Honduras podría alojar a una nueva unidad del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos, una situación que destapa temores de un pasado sin superar y choca con la posición de la región.
La noticia saltó a la luz pública en circunstancias poco comunes pues ninguna autoridad o institución gubernamental o militar sirvió como fuente.
El portal digital defensa.com, cuyo titular es una empresa con sede en Madrid, España, fue el que informó sobre la creación de la llamada Fuerza de Tarea de Propósito Especial Aire-Tierra de Marines-Sur, la cual estaría integrada por al menos 250 efectivos militares.
La misma, adelantó el sitio, se alojaría en la base de Palmerola, a 86 kilómetros de Tegucigalpa, y contaría con al menos cuatro helicópteros pesados, un moderno catamarán de alta velocidad y otros medios y armas.
Dicha fuerza "especial" se utilizará para misiones de colaboración con países del área, de asistencia humanitaria y operaciones antidrogas y estaría lista para entrar en operaciones entre junio y noviembre del actual año.
Palmerola es considerada uno de los enclaves más importantes de marines en la región y alberga a unos 500 soldados norteamericanos de manera permanente.
Llama la atención que apenas unos días antes de conocerse esto, el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, John Nelly, visitó Honduras, aunque no adelantó nada sobre este tema a la prensa.
¿Sí o no?
El titular de la Secretaría de Defensa, Samuel Reyes, confirmó que Estados Unidos pidió al país que acogiera esta nueva unidad.
Existe una solicitud, a la cual Honduras le hará el trámite conforme a los requerimientos ya establecidos, reconoció.
Según adelantó, el documento se enviará a la Secretaría de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional.
A pesar de la confirmación, otros funcionarios del Gobierno pusieron énfasis en negarlo.
Por ejemplo, el canciller, Arturo Corrales, aseguró en televisión nacional que se trataba de una especulación pues la noticia no era oficial.
El portavoz de las Fuerzas Armadas, José Antonio Sánchez, lo desmintió y explicó que las autoridades pertinentes estudian la solicitud.
La instalación de este contingente extranjero parece ser solo un adelanto de un escenario más complejo.
A mediados de abril el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, anunció que los ejercicios militares estadounidense en esa nación centroamericana se duplicarían durante 2015.
Hernández reconoció que él mismo solicitó que las fuerzas norteamericanas realizaran un simulacro más en el país, hecho que confirmó la propia embajada norteña en Tegucigalpa.
Pedí que hicieran uno en la Mosquitia y otro en el sector de Colón, precisó.
Estamos terminando la planificación y es obligación del gobierno estadounidense ayudarnos en la secuela y la prevención de todos los problemas que deja el tráfico de drogas en el país, argumentó.
Asimismo, el senador demócrata del estado de Florida, Estados Unidos, Bill Nelson, anunció en la capital hondureña que un buque hospital de la marina estadounidense atracará pronto en puertos del país.
El político adelantó que la mayoría del personal que viaja a bordo del Confort -nombre del buque que según anunciaron brindará asistencia con servicios quirúrgicos, odontológicos y veterinarios- pertenecen a la Fuerza Naval de esa nación.
Marcha atrás
La ampliación de la presencia militar de la potencia norteamericana en Honduras es incongruente con la postura de la región en este tema.
Apenas unas horas antes de que se destapara la noticia el secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, Ernesto Samper, propuso eliminar las bases militares norteamericanas en Latinoamérica, donde existen cerca de 30 enclaves de este tipo.
En su opinión, estas no son más que residuos de la Guerra Fría.
Por su parte, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) -bloque regional que integran todos los países del continente excepto Estados Unidos y Canadá- también cerró filas en tal sentido y declaró a la región como zona de paz, un claro mensaje contra el poderoso brazo de la dominación militar.
Sin embargo, la concreción de esa meta requerirá de una construcción colectiva y respetuosa, donde los gobernantes e intereses de un grupo no pisoteen las demandas de la mayoría, tal y como parece haber sucedido en Honduras.
*Periodista de la redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina.