La Constitución de Estados Unidos define a su pueblo como una nación. Sin la ley principal, sería un país diferente.
Por lo tanto, perder la Constitución es equiparable a perder el país, escribe el analista estadounidense Paul Craig Roberts.
El exasesor económico del gobierno de Ronald Reagan se pregunta en su blog si todavía existe la Carta Magna estadounidense.
"La Décima Enmienda se dedica a los derechos reservados por los Estados y no a los delegados del Gobierno federal. Es un papel mojado", señala Roberts.
Las secciones 1 y 8 del Artículo 8 de la Constitución describe los principales poderes del Congreso, "y ambas secciones han sido violadas", indica en su artículo.
El otorgamiento por la Constitución de "todos los poderes legislativos" al Congreso ha sido derogado por decretos ejecutivos y declaraciones de firma presidenciales. El presidente puede usar decretos ejecutivos para legislar y declaraciones de firma para interpretar una u otra sección de la ley aprobada por el Congreso e impedir su implementación.
La autoridad legislativa además se ha erosionado por delegarse a funcionarios ejecutivos el poder de escribir las normas de implementación de las leyes. El derecho del Congreso para declarar una guerra ha sido usurpado por el poder ejecutivo.
"Así que, los poderes principales otorgados al Congreso han sido cedidos al poder ejecutivo", resume Roberts.
La Primera Enmienda, que protege la libertad de expresión, de prensa y de manifestación, ha sido comprometida por las declaraciones del poder ejecutivo sobre la 'seguridad nacional', sostiene el analista.
Se juzga inexorablemente a activistas de derechos humanos pese a que las leyes federales deben protegerlos. La libertad de manifestación ha cedido a arrestos, gas lacrimógeno, porras, balas de goma, cañones acuáticos y la cárcel.
"La libertad de expresión es limitada por la corrección política y temas tabú. Hay indicios de que la disidencia está siendo criminalizada", subrayó Roberts.
La Cuarta Enmienda, que protege a los individuos contra registros y confiscaciones arbitrarios, también "es papel mojado".
"En su lugar tenemos registros no autorizados, irrupciones en casas por las fuerzas especiales, registros al desnudo y de cavidades, incautaciones no autorizadas de computadoras y móviles, así como la pérdida de cualquier intimidad debido al espionaje ilegal omnipresente", recalcó el analista.
Pasando también por la Quinta, Sexta y Octava Enmienda -que protegen a los ciudadanos contra el doble enjuiciamiento, autoincriminación, procesos judiciales injustos y condenas demasiado severas- Roberts concluye:
"Es paradójico que cada libertad civil de la Declaración de Derechos ha sido perdida debido al estado policial, con excepción de la Segunda Enmienda, sobre el derecho de los ciudadanos a tener armas de fuego".
Históricamente, un gobierno que pueda, sin el debido proceso, lanzar a un ciudadano a un calabozo o ejecutarlo de manera extrajudicial esto debería ser considerado como una tiranía, y no como una democracia, continúa Roberts.
"Por cualquier definición histórica, Estados Unidos hoy en día es una tiranía", acentuó.