“El imperio ve solamente maldades y acciones diabólicas por el lado de los otros y entiende su política como el gran exorcismo”.
— Franz Hinkelammert
VICKY PELAEZ / Cuando se cumple un año del plan fallido insurreccional de la derecha llamado “La Salida”, que buscaba el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro, nuevamente se está arremetiendo con la guerra mediática, económica, financiera y sicológica internacional en contra de la República Bolivariana de Venezuela.
Lo nuevo es que el promotor directo de un golpe de Estado en marcha en Venezuela, EEUU, ha logrado un nuevo y poderoso aliado: las Naciones Unidas, pues resulta que la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha denunciado la autorización otorgada por el gobierno bolivariano a las Fuerzas Armadas venezolanas para controlar las manifestaciones públicas en casos extremos como “una violación no aceptable de los derechos humanos”.
Primero, es irónico que los especialistas de las Naciones Unidas no hayan tomado en cuenta los 43 muertos y unos 800 heridos durante la violencia y los actos de terrorismo en las calles de algunos municipios venezolanos gobernados por la derecha a través de las llamadas guarimbas (barricadas y protestas violentas) que se extendieron desde 12 de febrero hasta junio de 2014.
Texto completo de la Resolución 008610 en la Gaceta oficial de la República Bolivariana de Venezuela
Segundo, los defensores de los derechos humanos seguramente no leyeron el texto completo de la Resolución 008610 del gobierno venezolano que establece que el uso de las Fuerzas Armadas para las acciones de la imposición de la ley “deberá ser un método excepcional de responder a una situación de emergencia cuando hay una necesidad de apoyar a la policía civil.
En estos casos el uso del ejército debería ser sólo temporal y los militares deberían actuar bajo el mando y el control civil”.
Finalmente, vale la pena preguntar sobre el silencio de la Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (NU) por el uso de la Guardia Nacional en los Estados Unidos para casos de emergencia y revueltas callejeras que hasta ahora sigue en vigencia. Uno de los ejemplos más trágicos fue la “Matanza de 4 de mayo” de 1970 en la Universidad de Kent, Ohio.
Aquel día la Guardia Nacional disparó contra los estudiantes que protestaban contra la invasión estadounidense a Camboya. Como resultado cuatro estudiantes fueron asesinados y nueve heridos. Para la ONU no pasó nada. Tampoco los voceros de los derechos humanos de la Naciones Unidas muestran gran preocupación por el uso del Ejército y la Marina en México para luchar contra el crimen organizado, la delincuencia común y el narcotráfico que arrojó como saldo decenas de miles de muertos.
Las Naciones Unidas muestran cínicamente el mismo doble rasero que los Estados Unidos que en su reciente documento “La Estrategia de la Seguridad Nacional, febrero 2015″ se presenta como un paladín de la democracia y paz en el mundo y un ejemplo para seguir del estado de derecho. A la vez da a conocer a todo el mundo que sus “Fuerzas Armadas deben ser dominantes en todos los sentidos” y especialmente en las condiciones cuando “tenemos una oportunidad y la obligación de liderazgo (global) reforzando, formando y donde es apropiado crear reglas, normas e instituciones que garanticen paz, seguridad, prosperidad y protección de los derechos humanos”.
Los recientes resultados de este liderazgo norteamericano, para el cual según este documento elaborado por el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) “no existe reemplazo”, horrorizaron al mundo entero viendo masacres de los inocentes en Irak, Afganistán, Libia, Siria, Yemen y ahora en Ucrania. En el último caso Estados Unidos se proclamó como el promotor principal del golpe de Estado y de la actual guerra civil que ya arrojó como saldo 50.000 muertos ucranianos, de acuerdo a los servicios de inteligencia alemanes.
En América Latina sus portadores de los derechos universales han sido dictadores como Stroessner, Somoza, Videla, Banzer y tantos otros líderes al servicio incondicional del Gran Patrón. A los que resistían al dominio norteamericano les esperaba el destino de Salvador Allende. Ahora le toca el turno a Venezuela que se atrevió a tratar de crear una sociedad diferente a los planes de Washington y en especial porque tiene mucho petróleo que EEUU ambiciona. En el penúltimo capítulo de la “Estrategia de la Seguridad Nacional” se recalca que “nosotros (el gobierno norteamericano) estamos con los ciudadanos donde la democracia está en riesgo, como en Venezuela”.
