NESTOR GARCIA ITURBE – Desde que Barack Obama recibió el inmerecido Premio Nobel de la Paz, el asunto de convertirse en un verdadero ejemplo de promotor de la Paz lo obsesionó de tal forma, que la mayoría de sus pensamientos estuvieron relacionados con el asunto.
Consideraba necesario ser reconocido como un verdadero pacifista, no solamente por lo que pudiera decir, sino principalmente por lo que pudiera hacer como presidente de Estados Unidos.
Algunos de sus principales asesores le señalaron que era una verdadera contradicción el ocupar el cargo de presidente y querer promover la paz, pero Obama, acostumbrado a prometer cosas que después no cumple, continuó en su empeño.
Para garantizar la buena marcha de sus ideas pacifistas, estableció una coordinación extra oficial con Zbigniew Brzezinski, que había ocupado cargos de responsabilidad en distintas administraciones y era conocido como “amante de la paz”. Con este ha conversado de sus Planes de Pacificación y entre ambos han perfilado algunos de estos.
Lo primero que el Premio Nobel de la Paz consideró debía establecer, desde el punto de vista filosófico, fue el significado de la palabra PACIFICACIÓN.
Esto es importante, pues muchos integrantes de la clase dominante estadounidense y los propios miembros de su administración, cuando escucharon esa palabra la asociaron con el COMUNISMO.
Nada más alejado de la realidad que esa idea. La palabra PACIFICACIÓN, en este caso, se utiliza para denominar el resultado de una serie de acciones que deben traer como consecuencia la eliminación de todo vestigio de comunismo, nacionalismo o independencia de aquellos países que han tratado de salirse de la órbita de influencia estadounidense.
En la mayoría de los casos las acciones tienen como objetivo derrocar al gobierno establecido, dejar sin efecto toda ley o regulación que haya perjudicado los intereses de Estados Unidos y sus aliados, cambiar totalmente la vida de la sociedad, introduciendo el individualismo, como antídoto a toda acción que se hubiera tomado para beneficiar los intereses colectivos de la mayoría de la sociedad. Instaurar los mecanismos propios de la sociedad capitalista, que incluyen el desempleo, la ley de la oferta y la demanda; el orden, implantado por las instituciones militares; lo que ellos denominan “democracia representativa”, elecciones libres, libertad de expresión, de todo lo cual solamente disfruta un pequeño grupo que se pliega a los designios estadounidenses.
Un ejemplo del Plan de Pacificación lo tenemos en Venezuela y las acciones que ha autorizado el Premio Nobel de la Paz para acabar con el gobierno legalmente constituido que rige los destinos de la hermana nación.
La oposición al Gobierno Bolivariano se ha financiado y organizado por Estados Unidos. Esa oposición ha realizado desordenes callejeros, asesinado ciudadanos y dirigentes del gobierno, desarrollado una fuerte campaña mediática contra el presidente Maduro y los miembros de su gobierno, ha tratado de utilizar algunos elementos existentes dentro de las fuerzas armadas para organizar un golpe de estado, creó un clima donde la especulación con los alimentos y otros bienes afectó a la población, ha tratado por todos los medios de crear un estado de inseguridad e ingobernabilidad que pueda abrirle las puertas a la intervención directa de las fuerzas armadas estadounidenses.
Como parte fundamental del Plan, El Premio Nobel de la Paz firmó una proclama en la cual se declaraba a Venezuela un peligro para la Seguridad Nacional de Estados Unidos, pero el golpe de estado que tenían preparado posterior a la firma, fracasó por completo. Diariamente personeros estadounidenses realizan acciones tendientes a incrementar las tensiones entre Venezuela y Guyana, donde están involucrados fuertes intereses económicos de la clase dominante en Estados Unidos, representados por le Exxon Mobil. Todo esto se realiza para mantener una tensión permanente contra Venezuela El objetivo del Plan de Pacificación sobre Venezuela es precisamente derrocar al gobierno de Maduro y situar en su lugar alguno de los títeres que en estos momentos manejan.
En el plan tiene una fuerte participación la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Pentágono, el Departamento de Defensa, el Departamento de Estado y el Departamento de Energía, encargado este último de todas las maniobras que puedan realizarse con el precio del petróleo, para perjudicar los intereses venezolanos y los de aquellos países de América Latina que reciben ayuda de Venezuela, que regularmente no son aliados de Estados Unidos.
Dentro de los planes contra Venezuela también está perjudicar la integración latinoamericana, con el fin de que se conviertan en inoperantes el Mercosur, Petrocaribe y la CELAC.
Todos conocemos que Estados Unidos tiene sus propios planes de integración, el TTP, el TIZA y más recientemente conocido el UAN, con los que desea consolidar su domino en la región y asegurar aquel fundamento de la Doctrina Monroe, de que “America es para los americanos”, claro que los americanos son ellos, los estadounidenses.
Los expertos de la administración estadounidense aspiran a poder aplicar en la economía latinoamericana la teoría del dominó y la primera ficha que debe caer es Venezuela, para que después caigan las otras.
El pueblo de Venezuela, la verdadera sociedad civil, no la que sufraga y organiza Estados Unidos, diariamente aumenta su nivel político e ideológico, en la medida que pasan los días ven más claro el panorama de la nación y menos posibilidades tienen sus enemigos de confundirlos, las fuerzas armas se fortalecen, el gobierno de Maduro se consolida cada vez más. Los días pasan y cada nuevo día se ponen de manifiesto los resultados de la obra que inició Hugo Chávez en el país.
Cada nuevo día el ciudadano de la calle gana en conciencia de que esa revolución es de él, para él, para su familia, para sus hijos y que vale la pena morir, luchando por ella. (El resto de los países incluidos en el Plan se presentaran en próximos artículos)