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Nicaragua: Gaspar García Laviana, un asturiano en la Revolución Sandinista

Gaspar García Laviana (San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1941 - † 11 de diciembre de 1978), conocido como Comandante Martín, fue un sacerdote y guerrillero español que luchó junto a los sandinistas nicaragüenses.

El Comandante Martín, ese fue su nombre de guerra, fue un hombre muy valiente y comprometido, y en mi familia le tenemos mucho cariño.

Él representa los valores universales y solidarios en los que creemos, y además es asturiano, como nosotros.

Mi padre nos hablaba muchas veces de Gaspar, y aunque no llegó a conocerle personalmente, en sus viajes a Nicaragua pudo comprobar la huella profunda que este gran luchador había dejado allí.
Eran los años ochenta, la época de los COSAL, con la revolución triunfante que tantas esperanzas había concitado, y cuyo legado no se pudo o no se supo mantener.

¿Dije que Gaspar era cura? Que raro suena hoy, cuando la iglesia nos muestra sus afiladas garras al servicio del imperialismo y la explotación capitalista.

Pero él sabía que nada de eso tenía relación con el verdadero mensaje de Jesucristo, para quien los pobres eran la sal de la tierra.

Ese fue uno de los lemas sandinistas: Entre Cristianismo y Revolución No Hay Contradicción.

Y algo más que un lema, pues miles de cristianos lo llevaron hasta las últimas consecuencias, entregando sus vidas a la noble causa revolucionaria

Gaspar García Laviana había nacido en 1941 en el pueblo de Les Roces, en San Martín del Rey Aurelio. Luego se trasladó con su familia a Tuilla (en Langreo), donde su padre era minero.

Estudió el bachillerato en Valladolid, y luego Filosofía y Teología en Logroño, donde se ordenó sacerdote en 1966, en la orden del Sagrado Corazón. Celebraría su primera misa en su pueblo natal.

Pasó luego a Madrid para ejercer el sacerdocio en la parroquia de San Federico.

Durante los tres años que permaneció en Madrid estuvo siempre en contacto con los jóvenes y con grupos de sacerdotes obreros, tratando de implicarse cristianamente en la marcha social y política del país.

En 1969 su vida daría un vuelco al ofrecerse como voluntario para ir a Nicaragua como misionero.

Fue destinado a la parroquia de San Juan del Sur, una pequeña localidad en la costa del Pacífico donde casi todos los feligreses eran campesinos, y donde la pobreza y los abusos del gobierno campaban a sus anchas.

Eran "todos analfabetos, sin escuelas, traté de enseñarles las técnicas agrarias, pero no tenían tierras..., así durante cuatro años"

Lo que vivió allí le impactó de tal manera, que desde entonces no tuvo otra preocupación en su vida que luchar para cambiar las cosas.

En San Juan del Sur conoció el lado más oscuro de la humanidad.

Además de la pobreza extrema, la ausencia de médicos, de escuelas, etc, había todo un sistema de represión organizado por la dictadura para mantener sometida a la gente mediante el terror.

Los abusos eran continuos y realizados a plena luz, conscientes de su impunidad.

«He sido testigo del inmundo tráfico carnal al que se somete a las jóvenes humildes, entregadas a la prostitución por los poderosos; y he tocado con mis manos la vileza, el escarnio, el engaño, el latrocinio representado por el dominio de la familia Somoza en el poder"»

Escribir poemas y cuentos fue una manera de dar salida a ese torrente de sentimientos que le invadían. 

La rabia y la frustración por las injusticias que vio, fueron adquiriendo perfiles positivos hasta transformarse en un verdadero compromiso revolucionario: había que cambiar la realidad y no simplemente paliar sus efectos.

En 1973 inició sus contactos con los sandinistas, y poco a poco se involucró en sus actividades, pues veía en la Revolución la única esperanza para la liberación de los pobres de Nicaragua.

Se daba cuenta de que no hacer nada era hacerse cómplice de la tiranía somocista. Gaspar ayudaba a los sandinistas actuando como correo, transportando personas, así como en tareas de denuncia y de concienciación entre los campesinos, para hacerles entender las causas de su situación y la necesidad de actuar.

Pronto se convirtió en un peligro para el régimen, por lo que recibía frecuentes amenazas y seguimientos por parte de los esbirros de Somoza para comprobar sus actividades y tratar de intimidarle.

Finalmente, tras sufrir dos intentos de asesinato, se vio obligado a salir del país.

Tras una breve estancia en Costa Rica, donde se reunió con otros sandinistas en el exilio, tomaría la decisión más difícil de su vida: empuñar la armas para derrocar a Somoza.

