(SinEmbargo).– El Presidente Enrique Peña Nieto “al volver a casa” de su viaje a China y Australia, tendrá que luchar para mover a los mexicanos más allá de su “sentido de trauma nacional” y deberá reconstruir su credibilidad al exterior.
Durante casi dos años, el mandatario ha podido desviar la atención de la realidad de criminalidad y corrupción que vive el país a través de una agenda legislativa llamativa, pero “ya no tiene ese privilegio”, advierte en un artículo la revista The Economist.
El artículo señala que la popularidad del Presidente entre los mexicanos que ya era baja en “términos históricos” antes de la crisis que desató la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa el pasado 26 de septiembre, es probable que sufra aún más, sobre todo porque “la recuperación económica sigue siendo anémica y la confianza del consumidor ha sido especialmente débil”.
“Para recuperar el impulso, dicen los analistas que necesita con urgencia poner en práctica su reforma de industrias como el petróleo y el gas para que la inversión privada se vierte en acelerar el crecimiento económico en los próximos años”, plantea.
“Pero la Reforma Económica por sí sola no será suficiente, los empresarios dicen que si la criminalidad asusta a los inversionistas, estarán lejos de hacer una oferta para grandes contratos y las pequeñas empresas seguirán pagando dinero de extorsión a las pandillas y a funcionarios públicos corruptos. Durante casi dos años, el señor Peña ha sido capaz de desviar la atención lejos de esa realidad a través de una agenda legislativa llamativa. Ya no tiene ese lujo”, dice The Economist.
En su artículo titulado:
“De mal en peor”, difundido hoy, la revista señala que ante “la peor crisis de la Presidencia de Enrique Peña Nieto”, causada por la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, su círculo cercano “ha tratado de proyectar una imagen de calma”; sin embargo esto fue días antes de que el pasado 7 de noviembre el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, detalló la forma sombría en que “narco-mafiosos” coludimos con la Policías al parecer habrían matado a los jóvenes estudiantes en el estado de Guerrero, los habrían incinerado en un vertedero y echados sus huesos al río. Luego de ello, “la mala noticia” ha crecido señala The Economist.
El artículo destaca también el momento en que los manifestantes incendiaron la puerta del Palacio Nacional el pasado 8 de noviembre tras una marcha, “llevando a un nuevo nivel de un patrón de incendio”, el cual señala, ha acompañado a las protestas masivas que se han realizado desde que los estudiantes desaparecieron.
“La imagen de vándalos lanzando bombas molotov en el asiento ceremonial del Presidente, sin que nadie tratara de detenerlos, hirió a muchos mexicanos como un símbolo de un gobierno que es pasivo frente a la crisis”, detalla el artículo. La revista destaca que la mañana siguiente, justo después de que “el Señor Peña” viajó a China par zuna cumbre y una visita de Estado, “un escándalo estalló”. ”Un medio de comunicación mexicano, Aristegui Noticias, reveló que la suntuosa casa de 7 millones de dólares que el Presidente comparte con su familia pertenece a un hombre de negocios que está vinculado a un polémico proyecto de 3750 millones dólares de una construcción ferroviaria”.
La publicación británica se refiere también al escándalo de la compra de la casa que la Primera Dama de México, Angélica Rivera de Peña, adquirió a crédito con la Ingeniería Immobiliaria del Centro, cuyo titular es el jefe de Grupo Higa, a través de su filial Constructora Teya, integra el consorcio de empresas nacionales y extranjeras al que fue revocado la licitación para construir el tren de alta velocidad México-Querétaro.
Este grupo fue clave en el gobierno de Enrique Peña Nieto en el Estado de México al estar involucrado en la construcción de obras millonarias y en el arrendamiento de aeronaves para el gobierno mexiquense. Refiere que dicha noticia, dada a conocer en los medios de comunicación el pasado domingo 9 de noviembre, añadió más el descontento de la opinión pública hacia el Presidente. Eduardo Bohórquez de Transparencia Mexicana, señaló en entrevista para el medio británico que la casa blanca de Angélica Rivera es una muestra de por qué los políticos mexicanos deben ser obligados a declarar sus intereses y activos financieros de sus familias.
“Este es un gran agujero en nuestra legislación”. La cancelación del contrato de tren de alta velocidad, añade la revista, eclipsó la visita a China de Enrique Peña que ha tratado de atraer la inversión extranjera a través de un ambicioso conjunto de reformas energéticas y ha cortejado asiduamente Presidente Xi Jinping. Indica que la gira del Ejecutivo Federal ocupó espacio en los titulares de los medios chinos. Rescata la declaración que la empresa China Railway Construction Corp ofreció a la agencia de noticias estatal Xinhua por la cancelación del contrato para la construcción del tren México-Querétaro.
“El lado mexicano lleva toda la responsabilidad para el desguace de la operación [construcción del tren de Alta Velocidad México-Querétaro]. No tiene nada que ver con nuestra compañía”, dijo la compañía. “Esto complicará los esfuerzos del señor Peña para convencer a los mexicanos de que él es capaz de hacer cumplir el Estado de Derecho, no sólo en las tierras baldías de Guerrero, también en el centro de la clase política”, advierte The Economist. La publicación señala que “al volver a casa, el señor Peña tendrá que luchar para mover los mexicanos más allá de su sentido de trauma nacional y reconstruir su credibilidad en el exterior”.
Y destaca que pese a que el Procurador General describió “con detalle convincente el destino de los estudiantes”, sus familias se han negado a aceptar el veredicto del gobierno que señala que están muertos y han acusado al “Señor Peña” de poner las cumbres de Asia por encima de sus necesidades”.
Mientras las “violentas protestas han continuado”. Peña Nieto en respuesta a la crisis se ha comprometido a poner en marcha un pacto por “la ley y el orden” en el que participen todos los partidos políticos, “algo que se ha intentado antes con poco éxito”, critica la revista.
“Será creíble sólo si se extiende a los más altos niveles del poder político, y a la fuerza de corrupción, la impunidad, los conflictos de intereses y el tráfico de influencias que parecen florecer en todo el espectro político”, agrega.