Desde principios de los años 1830’s América no tenía un Banco Central. Los Jesuitas deseaban desesperadamente otro Banco Central en América con el fin de poseer una reserva sin límites para sus muchas guerras y tramas ocultas alrededor del mundo.
En 1910, un grupo de hombres muy poderosos se reunió en la isla de Jekyll, en la costa de Georgia para establecer un Banco Central al que llamaron el Banco de Reserva Federal.
Estos hombres eran Nelson Aldrich y Frank Vanderlip, ambos representando al imperio de los Rockefeller; Henry Davidson, Charles Norton y Benjamín Strong representando J.P. Morgan y Paul Warburg, representando a la dinastía banquera europea de los Rothschild.
El 23 de diciembre de 1913 fue creado oficialmente el Sistema de Reserva Federal por la Ley de la Reserva Federal (Federal Reserve Act). Todos los bancos nacionales tuvieron que unirse al sistema.
Tres grandes magnates que viajaban en el Titanic se oponían a la creación de la Reserva Federal: John Jacob Astor (dueño del Empire State Building), Benjamin Guggenheim (el rey del cobre) e Isador Strauss (dueño de los almacenes Macy´s, los mayores del mundo). J.P Morgan financió y mandó construir el Titanic, la mejor forma de reunir a los hombres más ricos del mundo en un primer viaje.
Curiosamente, J.P. Morgan que también estaba en el pasaje, decidió cancelar el viaje en el último momento alegando falsamente que estaba enfermo.
Físicos suizos encontraron extraños agujeros en el casco del Titanic, agujeros que no pudieron ser causados por un iceberg sino, según testigos de la tragedia, por una explosión.
La construcción del Titanic comenzó en 1909 en un astillero en la capital del norte de Irlanda. Belfast era una cuidad protestante por lo que era odiada por los Jesuitas.
El Titanic era uno de los botes de la flota que poseía la línea White Star, una compañía de transportación marítima internacional.
“El negocio bancario no era el único en el que Morgan tenía un interés económico fuerte.
Haciendo uso del control que tenía sobre los ferrocarriles de la nación y usando el mismo como herramienta, había creado un tipo de financiamiento internacional que incluía las dos líneas alemanas más grandes y una de las dos más grandes en Inglaterra, la línea White Star.” — Ibid, p.246.
Los Jesuitas le ordenaron a J. P. Morgan construir el Titanic.
Este barco supuestamente “indestructible” sirvió como el barco en el que encontraron la muerte aquellos que se oponían a los planes de los Jesuitas de establecer un Sistema de Reserva Federal.
Estos hombres ricos y poderosos pudieron haber bloqueado el establecimiento de la Reserva Federal y sus poderes y fortunas serían arrebatados de sus manos.
Tenían que ser destruidos por medios tan absurdos que nadie sospechara que habían sido asesinados y nadie sospecharía que habían sido los Jesuitas.
El Titanic fue el vehículo de su destrucción.
Para poder proteger al Papado y a los Jesuitas de cualquier sospecha muchos irlandeses, franceses y católicos romanos italianos inmigraron al nuevo mundo a bordo del barco.
Eran personas que podrían morir sin que se considerase sus muertes como algo importante.
Los Protestantes de Belfast que querían inmigrar a los Estados Unidos fueron invitados también a bordo del barco.
Edward Smith, capitán del Titanic, había navegado las aguas del Atlántico Norte por veintiséis años y era considerado el más famoso maestro de las rutas del Atlántico Norte.
Él había trabajado con el Jesuita J. P. Morgan por muchos años.
Smith, era un ‘Jesuita laico’. Esto significa que no era un sacerdote pero que sí era un Jesuita de sotana corta. Los Jesuitas no son necesariamente sacerdotes.
Aquellos que no son sacerdotes le sirven a la Orden a través de su profesión.
Cualquiera puede ser un Jesuita y su identidad no ser conocida. Edward Smith, le sirvió a la orden de los Jesuitas en su profesión de Capitán de Mar.
Cuando el Titanic partió de la parte sur de Inglaterra el diez de abril de 1912, Frances Browne el maestro Jesuita de Edward Smith abordó el Titanic.
Este hombre era el Jesuita más poderoso en toda Irlanda y respondía directamente al general de la orden Jesuita en Roma.
Browne revisó con Edward Smith por última vez en cuanto a lo que tenía que hacer en las aguas del Atlántico Norte.
El General Jesuita le dijo a Francis Browne lo que iba a suceder; Browne se lo dijo a Smith y el resto es historia….
A Edward Smith se le ordenó hundir al Titanic y él lo hizo tal y como le fue ordenado hacer.