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La adhesión del judío al sionismo..


A mediados del siglo XVII, los calvinistas británicos se reagruparon alrededor de Oliver Cromwell y cuestionaron la fe y la jerarquía del régimen imperante en Gran Bretaña. 

Después de derrocar la monarquía anglicana, el «Lord protector» pretendió permitir al pueblo inglés alcanzar el estado de pureza moral necesario para atravesar una tribulación de 7 años, acoger el regreso de Cristo y vivir apaciblemente con él durante 1000 años. 

Para ello, según su interpretación de la Biblia, había que dispersar a los judíos por todo el mundo, reagruparlos después en Palestina y reconstruir allí el templo de Salomón.

 Bajo esa perspectiva, Oliver Cromwell instauró un régimen puritano, anuló en 1656 la medida que prohibía a los judíos instalarse en Inglaterra y anunció que su país se comprometía a crear en Palestina el Estado de Israel.

Al ser derrocada la secta de Cromwell, al final de la Primera Guerra Civil Inglesa, y resultar muertos o exilados sus partidarios, se restableció la monarquía anglicana y esta abandonó el sionismo –o sea, el proyecto de creación de un Estado para los judíos. 

Pero resurgió en el siglo XVIII, con la Segunda Guerra Civil Inglesa así se denomina en los manuales de Historia de la enseñanza secundaria del Reino Unido que el resto del mundo conoce como la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-83). 

Contrariamente a lo que todo el mundo cree, esa guerra no se basó en los ideales de la Ilustración, que más tarde animaron la Revolución Francesa, sino que fue financiada por el rey de Francia y se libró por motivos religiosos y al grito de ¡Nuestro Rey es Jesús!.

George Washington, Thomas Jefferson y Benjamin Franklin, por sólo mencionarlos a ellos, se presentaron como los sucesores de los partidarios exilados de Oliver Cromwell. 

Lógicamente, Estados Unidos retomó el proyecto sionista.


En 1868, la reina Victoria designó como primer ministro de Inglaterra al judío Benjamin Disraeli, quien propuso conceder algo de democracia a los descendientes de los partidarios de Cromwell para poder apoyarse sobre todo el pueblo y extender por el mundo el poder de la Corona. 

Sobre todo propuso una alianza con la diáspora judía como medio de aplicar una política imperialista cuya vanguardia sería precisamente esa diáspora. 

En 1878, el propio Disraeli incluyó la restauración de Israel en el orden del día del Congreso de Berlín sobre la nueva repartición del mundo.

Fue sobre esa base sionista que el Reino Unido restableció relaciones con sus ex colonias de América, ya convertidas en Estados Unidos, al término de la Tercera Guerra Civil Inglesa, denominada en Estados Unidos como American Civil War y en Europa continental como la Guerra de Secesión (1861-1865), en la que salieron vencedores los WASP (White Anglo-Saxon Puritans) sucesores de los partidarios de Cromwell. 

También en este caso es de manera totalmente errónea que se presenta esa guerra como una lucha contra la esclavitud sin tener en cuenta que 5 Estados del norte todavía seguían practicando esa forma de explotación.


O sea, casi hasta el final del siglo XIX, el sionismo es un proyecto exclusivamente puritano y anglosajón al que se suma sólo una élite judía. 

Pero es firmemente condenado por los rabinos, quienes interpretan la Torah como una alegoría y no como un plan político.

Entre las consecuencias actuales de esos hechos históricos está el que haya que reconocer que el sionismo, además de plantear como objetivo la creación de un Estado para los judíos, también sirvió de base a la fundación de Estados Unidos. 

A partir de esa conclusión, la cuestión de saber si las decisiones políticas de ese conjunto se toman en Washington o en Tel Aviv deja de tener relevancia.

 La misma ideología controla el poder en ambos países. 

Por otro lado, al ser el sionismo el elemento que permitió la reconciliación entre Londres y Washington cuestionarlo es atacar la base misma de esa alianza, la más poderosa del mundo.

En mayo de 1942, las organizaciones sionistas realizaron su congreso en el hotel Biltmore de Nueva York. 

Los participantes decidieron convertir el «hogar nacional judío» de Palestina en el Commonwealth judío referencia al Commonwealth brevemente instaurado por Cromwell en lugar de la monarquía británica y autorizar la inmigración masiva de los judíos hacia Palestina.

 En un documento secreto se fijaron 3 objetivos muy precisos: 

- El Estado judío abarcaría la totalidad de Palestina y probablemente la Transjordania; 
- El desplazamiento de la población árabe a Irak y 
- El control por parte de los judíos de todos los sectores de desarrollo y control de la economía en todo el Medio Oriente.

En definitiva, cuando los británicos ya no hallaban qué hacer para complacer simultáneamente a los judíos y los árabes, la ONU que sólo contaba entonces con 46 Estados miembros propuso un plan de partición de Palestina a partir de las indicaciones que le habían proporcionado… los británicos. Debía crearse un Estado binacional conformado por un Estado judío, un Estado árabe y una zona bajo régimen internacional especial para administrar los lugares sagrados, Jerusalén y Belén. 

El proyecto fue adoptado mediante la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU.

Publicado por Oder

http://latrincheradeoder.blogspot.com/2015/04/la-adhesion-del-judio-al-sionismo.html

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