El día miércoles 8 de octubre del presente año, México y el mundo vivieron una jornada de protestas por los hechos ocurridos el pasado 26 de septiembre en la población de Iguala, en el estado mexicano de Guerrero, lugar donde presuntamente policías municipales asesinaron a 6 personas y desaparecieron a 43 estudiantes de la “Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, en el municipio de Tixtla, en el mismo estado deGuerrero.
En todos los lugares donde se realizaron los mítines de protesta el reclamo principal fue “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, esta frase que, desgraciadamente, tantas veces se ha repetido en nuestro país con prácticamente nulos resultados, se vio acompañada por otras muchas frases de reclamo, demanda de justicia y descripción del estado actual de las cosas en México.
Con respecto al hecho lamentable sucedido en Iguala, la frase que llamó mi atención por lo contundente y certera, es la del padre Alejandro Solalinde, sacerdote católico mexicano que ejerce su ministerio en el Estado de Oaxaca y cuya principal virtud es ser un activista social muy comprometido con las causas populares y estar ocupado principalmente en la defensa y apoyo de los miles de migrantes centroamericanos que cruzan el territorio mexicano a bordo de ese inclemente transporte conocido como la “Bestia” con rumbo al imperio del norte.
Pues bien, el Padre Solalinde dijo con respecto al descubrimiento de varias fosas clandestinas , encontradas en las inmediaciones de la población de Iguala (lugar donde se dio la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa) que “Todo México es una fosa clandestina” frase fuerte, terminante y dicha con mucho valor y certidumbre, y con la que, quien esto escribe, está totalmente de acuerdo.
En cambio, el reconocido historiador y editorialista político Lorenzo Meyer, dijo en el programa de noticias más confiable de la radio en México (Aristegui Noticias), que la frase le parecía “exagerada”.
Yo no la considero así, y me explico, dejemos, por el momento, de lado el hecho de que todo el territorio mexicano está sembrado de las llamadas fosas clandestinas y que en ellas por desgracia se ha tratado de ocultar infinidad de crímenes de lesa humanidad, hagamos, repito, ese ejercico por el momento, dejando a un lado ese aspecto de la nota roja mexicana, sin que eso sea un llamado a olvidarlo, y ampliemos el concepto de “Fosa clandestina” (si es que es posible hacer eso con una frase tan degradante), a niveles más generales y echemos ahí todos los abusos que se han cometido, que se cometen y se cometerán en este país : empecemos por los más de 80 millones de pobres que habitan este territorio (de los cuales 50 millones viven en pobreza extrema siendo estos los únicos que el gobierno reconoce como de “clase baja”), aventemos a esa fosa clandestina llamada México, la soberanía nacional y acompañémosla, en este macabro rito funerario, de todas las “reformas” que el gobierno de Peña Nieto ha impuesto al pueblo mexicano (Reforma Laboral, Reforma en Competencia Económica, Reforma en Telecomunicaciones, Reforma Financiera, Reforma Hacendaria, Reforma Político – Electoral. Reforma en Transparencia, Código Nacional de Procedimientos Penales, Reforma Educativa, Reforma en Seguridad Social).
Continuemos y arrojemos en esta enorme fosa clandestina que es México, la corrupción centenaria, el robo, los fraudes electorales; las persecución, desaparición y muerte de líderes sociales.
Vertamos la guerra sucia de los 60s, 70s. si miramientos depositemos en esa fosa clandestina llamada México, el sometimiento, la indiferencia, el racismo, el clasismo centenario que en este país se ha practicado contra los grupos indígenas de México. Ahí en la fosa en que se ha convertido México, sin ningún problema cabe el clasismo de una sociedad que te mide a partir de tus ingresos económicos.
Ahí, en la fosa clandestina en que los políticos de todos los colores han transformado a México, podemos también echar los abusos y la contaminación de ríos y terrenos de empresas multinacionales (sobre todo canadienses) y mexicanas dedicadas a la minería; hay también lugar para los políticos chaqueteros que cambian de partido y de ideología a cada rato, dependiendo de su preferencias e intereses personales.
