Por 40 años, Vern Bengston, profesor de Gerontología y Sociología en USC, ha supervisado el Estudio Longitudinal de Generaciones el mayor estudio sobre religión y vida familiar realizado a través de varias cohortes generacionales en Estados Unidos.
En el 2013, el estudio incluyó a las familias seculares que empiezan a pronunciarse en la demografía americana y resulta que criar hijos sin rezar antes de las comidas ni llevarlos a la iglesia los domingos resulta bastante bien, como cuenta Phil Zuckerman:
Altos niveles de solidaridad familiar y cercanía emocional entre los padres y los jóvenes no religiosos, y estándares éticos fuertes y valores morales que habían sido articulados con claridad, a medida que se impartieron a la siguiente generación.
"Muchos padres no religiosos fueron más coherentes y apasionados por sus principios éticos que algunos de los padres 'religiosos' en nuestro estudio", me dijo Bengston. "La gran mayoría parecía vivir una vida llena de metas que se caracterizan por una guía moral y el sentido de que la vida tiene un propósito".
Mi propia investigación en curso sobre los estadounidenses seculares —así como la de un puñado de otros científicos sociales que sólo recientemente han vuelto su mirada a la cultura secular— confirman que la vida familiar no religiosa está repleta de sus propios valores morales sustentadores y preceptos éticos enriquecedores.
Los principales son: la resolución de racional problemas, la autonomía personal, la independencia de pensamiento, evitar el castigo corporal, un espíritu de "cuestionarlo todo" y, principalmente, la empatía.
Para las personas seculares, la moral se basa en un principio simple: la reciprocidad empática, ampliamente conocida como la Regla de Oro. Tratar a los demás como te gustaría ser tratado. Es un antiguo imperativo ético y universal.
Y no requiere creencias sobrenaturales. Como me dijo una madre atea que quiso ser identificada sólo como Debbie:
"La forma en que les enseñamos lo que está bien y lo que está mal es tratando de inculcar un sentido de empatía... se sienten cómo otras personas.
Ya sabes, sólo tratar de darles ese sentido de lo que es estar del lado de las consecuencias de sus acciones. Y no veo ninguna necesidad de Dios en eso".
"Si tu moralidad está toda atado a Dios", continuó, "¿qué pasa si en algún punto empiezas a cuestionar la existencia de Dios? ¿Significa eso que tu sentido moral se derrumba de repente?
De la forma en que estamos criando a nuestros hijos... no importa lo que decidan creer en el futuro, incluso si llegan a ser religiosos o lo que sea, ellos todavía van a tener ese sistema".
Los resultados de esa crianza secular de los hijos son alentadores.
Los estudios han encontrado que los adolescentes seculares son mucho menos propensos a importarles lo que piensen los "chicos populares" o a expresar la necesidad de adaptarse a ellos, en comparación con sus compañeros religiosos.
Cuando estos adolescentes maduran hasta convertirse en adultos "ateos", exhiben menos racismo que sus contrapartes religiosas, según un estudio del 2010 de la Universidad de Duke.
Muchos estudios psicológicos muestran que los adultos seculares tienden a ser menos vengativos, menos nacionalistas, menos militaristas, menos autoritarios y más tolerantes, en promedio, que los adultos religiosos.
Investigaciones recientes han demostrado que los niños que crecen sin religión tienden a permanecer irreligiosos a medida que crecen — y tal vez son más comprensivos.
Los adultos seculares son más propensos a entender y aceptar la ciencia en relación con el calentamiento global, y a apoyar la igualdad de la mujer y los derechos de los homosexuales.
Un hecho revelador de la criminología: según las estadísticas de la Oficina Federal de Prisiones, los ateos estaban casi ausentes de nuestra población penitenciaria a de finales de los Noventa, comprendiendo menos de la mitad del 1% de las personas entre rejas.
Esto se hace eco de lo que el campo de la criminología ha documentado desde hace más de un siglo — los no afiliados y los no religiosos cometen muchos menos crímenes.
Otro hecho significativo relacionado:
Los países democráticos con más bajos de niveles fe y participación religiosa en la actualidad —como Suecia, Dinamarca, Japón, Bélgica y Nueva Zelanda— tienen una de las tasas de crímenes violentos más bajos del mundo y disfrutan de muy altos niveles de bienestar social.
Si las personas seculares no pudieran criar niños morales que se portaran bien, entonces, una preponderancia de ellos en una determinada sociedad sería un desastre social. Sin embargo, el caso es todo lo contrario.
Siendo un padre secular y un poco experto en la cultura secular, conozco muy bien la angustia que experimentan muchos estadounidenses seculares cuando no pueden dejar de preguntarse: ¿podría posiblemente estar cometer un error por criar a mis hijos sin religión?
La respuesta inequívoca es no.
Los niños criados sin religión no tienen escasez de virtudes y rasgos positivas
¿Qué — niños que no son reclutados en una superstición asesina terminan siendo adultos funcionales? ¡Quién diría!
(vía Debunking Christianity |