Mycle Schneider, analista independiente sobre energía y política nuclear afirma que es imposible descontaminar en lo más mínimo la zona dañada por el desastre nuclear de Fukushima, debido a las montañas y densos bosques de la región.
Tokio se está preparando para declarar algunas zonas, hasta ahora evacuadas alrededor de la planta nuclear de Fukushima, como lugares seguros para vivir.
Sin embargo los ecologistas advierten de que muchas áreas aún muestran niveles de radiación 20 veces superiores al límite aceptado a nivel mundial.
Así lo expresa Mycle Schneider en una reciente entrevista en RT:
RT: ¿Cuáles podrían ser las posibles consecuencias de regresar a la zona? ¿Cuánto tiempo se tarda en limpiar realmente el área de la contaminación nuclear?
MYCLE SCHNEIDER: Es imposible “limpiar” si lo entendemos como eliminar la radiactividad añadida. Lo que se puede hacer es reducir la contaminación radiactiva en algunas de las áreas de las casas.
Pero debemos tener en cuenta que el 80% de Japón es montañoso y esta área en concreto lo es, así que hay un montón de montañas y bosques densos, por lo tanto, es imposible descontaminar realmente esa región.
Podrán descontaminarse relativamente los llanos, pero pasará un cierto tiempo y nueva radiación bajará de las montañas y los bosques, arrastrada por el agua de las lluvias, de nuevo hacia los llanos.
RT: Entonces, ¿Por qué cree que el gobierno de Tokio quiere que la gente vuelva a la zona?
MYCLE SCHNEIDER: No es muy complicado de adivinar. De acuerdo con una estimación parcial ( no existe una estimación pública total del coste del desastre de Fukushima hasta ahora) pero una estimación parcial dice que el coste es de alrededor de 100 mil millones de dólares. El 60% de eso se ha gastado en medidas de compensación a la población.
Eso indica que compensar a las personas por la pérdida de las tierras y sus empleos resulta muy caro para el gobierno, puesto que las compensaciones en realidad las ha pagado el gobierno, ya que ha tenido que ayudar económicamente a la empresa que dirigía la central de Fukushima.
Así que es una cuestión de reducir el coste total de la catástrofe.
Como vemos, una y otra vez, repetido hasta la saciedad por todos los gobiernos del mundo, a los gobiernos les importa un comino lo que les suceda a sus poblaciones.
Para ellos siempre prima el negocio, el dinero y el poder por encima de cualquier consideración.
Y si el gobierno japonés es capaz de engañar de esta manera a su población, también podemos imaginar que otros gobiernos están ocultando las consecuencias reales de lo acontecido en Fukushima a sus poblaciones, con el fin de salvaguardar los sucios intereses de las empresas energéticas.
¿Cuándo se dará cuenta la gente de que sus auténticos y peores enemigos no son las personas que tienen a su alrededor sino sus gobiernos y aquellos a los que sirven?