fernando el Católico y la reina Juana.

 En ese momento Felipe y Juana se encuentran en Flandes. En abril de 1506, parten desde Flandes hacía España para llegar a Laredo.

Felipe el Hermoso da la orden de desviarse a La Coruña, para así reunirse con la nobleza castellana.

Estos le dan el apoyo, por lo que Fernando el Católico tiene que firmar “la Concordia de Villafáfila” el 27 de junio de 1506, por lo que Fernando el Católico debe retirarse a Aragón después de una serie de compensaciones económicas.

Felipe el Hermoso es proclamado rey de Castilla en las Cortes de Valladolid, recibiendo el título de Felipe I. Su reinado es efímero pus el 25 de noviembre del mismo año de su coronación muere en el Palacio de los Condestables de Castilla.

Juana decide trasladar el cuerpo de su marido a Granada desde Burgos, tal como Felipe Había planteado desde su lecho de muerte, con la condición de que su corazón fuera trasladado a Bruselas.

Fernando el Católico no quería que fuera trasladado a Granada. Juana inicia el traslado y siempre se hacía por la noche, acompañando el féretro gran número de personas.

La reina Juana no se separó ni un momento del ataúd de Felipe.

Después de un tiempo de comitiva, la reina Juana da a luz a su sexto hijo, póstumo de su marido, que será una niña que toma el nombre de Catalina.

Doña Juana 1877 de Francisco Pradilla. Museo del Prado

La víspera de la muerte de Felipe el Hermoso se creó un Consejo de Regencia presidido por Cisneros.

La nobleza y las ciudades se dividen en quien debía dirigir la regencia, mientras que Carlos no fuera mayor de edad.

 Por un lado, estaban los que apoyaban que fuera Maximiliano I, mientras que otros querían que fuera Fernando el Católico.

La demencia de Doña Juana. Lorenzo Vallés. 1867. Mueso del Prado

La reina Juana trató de gobernar, para lo que revoca e invalida las mercedes otorgadas por Felipe I el Hermoso, intentando restaurar el funcionamiento del Consejo Real.

Cisneros sin consultar con la reina Juana, se reúne con Fernando el Católico para solicitarle que vuelva a Castilla. Para dar legalidad al nombramiento de Fernando el Católico como Regente, se convocan Cortes, pero la reina se negó a convocarlas.

Fernando el Católico se entrevista con su hija el 28 de agosto de 1507, volviendo a asumir el gobierno de Castilla.

 En febrero de 1509, Fernando ordena encerrar a Juan en Tordesillas para así evitar que se formase un partido nobiliario en torno a su hija.

El encierro de Juana también estuvo motivado para impedir las apetencias del rey de Inglaterra, Enrique VII y del emperador austriaco Maximiliano I.

Fernando el Católico se casa con Germana de Foix, con la intención de tener un hijo y de esta forma su hija Juana dejara de ser un problema. Sin embargo, en este segundo matrimonio no tiene descendencia.

El hijo de Juana, el futuro emperador Carlos I de España y V de Alemania se aprovecha de la supuesta incapacidad de su madre la reina Juana, a la que mantiene encerrada y se apropia de los títulos reales que le correspondían a su madre. La reina Juana nunca fue declarada incapaz por las Cortes de Castilla, ni se le retira el título de reina.

Oficialmente, Juana y Carlos I correinaron en Castilla y Aragón, sin embargo, Juana nunca tuvo ningún poder real. En los documentos oficiales siempre debían aparecer en primer lugar la firma de Juana y después la de Carlos I.

Juana permaneció encerrada en Tordesillas desde 1509 hasta su muerte el 12 de abril de 1555. Al inicio de su enclaustramiento estuvo acompañada por su hija menor, Catalina, hasta que en 1525 la dejó para poderse casar con el rey de Portugal Juan III.

En el año 1520, se produce la guerra de las Comunidades de Castilla. Los jefes comuneros intentaron ponerla de su parte y le ofrecieron liberarla. Cuando el ejército comunero conquista Tordesillas, el 29 de agosto de 1520, se entrevistaron con la reina Juana, pero ella se negó a intervenir en el conflicto en ningún sentido y a firmar ningún documento.

La primera parte de su enclaustramiento estuvo bajo el control del sacerdote Luis Ferrer. Le aterraba que la reina Juana pudiese morir bajo su custodia, y no dudó en el empleo de la violencia, como cuando ésta se negaba a comer o a asistir a misa y comulgar. Fue destituido por el cardenal Cisneros en 1516.

La reina doña Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija, la infanta doña Catalina, 1906. Francisco Pradilla

Su segundo gobernador de la casa de Juana fue Hernán Duque de Estrada, que era un hombre culto y que trataba a la reina con compasión. Una vez escribió al cardenal Cisneros, diciéndole que había que tener paciencia con la reina, pues tenía prolongados periodos de lucidez y decía “lo que no cabe duda es cuánto conviene razonar con amor, porque si quieres torcer su voluntad por la fuerza, todo se desbarata”.

Está claro, que tenía un carácter fuerte, que no era nada religiosa pues se negaba a acudir a misa, confesar y comulgar, lo que hizo que su madre Isabel I, la detestara, dado su hacendado catolicismo. Juana se sublevaba ante un mundo gobernado por el hombre y se negaba a admitir las infidelidades de su marido, como sí hacían otras reinas.

Con la llegada al poder de Carlos I, la situación de Juana empeora pues se designa al marqués de Denia para la vigilancia de la reina.

Se le restringieron las visitas exteriores. Se tardó cuatro años en informarle de la muerte de su padre Fernando el Católico.

En 1527, se llevaron el ataúd de Felipe el Hermoso sin comunicárselo a la Capilla Real de la catedral de Granada.

Carlos I tuvo especial empeño en que su madre se confesará y llevará una vida cristiana con asistencia diaria a misa y que comulgara, pero el fracaso fue total.

Juana con dos de sus hijos, uno de ellos Carlos I de España

La vigilancia del duque de Denia fue durísima y cruel. Hacía el final de su vida, se negaba a comer, ni se peinaba, ni tan siquiera se aseaba ni se vestía.

Para ella, los oficios religiosos no existían y fue una actitud que mantuvo toda su vida.

En 1554, su nieto Felipe II envió al jesuita Francisco de Borja, para que averiguara el por qué de su negativa a ir a la iglesia. Francisco de Borja reprochó a la reina Juana el que no asistiera a los oficios. Juana adujó que las mujeres de la familia del duque de Denia Obstaculizaban su vida religiosa y, tras acusarlas de ser “unas brujas empedernidas”,solicitó que fueran investigadas por la Inquisición.

Juana y su esposo con gente de la corte

La reina Juana murió el Viernes Santo de 1555, cuando ya tenía 76 años y había estado confinada 46 años. En su lecho de muerte se negó a confesarse a pesar de esto se le dio la extremaunción de forma obligada.

El cuerpo de Juana fue depositado en el convento de Santa Clara en Tordesillas. Fue en 1573, cuando sus restos fueron trasladados a la Capilla Real de la catedral de Granda junto a su esposo.

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http://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/juana-i-castilla-estaba-loca/20160516122942128372.html

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