«Los revisionistas modernos, encabezados por el traidor Jruschov, con su línea política y toda su actividad práctica han creado una grave situación en numerosos partidos comunistas y en el movimiento comunista y obrero internacional.
Han minado la unidad interna de cada partido y del movimiento en general y avanzan a pasos acelerados por el camino de la degeneración socialdemócrata de los partidos comunistas, se esfuerzan en encauzar a todo el movimiento comunista mundial por un camino oportunista y traidor.
Esto nos recuerda el período en que los partidos de la II Internacional, a causa de la traición de sus cabecillas, se alejaron del camino revolucionario, renunciaron al marxismo, se hundieron definitivamente en el lodazal del oportunismo y del reformismo y degeneraron en «partidos burgueses de la clase obrera».
La traición de los partidos de la II Internacional, que se manifestó claramente sobre todo durante la Primera Guerra Mundial, cuando pasaron a abiertas posiciones socialchovinistas, chocó –y no podía dejar de hacerlo– con la decidida resistencia de los comunistas revolucionarios, con Lenin a la cabeza. Estos, durante muchos años, a pesar de estar en minoría, desencadenaron, expresando los verdaderos intereses fundamentales de la clase obrera y de las masas trabajadoras, una implacable lucha de principios por el desenmascaramiento de los cabecillas traidores de la II Internacional, por el desenmascaramiento del oportunismo y del reformismo de los partidos de esa Internacional, en defensa del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario y por la creación de nuevos partidos revolucionarios de la clase obrera.
«En la actualidad es imposible campar las tareas del socialismo, es imposible aglutinar efectivamente a los obreros en escala internacional sin romper de modo resuelto con el oportunismo y sin explicar a las masas que el fracaso de éste último es inevitable». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El imperialismo y la escisión del socialismo, 1916)
Hablando sobre esta lucha de Lenin, Stalin decía:
«Todo bolchevique sabe, si es realmente un bolchevique, que Lenin, mucho antes de la guerra, a partir más o menos de 1903-1904, cuando se formó en Rusia el grupo de los bolcheviques y cuando por primera vez se dieron a conocer los izquierdistas en la socialdemocracia alemana, se orientó hacia la ruptura, hacia la escisión con los oportunistas, tanto en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia como en la II Internacional, particularmente en la socialdemocracia alemana». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre algunas cuestiones de la historia del bolchevismo, 1932)
Esta lucha resuelta y de principios de Lenin y de los demás comunistas revolucionarios por la total derrota ideológica y política del oportunismo y contra la traición de la II Internacional, condujo a nuevos y grandes triunfos del marxismo-leninismo y del movimiento revolucionario mundial, se coronó con el triunfo de la gran revolución socialista de octubre de 1917 en Rusia, con la creación de nuevos partidos revolucionarios, de nuevo tipo, con la bancarrota de la II Internacional y su sustitución con la III Internacional Comunista también llamada Komintern.
Hoy también, la traición de los revisionistas modernos, que se han apartado definitivamente del marxismo-leninismo, de los principios del partido revolucionario proletario y de los vitales intereses del proletariado revolucionario y de las amplias masas trabajadoras, ha chocado –y no podía ser de otra forma– con la resuelta resistencia y con la lucha de principios de los partidos marxistas-leninistas y de todos los comunistas revolucionarios. Esta es una lucha de gran importancia histórica, que se relaciona con los destinos del movimiento revolucionario y de liberación mundial, una lucha en defensa del marxismo-leninismo contra el revisionismo, en defensa del internacionalismo proletario, contra el nacionalismo y el chovinismo, en defensa del régimen socialista contra la degeneración liberal burguesa, en defensa de los partidos comunistas revolucionarios contra la degeneración socialdemócrata, en defensa de la unidad marxista-leninista de los partidos comunistas, del movimiento comunista internacional y del socialismo, contra los escisionistas revisionistas.
Como nos enseñan los clásicos del marxismo-leninismo y toda la experiencia del movimiento comunista, el único camino justo es responder al desafío de los revisionistas con la unidad de las fuerzas de los marxistas-leninistas, con una resuelta e intransigente lucha contra los renegados revisionistas. A los golpes y a las presiones de los revisionistas, internos y externos, no se les pueden hacer frente siguiendo una línea centrista, vacilante, ni tampoco preocupándose solamente por conservar una unidad falsa y formal. Al partido no se le puede salvar, con lamentaciones ni se le debe sacrificar para salvaguardar el «prestigio» de alguien, en un momento en que este «prestigio» se está explotando sin escrúpulos para enterrar la gran causa de la clase obrera y del socialismo.
El grupo de Jruschov ha metido a muchos dirigentes de los partidos comunistas en un callejón sin salida. Los ha llevado a negar el pasado revolucionario del Partido Comunista de la Unión Soviética y de sus propios partidos. Con las falsas calumnias contra Stalin ha puesto en difícil situación a los viejos dirigentes revolucionarios, que tuvieron un brillante pasado. Muchos de ellos se dejaron engañar por la línea de paz y de coexistencia pacífica jruschovista, que ahora se ve claramente que es una línea antileninista, línea de acercamiento y unidad con los enemigos de la paz y del socialismo, con los imperialistas.
