Khalid Medani, en esta conversación con el anfitrión de Status Bassam Haddad, ofrece un relato casi completo del pasado reciente de Sudán, sus luchas internas y externas y desafíos actuales.
Khalid Mustafa Medani es profesor adjunto de Ciencias Políticas y Estudios Islámicos en la Universidad McGill. Antes de incorporarse a esta Universidad, Medani fue enseñante en el Oberlin College y en la Universidad de Stanford.
El profesor Medani tiene una licenciatura en Estudios para el Desarrollo de la Universidad Brown, un máster en Estudios Árabes del Centro para Estudios Árabes Contemporáneos en la Universidad Georgetown y un doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de California, Berkeley.
Ha publicado diversos artículos sobre las raíces del conflicto civil y la financiación del movimiento islámico en Sudán, la cuestión de la financiación informal y el terrorismo en Somalia, los obstáculos a la construcción de Estado en Iraq y el papel de las redes informales en el crecimiento de la militancia islámica.
En agosto de 2007, Medani fue nombrado Carnegie Scholar del Islam y galardonado con una prestigiosa beca de la Corporación Carnegie de Nueva York.
-Bassam Haddad (BH): Antes de empezar, me gustaría que te presentaras. Estamos muy contentos de hablar contigo porque la mayor parte de lo que escuchamos en las noticias no refiere nada sobre Sudán y esto puede también aplicarse a los medios árabes, no sólo a los europeos y estadounidenses. Pero antes de profundizar en las cuestiones más destacadas, me encantaría que nos hablaras un poco de ti.
-Khalid Medani (KM): Con mucho gusto. Bien, mi nombre es Khalid Mustafa Medani, soy sudanés y doy clase como profesor adjunto de Ciencias Políticas y Estudios Islámicos en la Universidad McGill. Una de las áreas de mi especialidad es lógicamente la política contemporánea en Sudán; imparto una serie de cursos sobre la Política de África y Oriente Medio.
Me entusiasma hablar de los acontecimientos actuales, de los desarrollos políticos en Sudán porque soy consciente que apenas se abordan, sobre todo si tenemos en cuenta todo lo que está pasando en la región. No obstante, sé que hay gran interés por la política de Sudán, por eso me encantaría poder aportar alguna información al respecto.
-BH: Vamos a aprovecharnos del privilegio que supone tenerte aquí. Así pues, partiendo de una perspectiva muy básica, la de alguien que conoce la región pero que no escucha gran cosa sobre Sudán a menos que se trate de un cambio tectónico o de algún tipo de acontecimiento que por alguna razón interfiera en la geopolítica de la región y se convierta en algo de “interés periodístico”. Pero más allá de los titulares y de algunos de esos sucesos, ¿está observando alguien lo que está ocurriendo en el país? ¿Puedes hablarnos un poco acerca de cuáles son las líneas generales de la evolución en los últimos años o meses?
-KM: Claro, es imposible hablar sobre Sudán sin referirnos a la escisión del país en 2011. Creo que la mayoría de la gente sabe que Sudán, el Estado-nación, se dividió y que el sur de Sudán se separó y se independizó en 2011. Ese hecho es en sí mismo una agenda, un tema o una cuestión de “interés periodístico” al que creo que la región y el resto del mundo deberían prestar atención, especialmente en lo referente a las consecuencias que para el país y para la región representa el hecho de que Sudán se haya escindido formalmente.
¿Cuáles son las consecuencias políticas y sociales cuando uno de los grandes países de la región –tanto como país africano como país de lengua árabe- se divide? Pienso que los pueblos de la región están muy interesados en ello aunque a nivel oficial y formal no lo parezca.
Pero teniendo en cuenta lo que está ocurriendo en la zona –la fragmentación de muchos otros Estados siguiendo líneas sectarias, étnicas o de diferentes clanes-, Sudán es realmente importante porque sirve como advertencia, pero también puede servir como lección de lo que sucede y de cómo afrontar una división real profunda en un país tan grande.
Y desde luego que eso tiene también consecuencias en el norte, en Sudán propiamente dicho, en el Sudán original con la capital Jartum. Y desde luego, en el nuevo país, en Sudán del Sur.
