Artemisa, fue una de las deidades más antiguas y veneradas durante aquella cultura, incluso hay muchos que la señalan como pre griega.
Así como ha sucedido con la mayoría de las figuras endiosadas por los griegos, Artemisa también tenía disposiciones especiales por las cuales era reconocida y se la honraba: la caza, el terreno virgen, los animales, los nacimientos, las mujeres jóvenes, la virginidad y el alivio de las enfermedades femeninas.
Esta vinculación con la mujer nacería tiempo después al considerado como tiempo clásico en Grecia y entonces, comenzaría a ser considerada también como diosa de los partos y de las comadronas.
En la mayoría de las ocasiones en las que se la mencionó en aquellos tiempos se la vinculó directamente con Zeus y Leto, de quienes se decía eran sus padres y con Apolo, de quien se decía era su hermano mellizo.
Mientras tanto, la manera en la cual tradicionalmente se la representó gráficamente fue como cazadora empuñando un arco y flechas y el ciervo y el ciprés fueron los elementos que se le consagraron.
Casi todo lo que se sabe hoy de la diosa Artemisa se debe a un poema del célebre poeta griego Calímaco , dedicado justamente a esta diosa, ya que no existe ningún mito conservado que nos de detalles acerca de su infancia y el resto de su vida.
De acuerdo a Calímaco, cuando Artemisa tenía solamente tres años le pidió a su padre Zeus que le concediese seis deseos, entre ellos: mantenerse siempre virgen, poseer varios nombres para diferenciarse de su mellizo Apolo, ser Dadora de luz, disponer de un arco y flechas, de una túnica hasta las rodillas para poder cazar animales, tener 60 hijas para su coro y 20 ninfas como doncellas para velar por sus perros y su arco mientras ella descansase.
Además, le pidió ejercer su poder sobre las montañas y el poder asistir a las mujeres mientras padecen dolores de parto. A propósito se cree que ella misma asistió el parto de su madre.
Independencia
Al igual que su castidad, Artemisa valoraba y protegía fuertemente su independencia, así como su libertad y privacidad, y no dudó en castigar a cualquiera que tratara de restringir su libertad o invadir su privacidad.
En una leyenda, el cazador Acteón tropezó con Artemisa y sus ninfas mientras se bañaban desnudas. Artemisa inmediatamente lo castigó, no sólo por la invasión de su privacidad, sino que por haber deshonrado su pureza y la de sus ninfas al detenerse a mirarlas.
Ella lo convirtió en un venado antes de colocar a sus propios perros de caza contra él.
Su valoración de la libertad también obligaba a Artemisa a ayudar y proteger a las mujeres vulnerables y sufridas que no compartían su libertad, y en defensa de las mujeres que recibían un trato injusto por parte de los hombres.
Parto y sanación
Según la leyenda, Artemisa nació un día antes que Apolo y sin causarle dolor a la madre.
Ella comenzó a asistir a Leto como partera durante el parto de su hermano casi inmediatamente después de su propio nacimiento.
Por lo tanto, Artemisa se convirtió en la patrona de los partos, protegiendo y ayudando a las mujeres durante el parto y como guardiana de los niños.
En contradicción con este papel, también podía traer la muerte súbita a la mujer durante el parto con sus flechas.
Del mismo modo, el papel de Artemisa como protectora y cuidadora incluía la salud, pero también se sabe que causaba y propagaba enfermedades, incluyendo la lepra, la rabia y la gota.