El despliegue de decenas de cohetes intercontinentales en un territorio de Rusia equivalente a varios países de Europa confirman hoy la voluntad del Kremlin de no vacilar ante la expansión de la OTAN hacia sus fronteras.
Clara fue la advertencia del presidente Vladimir Putin el 6 de junio último cuando expresó que ante cualquier amenaza a la seguridad nacional, Moscú no tendrá más remedio que apuntar sus fuerzas contra los territorios de los que provenga el peligro.
La advertencia del mandatario volvió a hacerse realidad tras el derribo por aviones turcos en territorio sirio de un cazabombardero ruso Su-24 que combatía al Ejército islámico (EI) y otros grupos terroristas.
Al tensarse las relaciones entre Moscú y Ankara, el bloque noratlántico desplazó hacia el mar Negro un grupo naval encabezado por el destructor estadounidense Ross al que se unieron el Francis Almejida, de Portugal, el Blas Lezo, de España, y el Winnipeg, de Canadá.
De clase denominada por los ingenieros Arleigh Burke, la fortaleza flotante de Estados Unidos posee sistema Aegis, capaz de interceptar cohetes balísticos, y cuenta con lanzamisiles de tipo crucero de tipo Tomahawk, de tierra-aire RIM-156 SM-2, antisubmarinos RUM-139 VL-Asroc, además de transportar helicópteros Sikoski Seahawk.
Un comunicado de la Sexta Flota de la Armada norteamericana informó que la presencia de su destructor en aguas próximas a Rusia tiene como objetivo "asegurar la paz y la estabilidad en la región", así como "aumentar la combatividad e interacción de nuestros socios y aliados".
Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, prometió un pleno apoyo al "derecho de Turquía a proteger su espacio aéreo y fronteras".
En estas circunstancias, el diario gubernamental Gaceta Rusa informó sobre las maniobras de patrullaje iniciadas por las Fuerzas de Misiles Estratégicos (FME) con el despliegue de cohetes intercontinentales en un territorio equivalente a varios países de Europa.
Decenas de proyectiles con alcance cercano a los 10 mil kilómetros cubren desde la provincia de Ivánovo, en el centro de la Rusia europea, hasta el sur de Siberia, en las maniobras de patrullaje nuclear que durarán entre dos semanas y un mes, aseguró el periódico oficial.
Según la fuente, los sistemas coheteriles abandonan sus bases y ocupan posiciones tras recorrer hasta cientos de kilómetros por rutas secretas distantes de las carreteras convencionales además de emplear camuflaje especial para evitar la detección por los satélites de la OTAN.
Comenta el diario que las nubes de un gas especial hacen prácticamente invisibles estos armamentos desde el cielo, y cuando ocupan las supuestas posiciones de combate comienzan a operar los dispositivos de lucha radioelectrónica.
En esta clásica operación de disuasión nuclear, los misiles intercontinentales Yars, Topol y Topol-M son acompañados por los vehículos Taifún-M, pertrechados con drones, que evitan supuestas acciones subversivas.
Las FME constituyen el segmento terrestre de las Fuerzas Estratégicas Nucleares del estado eurasiático, que se mantienen de manera permanente en disposición combativa y cumplen misiones de disuasión atómica.
La dotación de este mando incluye los cohetes intercontinentales de clase pesada del tipo RS-20V (Voevoda o Satanás, según la clasificación de la OTAN), y de clase ligera RS-18 y RS-12M2 Tópol M.
A ellos se suma la versión modernizada del Tópol-M, el también intercontinental RS-24 Yars (SS-X-29 en la denominación de la OTAN), con un alcance de 10 mil kilómetros, una mayor maniobrabilidad y una ojiva de guiado individual y re entrada múltiple, según la revista Defensa Nacional.
La cartera rusa de Defensa mantiene en secreto la mayoría de las características de este proyectil, que emplazado en plataforma móvil se diferencia de su antecesor sobre todo porque puede portar cabezas nucleares separables de guiado autónomo.
Con una altura de 43 metros y un grosor de dos, como mínimo transporta ojivas con potencia de entre 150 y 300 kilotones y posee un alcance superior a los 10 mil kilómetros.
De tres etapas consta el vuelo de estos cohetes alimentados por combustible líquido, característica que multiplica sus posibilidades en relación con la defensa antimisil del enemigo.
Las FME llevan a cabo un rearme activo con los sistemas Yars que, junto a los cohetes pesados Sarmat, constituirán la columna vertebral de la disuasión nuclear terrestre de Rusia en la primera mitad del siglo XXI, pero que ya desde ahora advierten a la alianza militar de Occidente.
Publicado por Enrique Sierra Mendoza