Es decir, Washington está con los líderes del plan “La Salida” como Leopoldo López, Antonio Ledesma, Henrique Capriles, María Corina Machado y los seguidores de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) todos enfrascados en la preparación de un golpe de Estado. A la vez, el documento de la NSC establece que “seguiremos trabajando con todos los gobiernos interesados a cooperar con nosotros para reforzar los principios enumerados en la Carta Interamericana”. Los autores de “La Estrategia de la Seguridad Nacional 2015″ definen como sus aliados a los “interesados en cooperar”, en Latinoamérica a Chile, México, Colombia y Perú.
El término “cooperar” con Washington significa seguir incondicionalmente sus instrucciones lo que implica ayudar a poner fin al actual gobierno de Nicolás Maduro. El vicepresidente norteamericano ya anunció en uno de los encuentros con los presidentes caribeños que el régimen de Maduro caerá y ya es hora para los líderes latinoamericanos de darse cuenta de esto y reforzar sus alianzas con EE.UU.
La reciente visita a Caracas de tres ex presidentes neoliberales: Sebastián Piñera de Chile, Felipe Calderón de México y Andrés Pastrana de Colombia para encontrarse con los opositores que traman el golpe de Estado muestran la magnitud de la preparación para poner fin a lo que ellos llaman “régimen autoritario” que reprime y hambrea a su pueblo y no le permite ejercer su derecho de libertad de opinión.
Los medios de comunicación globalizados están día a día hablando del fracaso del modelo chavista y le están haciendo eco los medios nacionales como El Nacional, La Patilla, Tal Cual. Todos impulsan una copia de lo sucedido en Chile en 1973 usando las operaciones sicológicas, medidas económicas que llevan al acaparamiento y especulación de los productos de la primera necesidad bajo la consigna “amor con hambre no dura”, promoción de la violencia en el interior del país. Estados Unidos a la vez impone las sanciones contra Venezuela combinadas con las presiones diplomáticas.
Igual como en el caso de Chile, muchas municipalidades sufren de un día para el otro escasez del transporte público resultando, según las denuncias de los usuarios, que alguien les está pagando a los choferes tres o cuatro veces más de lo que ganan al día para que no saquen sus unidades.
También hay una campaña mediática agresiva para desprestigiar a los líderes del gobierno y producir el descontento en las Fuerzas Armadas. Lo que no entienden los promotores del golpe es que América Latina ya no es la misma que en ella se produjo el “cambio de época” y las condiciones que existían durante los golpes de Estado en los años 1970 ya no son dadas.
Actualmente el gobierno de Venezuela tiene a su disposición todo lo necesario para prevenir los intentos del cambio violento del gobierno y de su sistema: el pueblo está armado con 100.000 fusiles Kalashnikov y tiene sus medios de comunicación alternativos. También goza de la mayoría en la asamblea Nacional, existe unión pueblo-Fuerzas Armadas, controla 20 gobernaciones y el país tiene alianzas estratégicas tanto en Latinoamérica como en el mundo. Además Venezuela es miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y es miembro de la CELAC, UNASUR, MERCOSUR y la ALBA.
El lunes pasado los cancilleres de la Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUR) se reunieron en Uruguay para ratificar su respaldo a Venezuela ante las acciones injerencistas de EEUU en una maniobra que pretende quebrantar la estabilidad del gobierno bolivariano. Los diplomáticos se comprometieron a “buscar canales de comunicación con el gobierno de Estados Unidos que favorezcan al diálogo con Venezuela”.
Sin embargo, la historia enseña que los países como Estados Unidos interpretan el diálogo como una sumisión a sus exigencias. Uno de los ideólogos del sistema norteamericano, Samuel Huntington, acertó hace bastante tiempo diciendo que “el Occidente no conquistó el mundo por la superioridad de sus ideas, valores o la religión, sino por la superioridad de la violencia organizada”.
Solamente resistiendo organizadamente esta “violencia” podrá sobrevivir y seguir adelante la República Bolivariana por cuya causa se inmoló Hugo Chávez aquél que alguna vez le dijo a Estados Unidos que en caso de agresión nunca tendría el petróleo que tanto ambiciona. Chávez sabría porqué lo dijo y a “buen entendedor pocas palabras”.