Cada desastre representa una mezcla de diferentes factores, hechos y errores que se lleva la vida de cientos y hasta miles de personas de una vez y uno de los peores naufragios en tiempos de paz, el del Titanic, que llevó al fondo marino a 1.514 de sus 2.223 pasajeros la madrugada del 15 de abril de 1912, no es la excepción.
Según explica en su artículo para el periódico 'The Huffington Post' el geógrafo y climatólogo, Jonathan Gómez Cantero, a pesar de que las principales causas de la tragedia fueron de carácter humano, incluyendo el mantenimiento de la velocidad máxima del buque durante su trayecto con el fin de llegar a su destino en tiempo récord en busca de publicidad, la naturaleza como tal tampoco jugó a favor del viaje del mítico barco, afirman los expertos.
Así, los cambios en el clima durante décadas antes de la catástrofe y las condiciones meteorológicas y astronómicas semanas antes pueden ser considerados como tres de las claves del naufragio.
La cadena de acontecimientos que llevó al desastre empezó en el lejano año de 1850, cuando un período climático frío que congeló el hemisferio norte, conocido como 'Pequeña Edad de Hielo', llegó a su fin, afirma el científico.
El fenómeno hizo la capa de hielo ártico más grande y aumentó significativamente el volumen de los glaciares. Sin embrago, con el fin de este período llegó la oscilación cálida fundiendo el hielo del Ártico, llenándolo de agua fría.
De acuerdo con Gómez Cantero, este hecho junto con un gran número de icebergs separados de los glaciares que salían al Atlántico hacía sus aguas mucho más frías de lo habitual, disminuyeron enormemente las posibilidades de los pasajeros que se tiraron por la borda de sobrevivir al naufragio.
Además justo tres meses antes de la tragedia, el 4 de enero de 1912, la alineación entre el Sol y la Luna causó mareas anormalmente altas, que separaron de los glaciares más bloques de hielo, llevando estos nuevos icebergs gigantes al Atlántico. El agua gélida, por su parte, mantenía estables estos témpanos de hielo evitando que se derritieran, explica Gómez Cantero.
Otro factor crítico fue el anticiclón que se situó sobre la zona la noche del naufragio.
La superficie del océano demasiado calmada no permitió a la tripulación ver el iceberg con tiempo y evitar el choque. Si hubiese habido viento rompiendo las olas contra el témpano de hielo, hubieran podido verlo con antelación, explican los expertos.
La campana de alarma sonó a bordo del gigante, que llevaba a sus pasajeros de la costa inglesa al otro lado del océano, rumbo a la ciudad de Nueva York, en busca de una vida mejor, a las 23:40 del 14 de abril.
A las 02:20 del 15 de abril la nave "se acomodó" en el fondo marino a 4.000 metros de profundidad, permaneciendo allí hasta el año 1985, cuando fue descubierto.