La tragedia de algunos de ellos consiste precisamente en el hecho de que, aunque han comprendido ya muchas cosas y ven que la línea del grupo de Jruschov es una línea revisionista, con errores colosales, no encuentran, a pesar de todo esto, la fuerza marxista de decirse a sí mismos: ¡Alto! Ellos no se comportan en esta cuestión como se debe, como marxistas-leninistas revolucionarios. Hacen todo lo posible por mantener al partido en el camino revisionista, que es fatal para él. Tratan, quien más, quien menos, de justificar tímidamente este camino, del que dudan y no están muy convencidos, y algunas veces hablan en círculos muy íntimos diciendo que tienen divergencias con Jruschov. Pero se limitan sólo a esto y no se atreven a exponer estas cuestiones en sus partidos de forma marxista-leninista.
Aceptan que en sus partidos se estudien los documentos que les remite Nikita Jruschov, pero tienen miedo de discutir en el partido documentos y materiales de los demás partidos. En su conciencia se libra una gran lucha. Pero el grupo de Jruschov trabaja también, ha puesto en la dirección de numerosos partidos a sus hombres, que presionan y chantajean con diversas maniobras, para obligar, a esos partidos a seguir la batuta del director.
Siguiendo las huellas de Jruschov, ciertos dirigentes de partidos comunistas han entrado, a causa de sus actitudes políticas, en un callejón sin salida. Naturalmente, es correcto que haya que luchar contra el militarismo germano occidental y el eje imperialista Bonn-París, peligro que amenaza la paz mundial, pero es totalmente injusto y antimarxista que con este pretexto se renuncie a la lucha contra el imperialismo estadounidense, que es la principal fuerza de guerra y agresión, el bastión de la reacción mundial, el gendarme y el mayor explotador internacional, el enemigo más feroz de los pueblos de todo el mundo, como lo ha considerado la Declaración de Moscú de 1960.
Es justo y marxista luchar contra el «poder personal» y sus consecuencias, pero es totalmente antimarxista seguir ciegamente la política proestadounidemse de Jruschov y no aprovechar la escisión que se profundiza cada vez más en el campo imperialista. Nosotros sabemos por qué se adopta esta actitud. Ciertamente, porque así lo ha ordenado el «director de orquesta». Pero si mañana, este «director» sonríe al «poder personal», con fines aventureros antimarxistas, ¿qué se hará? ¿No será que el director está preparando a otros instrumentistas, con vistas a nuevas aventuras?
El campo revisionista se encuentra en una grave situación. Su nave hace agua por todas partes y se está yendo a pique. El grupo de Jruschov hace todo lo posible por evitar el peligro que lo amenaza. Para salvarse del posterior desenmascaramiento, reclama a voz en grito el cese de la polémica, que él mismo había comenzado y consideraba enteramente justa, necesaria y leninista.
Pero en las actuales circunstancias, para todo marxista y revolucionario auténtico, cesar la polémica significa unirse con los traidores, darles la posibilidad de corromper y destruir al marxismo-leninismo. Nikita Jruschov, para poder engañar al mundo, jura por la unidad. Pero los verdaderos revolucionarios y los comunistas consecuentes no se dejan engañar por los aventureros, por los demagogos y los escisionistas. Los comunistas revolucionarios siguen con fidelidad las enseñanzas del gran Lenin que decía:
«¡La unidad es una gran cosa y una gran consigna! Pero la clase obrera necesita la unidad de los marxistas y no la unidad de los marxistas con los enemigos y los falseadores del marxismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Unidad, 1914)
Ahora está claro que Nikita Jruschov y su grupo son en el movimiento comunista actual, precisamente los enemigos y tergiversadores del marxismo.
Por otra parte el grupo de Jruschov continúa su labor escisionista y hostil, en diferentes formas, mediante reuniones regionales o conversaciones bilaterales, dicta nuevas órdenes y tareas, buscando comprometer e introducir cada vez más profundamente por el camino del revisionismo y de la traición a los demás partidos y a sus dirigentes. Es hora ya de que cada cual reflexione, no obedezca a la «batuta del director» e inicie la resistencia contra los traidores, en defensa del marxismo-leninismo, del socialismo, en defensa de la gran causa revolucionaria de la clase obrera.
Es deber de todos los comunistas combatir con todas sus fuerzas al imperialismo encabezado por el estadounidense. Y la lucha contra el revisionismo moderno es parte integrante de la lucha contra el imperialismo, ya que aquél es el engendro y el aliado de éste, la manifestación de la ideología burguesa en la teoría y en la práctica, el «caballo de Troya» del imperialismo en el campo socialista y en el movimiento comunista internacional.
Hoy son más actuales que nunca las palabras del gran Lenin cuando dijo que, sin desencadenar una lucha resuelta y consecuente hasta el fin contra el oportunismo y el revisionismo, no se puede combatir con éxito el imperialismo. Sin desenmascarar y derrotar el revisionismo, no se puede conseguir el triunfo de la revolución, no se puede defender ni construir con éxito el socialismo y el comunismo.
Estamos plenamente convencidos de que, igual que en el pasado, hoy también la lucha contra los revisionistas modernos, con el grupo de Jruschov a la cabeza, se coronará con nuevas victorias del marxismo-leninismo, del socialismo y del movimiento revolucionario internacional.
Los revisionistas no pueden hacer retroceder el proceso histórico revolucionario.
Somos testigos de que los revisionistas, tanto en sus países en particular, como en el movimiento comunista internacional, se están desacreditando y desenmascarando cada vez más, sufriendo derrota tras derrota, mientras que las filas de los partidos fieles al marxismo-leninismo, y las de los comunistas revolucionarios, crecen y se fortalecen, y se eleva a un nivel cada vez más alto su lucha contra el revisionismo moderno. La total derrota del revisionismo y el triunfo del marxismo-leninismo son inevitables».