Creo que tus oyentes deberían centrarse en los últimos veinte meses –se trata de un período largo de tiempo-. Sudán del Sur ha estado viviendo un conflicto civil muy amargo que casi se convirtió en genocidio entre los diferentes grupos tribales.
Y todo eso a lo largo de veinte meses. El coste humano es indescriptible. Es muy duro de explicar, no sólo por las matanzas que se produjeron sino también por el hambre y el desplazamiento de tantos seres humanos por el país.
Por tanto, tenemos allí una crisis humanitaria que se origina en una crisis política y en la rivalidad entre el líder de Sudán del Sur, Salva Kiir, y el líder rebelde, Riek Machar. Quiero subrayar que existe un enorme y profundo conflicto civil hereditario entre las tribus con proporciones trágicas inmensas. Creo que la gente debe conocer lo que está pasando.
Lo que hace que este conflicto sea también regional es que es un país que limita, además de Sudán, con Kenia, Uganda y la República Democrática del Congo.
Por tanto, tiene efectos secundarios en la inestabilidad de toda la región y también tenemos ahí la cuestión del petróleo existente en Sudán del Sur, donde hay involucrados muchos actores internacionales aunque los principales sean EEUU y China. Y ese petróleo ha provocado un enfrentamiento real y es una fuente de violencia entre los diferentes líderes que movilizan a sus grupos étnicos, los dinka, por parte de Salva Kirr, el presidente, o los nuer, por parte de Riek Machar.
Esto es algo que hay que tener muy presente. Es el lado trágico y triste de la historia. Aunque, por otra parte, puede que con un poco de suerte pueda hacerse realidad un muy frágil acuerdo de paz firmado el pasado agosto entre estos dos rebeldes, un documento que es bastante amplio.
Hay tres elementos de interés en ese acuerdo: un alto el fuego inmediato, que las fuerzas rebeldes se reintegren en un ejército nacional –el ejército nacional de Sudán del Sur- y un gobierno interino que represente a ambas facciones, a las dos facciones principales. El 96% de este acuerdo interino representa bastante bien los deseos de las facciones del Movimiento de Liberación Popular de Sudán, que es el principal partido político que gobierna el Estado. Por tanto, la idea es tener primero un gobierno interino y después convocar elecciones que legitimen al nuevo Estado de Sudán del Sur y pueda ponerse fin a la violencia.
No obstante ese acuerdo de paz, la violencia continúa, el conflicto continúa, especialmente en los estados ricos en petróleo de Sudán del Sur, sobre todo un estado llamado Unidad, Al Wahda, que tiene mucho petróleo. Este acuerdo de paz no ha podido cumplirse porque hay un conflicto profundo por los recursos.
Otro punto importante que la gente desconoce, por lo que debo subrayarlo, es que la mayoría de los que van a integrar el gobierno interino, si es que llega a materializarse, pertenecen al Movimiento de Liberación Popular de Sudán y a sus facciones; eso implica que muchas organizaciones y rebeldes, que no son parte formal de ningún partido político importante de Sudán del Sur, no han refrendado ese gobierno interino y no han podido aportar nada sobre cómo quieren que sea la constitución, las normas electorales y el nivel de participación de la sociedad que debería involucrarse en la redacción de la nueva constitución. Y sabemos por el pasado que una situación así, a largo plazo, socava realmente cualquier nivel de paz y estabilidad política. Así pues, tenemos que ser muy cautos porque no podemos asegurar que ese acuerdo de paz consiga cuajar en Sudán del Sur.
Que así suceda depende de muchas cosas; lo que Vd. está haciendo, Dr. Haddad, es importante, hay que hacer correr la voz para que se sepa lo que está sucediendo allí. Y la razón por la que digo esto es porque este tipo de acuerdo depende en gran medida de la comunidad internacional y de los actores regionales: Etiopía, Uganda y otros.
La presión que pueda ejercerse al decir: “Esperen un minuto. Es preciso abordar las cuestiones de las violaciones de los derechos humanos”. Es preciso incorporar a las organizaciones de la sociedad civil. Sin la participación del pueblo en general, destacando su presencia, tomándolo muy en serio, no tendremos sino un acuerdo de paz raquítico; y el resto de poderes de los estados no van a tener incentivos para apoyar realmente a ese gobierno interino.
