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Las mujeres son el motor del mundo


Alberto Martínez Cuartero. Soy emprendedor de proyectos para el desarrollo y comunicador social. Postgrado Iberoamericano de Responsabilidad Social Empresarial y Cooperación Internacional al Desarrollo. En 2009, llevé a cabo un proyecto económico fin de carrera, en Ruanda.

 Allí pude comprobar de primera mano la necesidad de impulsar el empoderamiento de la mujer, porque ésta es el motor de la familia y estoy convencido de que en el siglo XXI será el motor que mueva el mundo @albertoabhttp://albertomartinezcuartero.com/

Lejos del léxico de catalogar un primer y tercer mundo siempre he defendido que en nuestro planeta existe un único mundo. Este artículo habla de cooperación y “tercer mundo”, pero principalmente va dirigido a ti, que tienes la posibilidad de tener conexión a internet, cinco minutos de tiempo libre que perder leyendo este texto y la oportunidad de cambiar el mundo.

Sé lo que cuesta llegar hasta un puesto de trabajo, sacar adelante a la familia, la casa y hacer realidad los sueños. 

Mi bisabuela, mi abuela y mi madre eran y son mujeres valientes y luchadoras; por eso lo sé. Me gustaría que hicieras tuyo este artículo y te identificaras con los sueños y realidades de grandes mujeres del llamado “tercer mundo”. 

Y ponerlas de ejemplo para, a través de ellas, animar a otras mujeres a perseguir sus propios sueños.

En la actualidad, las mujeres sólo gestionan el 0,5% de los recursos de la tierra, y representan el 70% de los 1.300 millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza.

 Según informes de FAO, se estima que su contribución a la economía en trabajos no remunerados supone entre un 25% y un 30% del Producto Bruto Mundial.

Aproximadamente en ¾ partes del mundo se tiene la creencia de que un hijo trae prosperidad y seguridad, que puede trabajar en el campo y probar suerte como comerciante, maestro, tendero o carpintero. Mientras tanto una hija no gana nada.

 Únicamente se ocupa de los hijos, la cocina, cuida a los animales, carga cada día vasijas con agua, las transporta varios kilómetros y realiza incontables trabajos en el hogar.



El auge económico de los años 80 y 90 unido a los errores de la cooperación al desarrollo, han llevado a organizaciones sin ánimo de lucro a cometer el error de formular proyectos para el desarrollo, sin conocer las verdaderas necesidades de sus beneficiarios.

 Hace no muchos años, una ONG insistió en la necesidad de la construcción de un pozo en el centro de una aldea africana, para que alrededor de 120 mujeres se beneficiaran de no tener que caminar ocho kilómetros diarios en busca de agua.

No contaron con la opinión de estas mujeres y en lugar de beneficiadas, fueron las grandes perjudicadas, ya que ese trayecto diario que realizaban era el único momento de ocio para compartir y conversar con otras mujeres alejadas de sus responsabilidad en la casa, en su trabajo, con sus hijos, maridos o familiares a su cargo.

Gracias a este ejemplo y otros muchos que hemos vivido personas que trabajamos en proyectos de cooperación “consideramos que trabajar con y por la mujer es una necesidad urgente e ineludible. 

No sólo porque es la principal perjudicada por la situación de desigualdad mundial, sino porque hemos aprendido que las iniciativas a favor del empoderamiento de la mujer, suponen una mejora directa de los indicadores de bienestar social en sus familias y comunidades”.


¿Por qué las organizaciones conceden la mayoría de sus microcréditos a mujeres?

Estudios cuantitativos y cualitativos nos muestran como únicamente el 3% de los microcréditos concedidos a mujeres se encuentran en situación de mora, mientras que un 38% de los microcréditos concedidos a hombres nunca son devueltos. 

Un hombre puede abandonar su hogar familiar, dejar a sus hijos y dejar a su mujer por otra.

Sé que muchos me diréis que las mujeres también pueden hacer esto, pero son raras las ocasiones en las ellas abandonan a sus hijos o sus responsabilidades profesionales o familiares.

Llevo mucho tiempo sosteniendo que la mujer es el motor del mundo y con más motivo lo es en los países africanos y de América Latina

Las mujeres del mundo están en el centro de todo: de la casa, el barrio, la aldea, la familia. La mayoría de las veces, cuando una mujer aporta dinero, los beneficiarios inmediatos son sus hijos. 

Una madre se interesa en comprar mejor comida o utensilios de cocina, por arreglar el tejado de su casa y por mejorar camas y toallas.

 Presta más atención al vestuario de sus hijos y a sus necesidades educativas.

En comparación con el hombre pobre, la mujer pobre es más luchadora. Estoy cansado de andar por África y Centroamérica y encontrarme a hombres sentados fuera de casa o en un bar y mujeres vendiendo frutas, verduras, cualquier tipo de producto a la vez que cargan de sus tres o cuatro hijos. El padre se marcha de casa temprano por la mañana y regresa al atardecer.

 No tiene que ocuparse de los hijos. Pero la madre tiene que arreglárselas todo el tiempo. Además, hay que destacar el derecho de muchos hombres de sentirse con la obligación de llegar a casa para dormir o ver el televisor y no hacer nada más.

Según Muhammad Yunus, conocido como “el banquero de los pobres”: “Los hombres son como los pavos reales; si les das dinero, su prioridad será comprarse un reloj, una buena camisa, una radio”. “Si quieres desarrollo en términos de calidad de vida: educación, vivienda, alimentación y compromiso piensa como una mujer y acertarás”.

Por todos estos motivos, pienso sin lugar a dudas, que con la crisis cada vez más profunda que vivimos, si no hubiesen existido las mujeres con su valentía y su creatividad, en todos los países del mundo hubiesen explotado mayores conflictos que los que vivimos ahora. 

Estoy convencido de que pese a todos los problemas que sufren los países empobrecidos, éstos van a va a despegar gracias a las mujeres. 

Estoy convencido de que pese a los recortes en educación, sanidad y derechos sociales que se están sufriendo en Europa y EE.UU, las mujeres van a empujar a las organizaciones sociales, movimientos y organismos para cambiar la situación y poner a las personas en el centro de cualquier política. 

Estoy convencido de que la mujer es y será el verdadero motor del mundo que haga de este siglo XXI un mundo más justo.

 http://docemiradas.net/#sthash.Ic2G05vw.dpuf

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