Pablo Gonzalez

¿Cuba puso al mundo al borde del holocausto mundial en octubre de 1962.?


Durante largo tiempo el conflicto Estados Unidos-Cuba ha sido estudiado por numerosos académicos en el mundo, fundamentalmente de los países implicados. 

Sin embargo, a pesar de las numerosas investigaciones existentes al respecto y de las miles de páginas de documentos desclasificados en el propio Estados Unidos, todavía hoy persisten determinados mitos, sustentados en el desconocimiento, la falta de información, los análisis superficiales y la manipulación intencionada con propósitos políticos.

Abundan los enfoques que al exponer e interpretar la llamada Crisis de Octubre señalan a Cuba como la máxima responsable de poner al mundo al borde del holocausto mundial. 

Ello también responde a la manera errada en que se manejó la crisis, en especial por la dirección soviética, siendo Cuba la más desfavorecida tanto en su imagen internacional como en la solución a que llegaron Kennedy y el premier soviético Nikita Serguéievich Jruschov.

La manera en que Jruschov actuó al producirse la crisis, cuando sin contar con la dirección cubana negoció con Kennedy la salida de los cohetes nucleares de la isla, y peor aún, de manera subrepticia negoció esa salida a cambio de la retirada de los misiles nucleares estadounidenses ubicados en Turquía e Italia, dejan mucho que desear sobre las verdaderas o fundamentales motivaciones que tuvo Jruschov a la hora de proponer a los cubanos la instalación de los cohetes en Cuba. 

¿Qué tenían que ver los cohetes de Turquía e Italia con la defensa de Cuba? 

¿Por qué no exigió se devolviera a la Mayor de las Antillas el usurpado territorio de la Base Naval de Guantánamo, se eliminara el bloqueo económico u otros aspectos que sí se ajustaban a los intereses de la isla?

A pesar de que en las concepciones defensivas ya elaboradas para entonces por parte de la máxima dirección cubana, los misiles nucleares no estaban comprendidos, y de la conciencia de los líderes cubanos de que su presencia en el territorio insular podía afectar el prestigio de la Revolución, se aceptó la instalación de los cohetes, a partir de que se cumplía con un principio ineludible de apoyo internacionalista con el Campo Socialista y la URSS en particular, sobre cuya amistad no existía la menor duda, porque la había demostrado muchas veces. 

Se trataba entonces, de que si la URSS había estado siempre dispuesta a ayudar a Cuba en los momentos más críticos, no se podían esgrimir intereses nacionales estrechos, cuando los que estaban en juego eran los intereses del Campo Socialista como un todo y por supuesto, vistos en un sentido más estratégico, los de la capacidad para defender a Cuba también.

Mucho se perdió en el terreno moral, político y diplomático cuando los soviéticos decidieron que la instalación de los cohetes nucleares en Cuba se hiciera de manera secreta, y solo hacerla pública cuando fuera un hecho consumado, al que Estados Unidos supuestamente tendría que resignarse. 

El Líder de la Revolución Cubana defendió en todo momento que la operación se hiciera pública bajo el respaldo del derecho internacional, pues no había nada ilegal en ello. 

Aunque mantuvo el criterio de que los soviéticos eran los que debían tomar la decisión final, por consideración a su gran experiencia internacional y militar.

Solo la posición valiente e intransigente de la dirección cubana al negarse a cualquier tipo de inspección del territorio cubano, al platear los Cinco Puntos e impedir en todo momento que se le presionara, fue lo que salvó el prestigio moral y político de la Revolución en aquella coyuntura, y que la isla no fuera vista como un simple peón de los soviéticos.

La famosa y tantas veces manipulada carta de Fidel a Jruschov, escrita entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de octubre (traducida y enviada al líder soviético desde la embajada de la URSS en La Habana), ha sido uno de los documentos más utilizados para ubicar al Líder de la Revolución como un “irresponsable” y hasta un “loco” que puso en riesgo la existencia humana en la faz de la Tierra.