Es necesario impartir justicia en nombre de todos los que han sido asesinados y castigar a los que estaban al frente de las matanzas. Y eso es realmente esencial para hacer que curen las heridas de un conflicto espantoso y violento. Necesitamos pensar en todos estos aspectos.
Ahora, Sudán y el gobierno de Sudán –el del norte-, al que se llama GS para diferenciarlo del GSS (el gobierno de Sudán del Sur) está también implicado en dos conflictos que duran ya mucho tiempo, que creo que la gente conoce pero que habrá olvidado a juzgar por el vacío en las noticias e incluso en los círculos académicos.
Darfur, en la zona occidental, sigue siendo una fuente de conflicto. Como el conflicto se complica cada vez más, como los grupos rebeldes están cada vez más fraccionados y como el Estado central en Jartum ha jugado al divide y vencerás entre las diferentes facciones, la comunidad internacional ha decidido: “Oh, quizá es una situación demasiado complicada para intentar atajarla”. Y parece ser una actitud unánime: las fuerzas de mantenimiento de la paz están aún allí pero carecen de apoyo financiero, son muy débiles a nivel logístico; así pues, la crisis humanitaria, los asesinatos y la violencia prosiguen en Darfur. Hay que tener todo esto en cuenta.
Otra fuente de conflicto sobre la que, en mi opinión, apenas se discute –si es que se discute algo- es el violento conflicto existente en la región fronteriza entre Sudán y Sudán del Sur. Se trata de una insurgencia dirigida por un grupo denominado Movimiento de Liberación Popular de Sudán-Norte e integra una insurgencia fuerte y violenta en las zonas que llamamos las Montañas de Nuba en Kordofan del Sur. Son importantes estados fronterizos.
Es una de las insurgencias más destacadas y ha determinado realmente el curso de la política central de Sudán. En 2011 sucedió algo histórico: esa insurgencia fronteriza denominada Movimiento de Liberación Popular de Sudán-Norte formó una coalición con el Movimiento por la Justicia y la Igualdad y pasó a llamarse Frente Revolucionario de Sudán.
Dentro del Movimiento hay negociaciones en marcha entre el gobierno de Sudán (Jartum) dirigido por Omar al-Bashir y ese Frente, que si bien no ha logrado derrotar militarmente al gobierno central, desde 2011 ha conseguido muchos éxitos en el campo de batalla a pesar de los bombardeos aéreos de dicho gobierno sobre las montañas de Nuba, que han devastado la zona del estado de Kordofan del Sur que se halla junto a la frontera con Sudán del Sur.
Así pues, tenemos ahora negociaciones en curso entre el gobierno de Sudán y lo que yo describiría como la oposición/coalición militar más importante contra ese gobierno central.
El problema es que esas negociaciones se han estancado por una razón: el gobierno de Sudán en Jartum y Bashir insisten en que sólo van a hablar con este grupo rebelde y que la agenda va a limitarse a un acuerdo de paz referido a las zonas fronterizas, la provincia y las montañas Nuba en Sudán del Sur.
Y eso es algo a lo que el Frente Revolucionario de Sudán se opone. Su agenda política es de carácter centrista: quieren una transición a la democracia, quieren un gobierno interino que supervise un nuevo gobierno en Jartum. Por supuesto, esto socava completamente los intereses de Bashir y su grupo. De hecho, una de las principales razones que le llevaron a convocar elecciones en 2005 fue la de generar legitimidad porque temían que el Frente Revolucionario del Sudán fuera ganando cada vez más apoyos.
La idea perseguida por esas elecciones era que se dijera “Omar al-Bashir ha sido elegido democráticamente”, lo que no fue el caso, ya que hubo una participación muy baja porque el gobierno central no contaba con muchos apoyos. El pueblo de Sudán debe tener en cuenta que existe una confrontación histórica entre un grupo rebelde, que ha formado una coalición en las zonas fronterizas, y los grupos rebeldes de Darfur. En realidad, el meollo del conflicto en estos momentos es si este grupo podrá convencer al gobierno y persuadir –desde luego mediante la coacción y el éxito en el campo militar- a Omar al-Bashir para que abra el sistema político, algo que en estos momentos es muy, muy improbable.
