Una vez más, informadores y público aceptamos como borregos la versión de los hechos que nos proporciona el Poder.
En los grandes medios informativos casi nadie se pregunta ¿cómo es posible que medio mundo se sienta amenazado por un grupo islamista del que hasta hace poco apenas sabíamos nada?, ¿por qué los servicios de inteligencia no lo detectaron y frenaron a tiempo, antes de que comenzara a extenderse como una plaga?…
Es más, porque en sus inicios el Estado Islámico (ISIS) fue financiado y armado por esos mismos servicios secretos árabes y aliados.
Tanto es así que hace un año, cuando quienes ahora son el ariete del Eje del Mal estaban «del lado correcto de la historia» y los anglo-americano-saudíes les ayudaban a combatir al gobierno sirio, su líder, hoy llamado Al-Baghdadi, se fotografiaba como un adalid de la libertad con el enviado americano y contrincante de Obama en las elecciones, John McCain.
Una clave fundamental de lo que está ocurriendo en los países árabes nos la da uno de los grandes arquitectos ocultos de la historia moderna, Michael Ledeen:
«Para conseguir el más noble de los logros, el líder puede tener que ‘entrar en el mal’.
Debe conseguirse, usando todos los medios necesarios, un cambio de régimen en Irak, Irán, Siria, Arabia Saudí y la Autoridad Palestina.
No hay medias tintas… Guerra total no es sólo destruir las fuerzas militares del enemigo, sino llevar a la sociedad del enemigo hasta un punto de decisión extremadamente personal, de forma tal que acepte una inversión de sus tendencias culturales…
El ahorro de víctimas civiles no puede ser la primera prioridad de la guerra total».
Y el peor enemigo futuro para el Sistema sería un Islam unido, admirado y libre de corrupción.
Con todo esto se le está derrotando con antelación y haciendo que los occidentales lo vean como diabólico.