¿Por qué unos obesos tienen diabetes y otros no?
La doctora Lorena Orozco, investigadora del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), dirige un estudio con el propósito de descubrir por qué algunos individuos con obesidad mórbida desarrollan diabetes tipo II y otros no, aún cuando las características físicas son similares en ambos.
El estudio realizado en colaboración con el Hospital General de Tláhuac “Doctora Matilde Petra Montoya Lafragua” de la ciudad de México tuvo el propósito de identificar las diferencias entre ambos pacientes con obesidad mórbida, para ello se estudiaron los adipocitos (células del tejido adiposo) de individuos recién sometidos a cirugía bariátrica (para adelgazar).
En los pacientes diabéticos se encontraron perfiles de metilación diferentes (modificaciones externas que inhabilitan el gen, llamadas epigenéticas), que inducen a una expresión alterada de los genes”, comentó Lorena Orozco.
La epigenética se ocupa de investigar cambios heredables y reversibles que regulan y mantienen la estructura de los genes, pero sin cambiar la secuencia del ADN, su función es similar a la de un puente que conecta los genes y el medio ambiente.
La epigenética regula la expresión normal de los genes y la metilación del ADN, que opera como un interruptor de encendido y apagado que aunado al estilo de vida y el medio ambiente puede contribuir a que se regulan el metabolismo del adipocito (células del tejido adiposo).
En el estudio se detectó que en los adipocitos de los pacientes obesos mórbidos que desarrollan diabetes se presenta un patrón específico que no están presentes en los que no tienen problemas de altos niveles de azúcar.
No por tener obesidad mórbida se tendrá diabetes.
Hay un grupo de obesos que son metabólicamente “sanos” y no serán diabéticos porque cuentan con una estructura o arquitectura genética y epigenética diferente a los que tendrán este padecimiento”, explicó la especialista.
El estudio efectuado en el Inmegen lleva dos años y aún sigue en curso, para ello fue necesario extraer el ADN de hombres y mujeres adultos de entre los 30 y 55 años, todos ellos con obesidad mórbida, pero sólo la mitad padece diabetes.
La especialista del Inmegen comentó que para considerar a una persona con obesidad mórbida, su índice de masa corporal (IMC) debe ser mayor de 40, medida obtenida tras dividir el peso de la persona entre el cuadrado de su estatura.
El problema del IMC es que se limita al peso general del paciente, por lo que también es importante medir la circunferencia de la cintura, de esta manera se pueden descartar casos especiales, por ejemplo el de un individuo que hace ejercicio regularmente y tiene una masa muscular mayor, tendrá una cintura menor que uno que pese lo mismo y sea obeso, concluyó Lorena Orozco.
¿Por qué el aceite recalentado es cancerígeno?
Al “requemarse” por periodos prolongados, el aceite cambia de estructura y se forman acroleínas, compuestos tóxicos de bajo peso molecular. Esto sucede porque se genera un proceso conocido como hidrólisis térmica, durante el cual se rompen los triglicéridos en cadenas moleculares más pequeñas (diglicéridos y monoglicéridos).
El rompimiento molecular también libera ácidos grasos que, al volatilizarse, llegan a ser irritantes para la nariz y los ojos, y algunos incluso se polimerizan y forman gomas como el cochambre.
“Lo grave es cuando se forman las acroleínas, que no son volátiles, por lo que permanecen en el aceite requemado”, advierte el maestro José Elías García, director de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad La Salle.
Las acroleínas, usadas como pesticidas, se forman cuando se queman árboles, tabaco y gasolina.
De acuerdo con información difundida por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, se trata de un grave agente irritante pulmonar y lacrimógeno, “pues concentraciones de dos partes por millón (dos gramos en una tonelada) en aire, resultan nocivas”.
Por su parte, García Zahoul agrega que este tipo de compuestos “son tóxicos y pueden ser cancerígenos, lo que provoca riesgos de salud al consumirlos en forma indiscriminada”.
¿De qué están hechos los cálculos renales?
Los cálculos se forman, en 80 o 90% de los casos, debido al calcio (oxalato o fosfato de calcio), así como al ácido úrico, estruvita y cistina, que se concentran en la orina y “que van convirtiéndose en cristales”, describe Miguel Ángel Méndez, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Estas sustancias suelen ingerirse en la dieta, aunque otros detonadores pueden ser la modificación de la acidez o pH de la orina, por tomar pocos líquidos y, en ocasiones, cuando hay enfermedades asociadas, como el hiperparatiroidismo, gota y otras, que causan alteraciones en la función renal”, detalla Méndez.
Aunque los también llamados “litos” renales se acumulan en el riñón –como se observan en esta micrografía (nefrolitiasis)–, también pueden alojarse en el tracto urinario y causar desde molestias hasta dolores intensos e, incluso, llevar a una intervención quirúrgica. La imagen que ves es el detalle de un cálculo a través de un microscopio electrónico de barrido.