A nivel de la sociedad civil, alejándonos un poco de la confrontación militar, que es desde luego lo más importante a la hora de determinar la política de Jartum y de al-Bashir, otro aspecto importante es el diálogo nacional en marcha, al menos se ha anunciado.
Se supone que incluirá no sólo a esos grupos armados sino también a los partidos políticos civiles, incluyendo el Partido Nacional Umma, que muchos observadores saben que es el partido histórico nacional que ha dominado la política civil desde la independencia. Y se supone que ese partido se ha unido a los movimientos armados y a las denominadas Fuerzas de Consenso Nacional, que representan a las organizaciones de la sociedad civil y a otros partidos políticos, incluido el partido dirigido por Hassan Turabi y el partido comunista.
La idea es que ese diálogo se produzca no sólo entre los grupos armados sino entre los grupos y coaliciones de la sociedad civil a fin de discutir acuerdos que conduzcan a una nueva administración política y a un nuevo gobierno interino, un gobierno más representativo, en Jartum. Pero no es probable que tenga éxito porque el gobierno de Bashir ha insistido de nuevo en que la agenda será muy limitada y se niega a supervisar unas elecciones que legalicen y permitan que estos partidos políticos y grupos de la sociedad civil participen de forma libre y justa.
Por tanto, quiero realmente subrayar que hay dos problemas en el norte, en Sudán: un enfrentamiento militar entre Jartum y el Movimiento por la Liberación Popular de Sudán-Norte en alianza con los grupos rebeldes en Darfur, y un conflicto entre los grupos de la sociedad civil, los grupos que defienden los derechos humanos y los partidos políticos civiles en Jartum, que están intentando presionar al gobierno de Bashir para que permita una representación política más amplia. Pero el diálogo tiene muchos puntos débiles y no se ha avanzado prácticamente nada aunque el gobierno sigue diciendo que va a continuar con el mismo.
Como es probable que sepas, el gobierno encarceló y detuvo a una serie de dirigentes muy destacados de los grupos de la oposición y a líderes de la sociedad civil y de los grupos por los derechos humanos. Eso refleja realmente su falta de voluntad a abrir el sistema político a los grupos de la sociedad civil.
Finalmente, creo que la pregunta que cabría plantear es: ¿qué podemos hacer desde aquí por Sudán? Me has oído decir antes que hay dos elementos a tener en cuenta sobre cómo el gobierno de Jartum va a responder ante lo que está sucediendo en Sudán y su oposición al cambio político. Esos dos elementos son: en primer lugar, y no creo que te sorprenda ni a ti ni a tus oyentes, el nivel militar del Movimiento por la Liberación Popular de Sudán-Norte (MLPS-N) o, para ser más específico, de las Fuerzas Revolucionarias de Sudán, la alianza entre los rebeldes de Darfur y los rebeldes que componen el MLPS-N. Justo ahora hay un estancamiento militar, pero este diálogo entre Jartum y el Movimiento empezó realmente en 2011, porque el MLPS-N consiguió éxitos militares sobre el terreno. Y, como sucede en cualquier otro conflicto político o conflicto civil, la cuestión de la victoria militar –de quién consigue victorias militares específicas sobre el terreno- determina las presiones que hacen que Bashir acepte un diálogo que aborde seriamente algún tipo de cambio o transformación del régimen.
El segundo elemento se refiere a que Sudán, al igual que muchos otros países de la región que están sufriendo conflictos civiles –aparte de Iraq o Siria-, está sumido en una crisis económica muy profunda porque a causa de la separación ha perdido la mayoría de sus recursos petrolíferos. Por eso quiero que tus oyentes empiecen a entender que todo esto depende de una serie de consecuencias que van asociadas a la separación entre el norte y el sur. Y el hecho de haber perdido una cantidad enorme de los ingresos procedentes del petróleo ha determinado en gran medida la crisis a que Jartum se enfrenta. Hay noticias recientes que dicen que el gobierno está planeando eliminar los subsidios al grano y combustible, como recordarás, porque lo publicaste en Jadaliyya en su momento. Desde 2011 hasta 2013, ha habido turbulencias civiles asociadas con este tipo de reformas económicas en un contexto de austeridad económica y precios inflacionarios, con una tasa de inflación de más del 50%. Esta situación ha provocado muchos levantamientos populares y agitación social entre la población de clase media y media baja de Jartum, por no hablar ya de los pobres. Y no es algo banal, es algo que puede afectar bastante al gobierno de Jartum.
