Por Luca Pistone Suruc* //
Turquía, (Notimex) //
En total son una veintena, son kurdos de Turquía y tienen entre 16 y 25 años de edad.
Han creado una verdadera organización clandestina con una jerarquía bien definida.
Todos los días, desde hace casi dos meses, se arriesgan a ser detenidos por la policía turca que los persigue con desgano a lo largo de la frontera con Siria.
Son culpables de dos delitos: uno que cometen regularmente y otro que querrían cometer más a menudo.
El primero es llevar alimentos a los refugiados de Kobane**, atrapados en el paso fronterizo controlado por las fuerzas turcas; el segundo, introducir en Siria a los kurdos que están dispuestos a luchar contra el autoproclamado Estado Islámico.
Para verlos en acción se necesita una buena dosis de suerte. Operan en total secreto, porque se exponen a muchos riesgos, incluso a varios años de prisión. Pero no les importa.
Tienen una misión y la quieren llevar a cabo: ayudar a sus hermanos y hermanas de la ciudad que se ha convertido en el símbolo de la resistencia kurda contra los yihadistas. Ésta es la razón por la que se hacen llamar Amigos de Kobane.
“Más allá de esa maldita red, bloqueados por los turcos, hay ancianos, mujeres y niños que tienen hambre. Gritan, tienen frío y están aterrorizados.
Los tratan como animales, como si fuesen extraterrestres”, dice Arjan, de 24 años, fundador del grupo.
“Pueden tenerlos ahí durante días esperando los permisos para entrar en Turquía. Es nuestro deber hacer algo por ellos, y por eso hemos creado nuestra pequeña sociedad secreta, que hemos llamado Amigos de Kobane”, agrega.
En la vida de cada día, la de antes del sitio de Kobane, Arjan trabajaba en una pequeña tienda de piezas de repuesto para ordenadores.
Por lo que él mismo describe como “ideales”, decidió dejar su trabajo y dedicarse al ciento por ciento a asistir a los refugiados que están bloqueados en el paso fronterizo.
“Muchos de mis amigos, de mis compañeros, prestan servicios como voluntarios en los campamentos de refugiados en Suruc.
Hacen cosas excelentes, a pesar de que los medios de que disponen son limitados. Pero las miles de personas de los campamentos no son las únicas que necesitan ayuda”, señala.
“La frontera se ha convertido en un lugar de gran sufrimiento, difícil de controlar porque las fuerzas de seguridad turcas no permiten que nos acerquemos.
Pero nosotros, con nuestra perseverancia, a veces lo conseguimos”, dice Arjan. Arjan y una veintena de amigos y familiares, todos muy jóvenes, han sacado adelante una pequeña organización clandestina en la que cada miembro sabe bien cuál es su deber.
Arjan forma parte claramente de la “dirección”, que decide cuándo y dónde se llevan a cabo los intentos de entregar alimentos a los refugiados del pase fronterizo; luego están los “cocineros”, que preparan la comida, sobre todo a base de harina, y la colocan en bolsas de plástico; después están los “mensajeros”, que van de casa en casa para recoger suministros.
Por último, todos juntos, pasan a la acción.
Para saber más acerca de los días en los que puede haber más personas que necesitan alimentos, Arjan y su grupo van al hospital de Suruc con la esperanza de encontrar a los combatientes heridos de las YPG*** (Unidades de Protección Popular, las milicias de autodefensa kurdas).
Los lesionados son llevados en ambulancias a Turquía a través de la frontera. Tratan de reunirse con ellos para obtener información útil, pero también en este caso son detenidos por la policía, que no permite ningún tipo de contacto con ellos.
Tras semanas de experiencia, los Amigos de Kobane han llegado a la conclusión de que la única manera de entregar la comida a los hermanos de Kobane es conocer a algún soldado que esté en el paso fronterizo.
Arjan no quiere revelar cómo, pero de vez en cuando le llega una lista con los turnos de los soldados de guardia, y organiza las misiones basándose en eso. “A algunos soldados los conocemos bien, son kurdos y viven por aquí.
Nos ponemos de acuerdo con ellos: nos encontramos en un arbusto a unos centenares de metros de distancia del pase fronterizo y les entregamos los suministros.
Si son los propios militares los que llevan la comida nadie abre la boca, pero si nos acercamos nosotros nos persiguen o nos detienen. ¿No te parece absurdo?”, dice Arjan.
El verdadero problema de los Amigos de Kobane no son los militares sino la policía. Con sus coches patrulla, los policías son omnipresentes en las carreteras secundarias que hay a lo largo de la frontera. Es difícil escapar a la atenta mirada de los agentes, pero no imposible.
El territorio en la zona fronteriza es semidesértico, pero de vez en cuando hay algunas fincas que tienen al lado pequeñas zonas verdes y gracias a estos puntos Arjan y sus colaboradores pueden esconderse de las patrullas de la policía y acercarse a la frontera.
“Una vez estuvimos escondidos durante un par de horas en un huerto, trepados a los árboles. Normalmente la policía se limita a encender las sirenas y nos amenaza con detenernos gritando por los megáfonos. Ni siquiera bajan del coche.
Pero alguna vez nos han perseguido los policías y los perros policía. Pasamos mucho miedo: a los que hacemos obras humanitarias la ley turca nos depara años de cárcel”, critica Arjan.
Pero Arjan asegura que el otro proyecto de los Amigos de Kobane es aún más ambicioso que la entrega de alimentos a los refugiados: están ideando un plan para introducir en Siria a los que quieren luchar para salvar a Kobane de la amenaza yihadista o a los que simplemente quieren ir a casa para comprobar el estado de sus bienes. No obstante, llevar a cabo esta misión se está demostrando más difícil de lo esperado.
“Lo que ves ahí delante es Kobane.
La parte central de la ciudad, lo que está enfrente del paso fronterizo lo controlan las YPG. Todo lo demás está en manos de Daesh, como también se conoce al Estado Islámico”, asegura.
Notas:
*Distrito de la provincia turca de mayoría kurda de Sanliurfa, cerca de la frontera con Siria. Aquí han encontrado refugio unas 70.000 personas de las más de 200.000 que han tenido que huir de Kobane.
**Ciudad siria de mayoría kurda que desde el 16 de septiembre está bajo el asedio del Estado Islámico. ***Las YPG se consideran el brazo armado del PYD sirio (Partido de la Unión Democrática), que a su vez está afiliado al PKK turco (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), que Turquía considera una organización terrorista. Por esta razón, el gobierno no permite a los kurdos sirios y turcos entrar en Siria y unirse a las YPG. Sin embargo, Turquía se ha comprometido a llevar a su territorio a los milicianos de las YPG heridos en combate y a dar sepultura a los caídos en la batalla.