Tal como viene siendo habitual en los medios, hay una información inmediata sobre sucesos que generan una gran demanda de datos y una posterior "acomodación" de los mismos al discurso oficial.
Ocurrió con el "accidente" del vuelo de Germanwings, de cuyas reseñas fueron desapareciendo las informaciones sobre los cazas que lo escoltaban, la explosión que se escuchó antes de su caída a tierra y todo lo que pudiese hacer dudar de la versión según la cual el copiloto suicida fue el único responsable de lo ocurrido.
Solo que esas informaciones "inconvenientes" dejaron huella, y su eliminación de los medios no pasó desapercibida.
El modelo a reproducir fue fijado una vez más por el atentado con mayúsculas del siglo XXI: el 11-S. En un primer momento, se nos repitió hasta la saciedad que los secuestradores de los vuelos que impactaron contra las Torres Gemelas obligaron bajo coacción a los pilotos a estrellar los aviones.
Solo cuando el sindicato de pilotos norteamericano objetó que en su entrenamiento estaba prevista una situación así, y que quienes operan vuelos comerciales los estrellarían en un terreno despoblado antes que sumar a la pérdida del pasaje las víctimas civiles de una colisión en ciudad, se incorporó a la versión oficial la peregrina idea de que los secuestradores, preparados con unas someras clases de pilotaje de avionetas, se pusieron a los mandos de ambos Boeing y los hicieron colisionar contra su objetivo, en una maniobra de tal precisión que ningún piloto experimentado ha podido reproducir en un simulador de vuelo.
Este descarado modo de modelar la versión para las masas "a posteriori", con los convenientes añadidos y omisiones, es una constante en los atentados prefabricados que buscan modelar estados de opinión favorables a determinadas políticas, y no desechan incluso la creación de tramposos señuelos, como la famosa "mochila de Vallecas" que de ser auténtica habría sido la única cargada con una metralla (tornillería) ausente de absolutamente todos y cada uno de los 191 cadáveres y 1858 heridos del 11-M.
Sería interesante saber de qué iba puesto el asesino. La cocaína es muy accesible hoy, pero el captagón es más afín al mundo del ISIS.
Además de insensible, vuelve al que lo toma un tanto pesado y torpe.
Seifeddine Rezgui portaba una bomba que no llegó a hacer estallar, lo que hubiera multiplicado el número de víctimas.
La reciente masacre ocurrida en Susa (Túnez), y de la que los medios han ido una vez más modificando sus reseñas hasta presentarla como la acción de un "lobo solitario", no es una excepción.
Testimonios recogidos "in situ" hablan de la presencia de varios tiradores, información que ha sido retirada de los medios hasta hacer recaer toda la responsabilidad de los sucedido en Seifeddine Rezgui, cuya biografía es la previsible de un desarraigado creyente radicalizado por imanes salafistas (y entrenado en Libia, país que la intervención de la OTAN entregó en manos de los islamistas).
El terrorista fue inicialmente identificado como Abú Yahya Al Kaoironari.
Luego se rectificó.
El nombre despareció junto con la información acerca de una explosión antes de que comenzara la cacería humana.
¿Estaba en el guión presentar a otro "cabeza de turco" a la opinión pública?
Las fuentes que discrepan de la versión oficial incluyen a un observador tan cualificado como el policía retirado Steve Johnson, quien relató haber visto a un segundo tirador, vestido con un pantalón rojo, abriendo fuego contra los turistas que disfrutaban de la playa del Hotel Marhaba Imperial, o la turista Kirsty Murray, que afirma que recibió disparos de un hombre que no era Rezgui.
Según el padre de la chica, ella y su novio, Radley Ruszkiewicz, resultaron heridos por armas de pequeño calibre, y no por balas del AK-47 que portaba el presunto terrorista.
Otro testigo, Tom Richards, declaró haberse topado de frente con un hombre armado con un Kalashnikov que, pese a haberle apuntado, no le disparó.
Dicho hombre, según su testimonio, llevaba barba, un elemento ausente en Rezgui (a no ser, claro, que en la media hora larga de que dispuso para cometer su fechoría le hubiera dado por afeitarse).
Finalmente, diversos medios hicieron constar que, según varios testigos, un grupo de hombres armados llegó a la playa en un bote neumático y, una vez desembarcados, comenzaron a disparar contra los turistas.
Todos estos testimonios han sido ignorados por una versión oficial que, tras haber partido de la idea de que hubo varios tiradores, ha acabado por presentar como único culpable a Seifeddine Rezgui.
Es lo que más cuadra con la demonización del Islam que nos venden las grandes potencias occidentales, pese a que el mismo dia un terrorista suicida asesinaba a más de 30 personas en la mezquita chií del Imam Sadeq en Kuwait.
El por qué esta saña particular con Túnez es algo sobre lo que especulé en unaentrada previa del blog que analizaba las razones del atentado del 18 de marzo en el Museo del Bardo de la capital.
En aquel artículo señalaba que:
Seiffedine Rezgui, fotografiado con un móvil.
¿Dónde estaba la policía que debía velar por la seguridad de los turistas?
El pasado mes de febrero el embajador norteamericano en Tunez, Jacob Walles, se reunió con el presidente tunecino, Beji Caid Essebsi, para exigirle, en un tono imperativo, que facilitase la construcción de una base militar estadounidense en el país, un requerimiento que resultó tan molesto a Essebsi que terminó por expulsar del palacio presidencial a su visitante (...)
Al margen del desaire diplomático, la férrea oposición de Caid Essebsi a ceder una parte de su soberanía territorial, resistencia que para los E.E.U.U. resulta inconcebible, bien pudiera haber supuesto la activación de esos peones siempre disponibles a ejecutar los atentados que sirve a los intereses militares atlantistas.
Recordemos que una negativa parecida de Carrero Blanco -cuando tocaba renovar los acuerdos de cesión de las bases en suelo español- precedió a su asesinato, en una acción en la que la colaboración de la inteligencia norteamericana parece más que probable, y que otros políticos contestatarios, como Aldo Moro y Olof Palme, pagaron con su vida su poca disposición a facilitar las cosas al "amigo" americano.
Esta vez han sido ciudadanos de a pie las víctimas del macabro juego de intereses, algo tampoco inhabitual.
Un sospechoso es detenido en el lugar de los hechos. Posteriormente fue puesto en libertad. ¿Inocente o culpable encubierto por las autoridades?
En 2010 una revolución que los medios encuadraron en la llamada "primavera árabe" derrocó al presidente de Tunez, Ben Ali (oriundo precisamente de Susa).
La CIA puso a los islamistas en el poder, si bien las elecciones de 2014 devolvieron el poder a los moderados.
¿Tal vez éstos no están siendo suficientemente dóciles con los requerimientos de Occidente?
(posesodegerasa)