Un lugar especial dentro de esa gran fosa que ahora es México, está reservado para los feminicidios, los cuales no han parado y van en aumento en todo el país ante la indiferencia de Peña Nieto.
En esa fosa yacen, desde hace decenas de años, los abusos contra los trabajadores cometidos por sindicatos charros, caben las promesas de progreso y bienestar con que siempre se ha engañado a los campesinos mexicanos, caben los deficiente servicios educativos y de salud que ofrecen tanto el gobierno como particulares.
Caben los retenes donde han muerto familias enteras, caben las muertes de periodistas.
Ahí en la fosa clandestina marcada como México, sobra espacio para la Homofobia, cabe el castigo al aborto, las expulsiones por cuestiones religiosas. Cabe el aumento en las adicciones entre la población en edad productiva.
En esa fosa clandestina conocida comoMéxico, caben los desastres naturales y accidentes colectivos desatendidos.
Ahí en un rincón de esa fosa clandestina podemos encontrar las donaciones realizadas por miles de mexicanos a supuestas causas altruistas y de caridad y que han sido “bien empleadas” en construcciones de mansiones de descanso, viajes al extranjero de juniors, esposas, “amigas”, “amigos”, autos último modelo, departamentos de lujo en Miami y un largo etcétera; todo muy alejado de los fines para los que fueron hechas esas donaciones; cabe también los programas sociales con fines electorales.
En la fosa clandestina que todos conocemos como México, se localizan muchos de los fideicomisos que ocultan grandes fraudes fruto de huecos en la ley perfectamente aprovechados por “empresarios” y políticos de todos los niveles.
Ahí, en la fosa clandestina denominada como México, cabe esa argucia sensiblera que constituye una forma cínica, descarada y solapada de evasión fiscal conocida como el teleton de la empresa televisora conocida como televisa.
En la fosa clandestina México, caben los monopolios disfrazados, cabe el lavado de dinero, cabe la trata de blancas, caben las instituciones electorales nacionales y locales a modo para que determinados partidos políticos cometan un sinfín de tranzas y salga impolutos y sin castigo.
En esa fosa clandestina en que han convertido a México, caben las actividades zalameras de intelectuales del sistema y de los periodistas chayoteros.
Cabe, por supuesto, el nuevo avión presidencial que costó al pueblo de México 7 mil 520 millones de pesos, más otros mil millones para acondicionarle un hangar en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México .
Caben el fútbol televisado y las telenovelas como formas de evasión de la realidad; caben las recomendaciones para ocupar puestos de alto nivel o para recibir becas de todo tipo.
Ahí, en esa enorme fosa con forma de cuerno de la abundancia, podemos verter el entreguismo de algunos mexicanos, que con actitudes propias de lamesuelas y con obscuros intereses y generosas ganancias económicas aplauden y vitorean todas y cada una de las acciones de presidentes municipales, diputados, senadores, gobernadores, secretarios de estado, líderes sindicales y de partidos políticos; presidentes y mandatarios extranjeros, que en su conjunto son la mafia que gobierna México.
Ahí en esa fosa que ahora es México, podemos también echar la apatía, la agachonería, el “me vale”, el “no me importa”, el ”no es mi asunto”, el “AlFinQueNiVanAHacerNada”, el “Viva México cabrones”, el “Como México no hay dos” (ni habría planeta que lo aguantara).
En esa enorme fosa clandestina que por desgracia es México, cabe la deuda externa, el fobaproa, el terremoto del 85 y la crisis del 95, caben todas las devaluaciones, fugas de capitales, enriquecimientos inexplicables, la quiebras fraudulentas… y en fin cabe todo.
¿Qué más cabe en esa fosa clandestina que es México? Todo, todo lo malo, lo podrido, lo sucio, lo sangriento, lo apestoso, lo corrupto, lo inservible, lo doloroso, que puede pasar en este país. Todo cabe en esa fosa séptica clandestina en que de una u otra forma todos, todos, por acción u omisión, hemos convertido a México.
Que me faltó, sé que muchas cosas y sucesos, ustedes lo saben mejor que yo y lo deben decir.
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