La falta de atención a todos estos diversos elementos –incluyendo la situación económica, la agitación popular y la impopularidad del régimen de Bashir- favorece a los objetivos del régimen de Bashir. El “apagón”, por así decirlo, de lo que está sucediendo y de algunos de los detalles que acabo de articular está favoreciendo, de momento, al régimen. Sudán no es un país que pueda ser inmune a las presiones internacionales, a las sanciones que están en curso. Por tanto, en ese sentido, que la gente comprenda lo que está pasando en el país es muy importante. Hay algunos países que son más autónomos frente a la comunidad internacional, pero desde luego Sudán no lo es debido a la crisis económica y a las continuadas sanciones por parte de la comunidad europea y EEUU. Por esa razón, lo que estás haciendo –tratar de conseguir que el mundo sepa lo que está pasando en Sudán- puede potencialmente tener muy importantes consecuencias políticas en términos de cambio. Lamentablemente, eso no es algo que pueda decirse para otros países porque habitualmente, en mi opinión, la intervención internacional en otros países suele ser uniformemente negativa. Por tanto, estamos hablando de comprender realmente el tipo de coacciones que este gobierno está enfrentando y que el “apagón” sobre lo que está sucediendo es útil para su objetivo de reprimir a esas comunidades. Y lo repito de nuevo, quiero dejar bien claro lo que está en juego y que estamos hablando de guerras, no sólo de levantamientos populares. Estamos hablando de conflictos civiles en Darfur con gente que muere, desplazamientos de la población y refugiados. Estamos hablando de las montañas al-Nuba, que la gente ni conoce, donde los bombardeos aéreos han asesinados a cientos de miles y desplazado a muchos más. Y, desde luego, estamos hablando de ese brutal conflicto civil en curso en Sudán del Sur que dura ya más de veinte meses. Ninguno de esos factores es demasiado nimio, por tanto, es vital y urgente dar realmente publicidad a lo que sucede en Sudán.
-BH: ¡Guau, Khalid! Ha sido la entrevista más fácil en la historia de la humanidad.
-KM: [Risas] ¡Estupendo, me alegro!
-BH: No ha hecho falta que diga nada. ¿Y sabes qué? Parece como si lo hubiéramos coreografiado, la realidad es que llevo mucho tiempo intentando ponerme en contacto contigo. Y esta es la primera vez en que hemos hablado realmente, es sorprendente… No sé qué decir ahora, porque nos has ofrecido una imagen completa. Pero no te vas a librar. La próxima vez que nos reunamos me gustaría preparar una entrevista más sistemática, una de las largas, aunque la de hoy no haya sido precisamente un vistazo rápido. Has ofrecido una amplia visión de conjunto.
Me gustaría que habláramos también de temas más específicos, desde la economía política a las cuestiones de género y a todo lo que tenga que ver con el escenario político real a nivel interno y, si acaso, a la clase de fuerzas que están luchando por el poder. Pero por ahora me siento más que satisfecho con tus excepcionales respuestas. Muchas gracias.
-KM: Gracias a ti, habibi. En primer lugar, gracias por todo lo que haces por todos nosotros. Es realmente importante, de verdad, porque no solemos disponer de medios como este. Y quiero conseguir que se escuchen las voces del pueblo que están siendo silenciadas desde hace mucho tiempo. Tenemos que lograr que la maravillosa gente que compone la sociedad civil de Jartum pueda realmente empezar a merecer esta atención y poder hablar claro.
Como sabes, los sudaneses están muy politizados –al igual que los palestinos a causa de su conflicto- y a pesar de soportar tiempos muy duros, se expresan de forma muy libre.
-BH: Sí, lo sé, puedo verlo en ti. Me encantaría conectar con tus colegas en Jartum, en Sudán, y que volvieras otro día. Profesor Khalid Medani, de la Universidad McGill, shukran ktir. Estaremos en contacto.
(Entrevista transcrita por Nisreen Zaqout).
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