Encontré Lenin por segunda vez en 1906, en Estocolmo, en el Congreso de nuestro Partido.
Se sabe que en este Congreso los bolcheviques quedaron en minoría y sufrieron una derrota.
Por vez primea vi a Lenin en el papel de vencido, No se parecía un ápice a esos jefes que, después de una derrota, lloriquean y pierden el ánimo.
Al contrario, la derrota hizo que Lenin centuplicara su energía, impulsando a sus partidarios hacia nuevos combates, hacia la victoria futura.
Hablo de la derrota de Lenin.
Pero, ¿Cuál era su derrota? Había que ver a los adversarios de Lenin, a los vencedores del Congreso de Estocolmo, a Plejánov, Axelrod, Mártov y los demás: se parecían muy pocos a verdaderos vencedores, porque Lenin, con su crítica implacable del menchevismo, no les dejó, como se suele decir, ni un hueso sano.
Me acuerdo de cómo nosotros, delegados bolcheviques, apretándonos en torno suyo, mirábamos a Lenin y le pedíamos que nos aconsejara.
En los discursos de algunos delegados se reflejaba el cansancio, el desánimo.
Me acuerdo de cómo Lenin, contestando a aquellos discursos, murmuró entre dientes y en tono mordaz:
"No lloriqueéis, Camaradas, venceremos sin duda alguna, porque tenemos razón".
El odio a los intelectuales llorones, la fe en las fuerzas propias, la fe en la victoria: de todo esto nos hablaba entonces Lenin.
Se advertía que la derrota de los bolcheviques era pasajera, que los bolcheviques habían de vencer en un porvenir muy próximo.
"No lloriquear en caso de derrota".
Es precisamente este aspecto particular de la actividad de Lenin lo que permitió agrupar en su torno un ejército fiel hasta el final a la causa y lleno de fe en sus propias fuerzas.
(Discurso de José Stalin a los estudiantes militares del Kremlin)
http://horadecambios2006.blogspot.com/2015/12/no-lloriquear-j.html