Hay que decir que si para Estados Unidos la crisis había comenzado en octubre de 1962, Cuba vivía una crisis que amenazaba su supervivencia como nación independiente y soberana desde enero de 1959, enfrentada a las más disímiles formas de agresión del Gobierno de Estados Unidos, incluyendo la invasión mercenaria de Playa Girón en abril de 1961. 

La Operación Mangosta, la más amplia operación de guerra encubierta elaborada e implementada por Estados Unidos contra otro país, aprobada por el presidente Kennedy en noviembre de 1961, debía concluir con la invasión directa de las fuerzas armadas estadounidenses en la isla, precisamente en octubre de 1962.

La carta enviada por Fidel a Jruschov no proponía dar el primer golpe nuclear preventivo, sino que, en caso de producirse la invasión a Cuba –la variante menos probable–, no vacilara la URSS de responder con armas nucleares evitando cometer los mismos errores de la Segunda Guerra Mundial, pues la invasión significaba que ya Estados Unidos se había decidido a iniciar la guerra termonuclear lanzando el primer golpe nuclear contra el país soviético. 

Es de destacar que si Fidel hubiera dominado el estado real de la correlación de fuerzas nucleares, con una ventaja aplastante para el lado norteamericano, esta misiva jamás se hubiera producido, pues significaba incitar al líder soviético al suicidio de su pueblo.

Esta carta también ha sido utilizada para sostener la versión de que a los soviéticos, ante las “propuestas irracionales” del Líder cubano, no les quedó más remedio que negociar con Estados Unidos de espaldas a la dirección de la isla.

 Este aserto no tiene fundamento, en tanto la decisión soviética de hacer proposiciones a los norteamericanos sin tener en cuenta las opiniones de Cuba habían sido tomadas en Moscú desde el día 25 de octubre, cuando la carta de Fidel no había sido concebida.

Un testimonio de extraordinaria valía para demostrar la falsedad de los criterios que señalan que Fidel incitó a Jruschov a dar el primer golpe nuclear preventivo contra el territorio estadounidense es el de Alexander I. Alexéiev, quien se desempeñaba en octubre de 1962 como embajador de Moscú en La Habana y a quien el jefe de la Revolución le dictara el controvertido mensaje:

“…la noche del 26 para el 27 de octubre Fidel Castro visitó nuestra Embajada y dictó el texto de una carta para que se le hiciera llegar a N. S. Jruschov. 

En la misma se abordaba cuán tensa se había tornado la situación y la posibilidad de un ataque estadounidense (invasión o bombardeos) a Cuba en las próximas 24-72 horas. Fidel alertaba a Jruschov sobre la perversidad de los americanos y lo convocaba a tomar todas las contramedidas imprescindibles, aunque en honor a la verdad, sin llegar a concretarlas. 

Estando todavía Fidel en la Embajada, envié un breve cifrado en el que informaba sobre la posibilidad del ataque a Cuba. Unas horas antes nuestros militares habían cursado un telegrama a Moscú en los mismos términos preocupantes. 

La carta de Fidel salió para Moscú más tarde, una vez que se tradujo al ruso, y no fue hasta la mañana del 28 que llegó a manos de la dirección soviética, cuando ya había sido adoptada la decisión sobre la retirada de los proyectiles. (Se sabe también que lo que llegó por vía telefónica del Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS a la secretaría de Jruschov no fue el texto íntegro del mensaje sino un resumen, motivo por el cual se pudieron producir imprecisiones).

Este mensaje generó serias incomprensiones ya que N. S. Jruschov en una de sus cartas reconvino a Fidel por haberle supuestamente sugerido que asestara un golpe nuclear preventivo contra el enemigo. 

La carta de Fidel fue dada a conocer por la prensa cubana y de ella no se infiere semejante conclusión.

Fidel admite que el malentendido se deba a inexactitud de la traducción o a que yo no lo haya interpretado a él correctamente”.

Continuará…

Elier Ramírez Cañedo

Related Posts

Subscribe Our Newsletter