La siguiente no pretende ser una explicación concluyente de lo ocurrido en Túnez la semana pasada, sino sugerir una posible línea de interpretación que, tal vez, algún otro investigador de la conspiración pueda confirmar o rebatir, dado que ya sabemos que los medios oficiales se limitan a mostrarnos el aspecto más truculento de los atentados y a alimentar una islamofobia que se ve reforzada tras de cada ataque de ese fantasmal ISIS cuyas primeras víctimas son, justamente, musulmanes.
Esta vez el ataque ha ido dirigido contra una de las mayores fuentes de ingresos del estado tunecino: el turismo.
¿Por qué en un país aparentemente tranquilo y seguro, y por qué precisamente ahora? Sabemos que el ISIS es el brazo armado terrorista de la OTAN, armado y financiado por la CIA y el Mossad, y que en escenarios en los que E.E.U.U. no puede permitirse actuar abiertamente se encarga de sus enemigos, como ocurrió en Libia y como está sucediendo en Siria.
El caso es que una noticia que pasó desapercibida en su momento conecta los intereses geoestratégicos norteamericanos con lo sucedido el dia 18 de marzo: según Press TV, el pasado mes de febrero el embajador norteamericano en Tunez, Jacob Walles, se reunió con el presidente tunecino, Beji Caid Essebsi, para exigirle, en un tono imperativo, que facilitase la construcción de una base militar estadounidense en el país, un requerimiento que resultó tan molesto a Essebsi que terminó por expulsar del palacio presidencial a su visitante.
Tan irritado estaba el mandatario tunecino que, al parecer, rehusó incluso atender telefónicamente al presidente Obama.
El embajador norteamericano en Túnez, con unos amigos
Al margen del desaire diplomático, la férrea oposición de Caid Essebsi a ceder una parte de su soberanía territorial, resistencia que para los E.E.U.U. resulta inconcebible, bien pudiera haber supuesto la activación de esos peones siempre disponibles a ejecutar los atentados que sirve a los intereses militares atlantistas.
Recordemos que una negativa parecida de Carrero Blanco -cuando tocaba renovar los acuerdos de cesión de las bases en suelo español- precedió a su asesinato, en una acción en la que la colaboración de la inteligencia norteamericana parece más que probable, y que otros políticos contestatarios, como Aldo Moro y Olof Palme, pagaron con su vida su poca disposición a facilitar las cosas al "amigo" americano.
Esta vez han sido ciudadanos de a pie las víctimas del macabro juego de intereses, algo tampoco inhabitual.
Decida el lector sobre la pertinencia de la hipótesis apuntada.
(posesodegerasa)a