Había llegado a la conclusión de que era la única alternativa para luchar contra el mal y que eso no podía violar los principios cristianos.

A finales de 1977 se hace militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La vida de Gaspar como guerrillero no fue muy larga pero sí muy intensa, y dejó profunda huella en sus compañeros.

Tras recibir adiestramiento militar en Cuba, regresó a Nicaragua para luchar en el Frente Sur Benjamín Zeledón, donde además de nicaragüenses había combatientes llegados de toda América Latina a modo de brigadas internacionales: chilenos, salvadoreños, uruguayos, argentinos, guatemaltecos, brasileños, dominicanos, panameños... todos en pos de un mismo sueño que cada vez estaba más cerca de hacerse realidad.

Gaspar tomó parte en numerosos combates, en los que se distinguió por su arrojo y valentía, pero también por su inteligencia, llegando a obtener el grado de Comandante, lo cual no era ni mucho menos sencillo y requería un alto nivel de destreza.

Se decía de él que era el primero en ir al combate y el último en retirarse, no le tenía miedo a la muerte y pronto adquirió un gran prestigio dentro de las filas sandinistas.

Los guerrilleros más veteranos no tenían inconveniente en aceptarle como jefe.

En el momento de su muerte tenía sólo 37 años.

Su unidad fue víctima de una emboscada cerca de Cárdenas, en el departamento de Rivas, junto a la frontera de Costa Rica. El 11 de noviembre de 1978, la Radio Sandinista anunciaba:

«Hermanos, les quiero comunicar una noticia dolorosa, el Comandante Martín, Gaspar García Laviana, el cura sandinista cayó en combate hace unas pocas horas, sin embargo no es el momento de llorar.

Hoy más que nunca tenemos que seguir el ejemplo heroico de nuestros mártires. Adelante compañeros»

Gaspar García Laviana no pudo ver con sus ojos el triunfo de la Revolución Sandinista que había ayudado a forjar, y que culminaría con la entrada de los revolucionarios en Managua el 19 de julio de 1979, pero su legado se mantendría vivo y muchas de sus preocupaciones se convirtieron en prioridades para los sandinistas en el poder.

El nuevo gobierno revolucionario instauró la asistencia médica para todos, desarrolló iniciativas de reforma agraria para distribuir tierras entre los campesinos, y también luchó contra la prostitución y el crimen organizado.

Además, en un bello gesto, sus poemas fueron recogidos en un libro titulado Canciones de Amor y Guerra, y que fue el primer libro publicado por el Ministerio de Cultura del nuevo gobierno sandinista.

Actualmente en Nicaragua hay hospitales, escuelas y bibliotecas que llevan su nombre.

Como el Che Guevara, de quien hace poco celebramos el 41º aniversario de su partida, Gaspar García Laviana propugnaba la rebeldía profunda y encarnaba la aspiración a una sociedad de plena justicia social.

En Asturias la muerte de Gaspar causo una profunda conmoción, en una época en la que también aquí se estaban dando grandes cambios políticos y sociales.

Se formaron grupos de apoyo a la Revolución Sandinista, que más tarde se extendieron a otros países de la zona a través de los COSAL (Comités de Solidaridad con América Latina).

En los años ochenta estos grupos desarrollaron una intensa labor de apoyo a los movimientos de izquierdas que combatían la agresión imperialista en El Salvador, Guatemala o la propia Nicaragua, sin olvidar tampoco la lucha contra las dictaduras en Chile y Argentina.

Con motivo de este 33º aniversario, han tenido lugar diversos actos de homenaje en varias localidades asturianas

También la televisión pública asturiana ha preparado y emitido un documental titulado Gaspar, misionero y comandante sandinista, en que se recoge abundante material gráfico así como testimonios de personas que tuvieron contacto él y le conocieron en diversas etapas de su vida.

Recientemente un grupo de sacerdotes asturianos ha creado el Foro Gaspar García Laviana, destinado a compartir reflexiones y análisis sobre la actualidad social y eclesial, a la luz del compromiso social y en defensa de los valores evangélicos de la justicia y de la paz. No se si tienen página web, yo al menos no la he encontrado.

Una céntrica avenida de Gijón lleva el nombre de Gaspar García Laviana.

Carlos Mejía Godoy le dedico su canción A Gaspar García Laviana, que empieza diciendo: "Un buen día nos llegó, a tiempo completo Gaspar, de Asturias el misionero, que araba sobre el mar".

http://keikai.blogspot.com/2008/12/gaspar-garca-laviana-un-asturiano-en-la.html

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