MANLO DINUCCI / RED VOLTAIRE – ¡Peligro! Arabia Saudita, país firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear, está violando ese compromiso mediante la compra de bombas nucleares en Pakistán.
«Tenemos bombas nucleares», declaró en televisión el analista político saudita Daham al-Anzi, vocero de facto de Riad.
Arabia Saudita ya había proclamado [1] su intención de adquirir armas nucleares en Pakistán –que no ha firmado el Tratado de No Proliferación–, cuyo programa nuclear está financiado al 60% por Riad. Ahora, por boca de al-Anzi, el reino saudita anuncia que comenzó a comprar armas nucleares hace 2 años.
Por supuesto, según Riad, lo hace para hacer frente a la «amenaza iraní» en Yemen, en Irak y en Siria, donde «Rusia está ayudando a Assad». O sea, donde Rusia está ayudando el gobierno sirio a liberar su país del Emirato Islámico y de otras formaciones terroristas financiadas y armadas… por Arabia Saudita en el marco de la estrategia de Estados Unidos y la OTAN.
Riad posee más de 250 cazabombarderos capaces de utilizar tanto armas convencionales como armamento nuclear, cazabombarderos provenientes de Estados Unidos y las potencias europeas. Desde 2012, Arabia Saudita es parte de la «NATO Eurofighter and Tornado Management Agency», la agencia de la OTAN que maneja las ventas de los aviones de combate europeos Eurofighter y Tornado, de los cuales Riad ha comprado a Gran Bretaña el doble de los que posee la Royal Air Force británica.
En ese mismo marco se inscribe –gracias a la ministra italiana Roberta Pinotti, eficiente representante del comercio de armas– el inminente megacontrato, por 8 000 millones de euros, para la entrega a Kuwait (aliado de Arabia Saudita) de 28 aviones de combate Eurofighter Typhoon, fabricados por el consorcio del que forma parte [la firma italiana] Finmeccanica, junto a industrias de Gran Bretaña, Alemania y España. Se trata del mayor contrato en toda la historia de Finmeccanica, que se echará en el bolsillo la mitad de los 8 000 millones de dólares, con la garantía de un financiamiento de 4 000 millones procedente de un pool de bancos, entre los que aparecen Unicredit e Intesa Sanpaolo, así como la Sace, del grupo Cassa depositi e prestiti.
Se acelera así la reconversión de Finmeccanica en la industria del armamento, con resultados que entusiasman a todos aquellos que se enriquecen con la guerra: en 2015, la acción de Finmeccanica registró en la Bolsa un alza de 67%. Eso sucede a pesar del «Tratado sobre el Comercio de Armas», ratificado en 2013 por el parlamento italiano, documento donde se estipula que
«ningún Estado parte autorizará la transferencia de armas en caso de que sepa que esas armas pueden ser utilizadas en ataques dirigidos contra objetivos o personas civiles, o para cometer otros crímenes de guerra».
Ante la denuncia de que el armamento que Italia proporciona es utilizado por las fuerzas aéreas de Arabia Saudita y de Kuwait para perpetrar masacres de civiles en Yemen, la ministra italiana de Defensa, Roberta Pinotti, responde: «No convirtamos en enemigos a los Estados que son nuestros aliados en la lucha contra Daesh. Eso sería un error muy grave».
El «error» más grave sería permitir que se conozca la verdadera naturaleza de «nuestros aliados» sauditas y kuwaitíes: monarquías absolutistas donde el poder se concentra en manos del soberano y de su familia; donde partidos y sindicatos están simplemente prohibidos; donde los trabajadores inmigrantes (10 millones en Arabia Saudita –lo cual constituye alrededor de la mitad de la fuerza de trabajo de ese país– y 2 millones de los 2,9 millones de habitantes de Kuwait) viven bajo condiciones de sobre-explotación y esclavitud; donde todo el que reclama los derechos más elementales se expone a ser ahorcado o decapitado.
Es en esas manos que la «democrática» Italia está poniendo cazabombarderos capaces de transportar bombas atómicas, sabiendo por demás que Arabia Saudita ya está en posesión de ese tipo de armas y que Kuwait también podría utilizarlas.
En la «Conferencia de Derecho Internacional Humanitario», la ministra Pinotti, después haber subrayado lo importante que es «respetar las normas del derecho internacional», concluyó que «Italia es, en ese aspecto, un país enormemente creíble y respetado».