Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

A la marionette presidencial de Guatemala se le reventaron los hilos


El Comandante Tito nos creyó supertontos y cobardes a los guatemaltecos y de sí pensó que era extraordinario.

 Qué más, la vida le sonreía: buenos billetes, buenas nalgas y buen futuro.

 Pero no todo lo que brilla es oro y tanto va el cántaro al gua que al fin se rompe.

Por Luciano Castro Barillas


Ya poco puede hacer la embajada de los Estados Unidos para mantener a su marioneta en pie, pues casi todos los hilos se le reventaron. 

Solo puede hablar lamarionette,el muñeco; en falsete, con voz chillona, ante la tormenta que se ve venir y ante las barrabasadas que le ha tocado vivir en las últimas ocho semanas. 

Lejanos quedaron los años victoriosos, de campeón contrainsurgente del Comandante Tito, quien fuera dueño de vidas y haciendas en los tres pueblos del área ixil, donde él, cual emperador romano, podía subir o bajar el pulgar a voluntad como todo un señor que estaba más allá de la vida y la muerte por esos atroces años de la vida nacional. 

Ahora se lame las heridas, no que le dejaran batalla alguna; sino las que se infirió él mismo por el amor, la insensatez, la arrogancia, la codicia y en una buena medida, la falta de seso. 

Había llegado a la cúspide y ahora desde allá arriba, en la cumbre, puede que resulté muy duro cuando azote en lo duro del suelo.

La iniciativa jurídica del diputado de Winaq surtió efecto. 

Por unanimidad revestida de pánico colectivo o por oculta dignidad hasta ahora revelada, los bien pagados magistrados de la Corte Suprema de Justicia resolvieron declarar con lugar una solicitud de antejuicio para poder ser investigado por el Congreso al alicaído Presidente Constitucional de Guatemala que hizo todo para echar por el barranco lo poco que quedaba de institucionalidad en este país y la cacareada expresión de Estado de Derecho. 

Su conducta permisiva determinada le creó diferentes puntos de fuga, todos sin una adecuada perspectiva, con una adecuada visión sobre lo que tenía qué hacer en su calidad de primer dignatario de una pobre Nación, pobre país que lo sabía compensar bien, pues es uno de los dos presidentes más caros de América con el sueldo que se maneja y sus extras.

 Pero no, no le dio la cabeza o lo desbordó la soberbia. Nos creyó supertontos y cobardes a los guatemaltecos y de sí pensó que era extraordinario. Qué más, la vida le sonreía: buenos billetes, buenas nalgas y buen futuro. Pero no todo lo que brilla es oro y tanto va el cántaro al gua que al fin se rompe.

 Un abogado indígena, de los tantos mayenses que el masacró le práctico la némesis: Amílcar de Jesús Pop. 

Le dijo que tenía malas amistades, que se coludía con sospechosos criminales, porque a todos los que él con su firma y su falta de sindéresis colocó en los puestos resultaron más largos que la cuaresma y que siendo él un oficial de inteligencia de sobra sabía el perfil criminal de los que reclutaba. 

Se le dijo que era encubridor, que servía de tapadera, que todos se tapaban con la misma chamarra y que además era un negligente, un gran huevón en el cargo al no cumplir sus deberes, al hacerse de la vista gorda con los que hacían y deshacían el patrimonio de los guatemaltecos.

 Posiblemente las confesiones de alcoba lo atontaban y amanecía sin ganas de pensar o de hacer cosa alguna. Sin ganas de nada. 

Y así fueron pasando los días, los meses y los años hasta que unos señores enviados por las Naciones Unidas para hacer lo que él debió haber hecho, lo despertaron de una buena vez para no volver a dormir tranquilo desde ese momento. 

Los ojos se le marchitaron y la boca se le demudó. Se hizo más viejos en ocho semanas y ahora, después de todo lo acumulado, podría quedarse con lo que empezó o menos, desbordado por la vergüenza y denostado eternamente por un pueblo ofendido. 

Las movilizaciones de este sábado 13 del pueblo de Guatemala, número cabalístico de misteriosos arcanos, posiblemente marque su destino: el de ser el primer presidente echado a patadas por la indignación de un pueblo cansado ya de tanto atropello. 

Y se cumpla entonces la gruesa satírica de dos indígenas zamarros, Macario Trompa de Hule o Ciriaco Tepuy Tucul: “ ¡Le metimos el vergue al presidente !”.

Publicado por La Cuna del Sol
USA.

Related Posts

Subscribe Our Newsletter