Pablo Gonzalez

Niños migrantes: Una crisis anunciada y el futuro por venir


Por Alexandr Mondragón

Desde abril pasado fuimos informados de que entre los inmigrantes indocumentados, tanto en los Estados Unidos como en los países de Centroamérica, se estaba corriendo la voz de que las mujeres que entraban (ilegalmente) con niños a Estados Unidos, a través de la frontera con México, no estaban siendo deportados.

 Que solo estaban unos días detenidos y que luego eran liberados dentro del territorio norteamericano.

Al parecer, de acuerdo a la misma fuente de información, el rumor se estaba regando como pólvora y ya se conocía de algunas mujeres con niños que estaban llegando a Nueva York, donde tienen familiares.

En algunos medios de comunicación alternativos, en inglés, también se estuvo dando a conocer el fenómeno aunque de una manera diferente. Estos medios —casi todos anti-inmigrantes— reportaron que muchas familias de inmigrantes indocumentados, supuestamente de México —aunque podían ser de otros países—, estaban llegando en masa y “solicitando asilo político” a causa de la violencia en México.

Los mismos medios alternativos en inglés también reportaron denuncias de los propios agentes de la patrulla fronteriza, de que sus capacidades estaban siendo rebasadas por esta inusitada ola de inmigrantes, particularmente niños.

Las advertencias del peligro de los cruces ilegales, especialmente para niños, sin embargo, cayeron en oídos sordos. Hoy en día la crisis ha cobrado enormes proporciones tras la denuncias de que las oleadas de inmigrantes menores de edad detenidos en la frontera, ha causado una crisis humanitaria porque las autoridades federales los están albergando en centros improvisados, y la ola migratoria no parece detenerse.

Interrogantes de la crisis

Aunque los argumentos de siempre —de que la violencia y la pobreza, y con padres que necesitan traer a sus hijos a EE.UU. — están siendo usados para explicar —y justificar— esta crisis, lo cierto es que se necesita investigarse a fondo este fenómeno para saber ¿cómo fue causado? y ¿quiénes podrían estar detrás de todo esto? —sin olvidar, por supuesto, que esta crisis será utilizada como un argumento para tumbar definitivamente la Reforma a las Leyes de Inmigración.

En primer lugar, hay que preguntarse ¿cómo es posible que miles de niños centroamericanos puedan hacer el recorrido a través de México cuando, para los inmigrantes adultos es muy difícil?

 ¿Hay alguna red —una organización criminal— que pueda estar detrás de esta movilización masiva de niños hacia Estados Unidos?

Y, en segundo lugar, hay que pensar ¿quién se podría beneficiar si la patrulla fronteriza está enfrentando ahora la tarea casi exclusiva de detener niños en la frontera?

 ¿Acaso esto no es más que una táctica de distracción para que otros grupos de inmigrantes —manejados por organizaciones criminales y haciendo trabajos para estas organizaciones— no sean detectados en su cruce a través de la frontera?

Sobre lo último, el Congresista Henry Cuéllar, en una entrevista con el diario La Opinión dijo: “Tenemos que buscar otras soluciones —más allá de los centros de refugios—, y contrarrestar el mensaje de los narcotraficantes para que las familias emigren”, agregando que él apoya la creación de protocolos para agilizar la repatriación de los niños, aumentar la ayuda de EE.UU. para fortalecer la frontera sur de México y combatir la narcoviolencia en Centroamérica.

Oídos sordos a advertencias

Tampoco hay que dejar de advertir a los inmigrantes que, aunque sean liberados con sus niños, esto no los libra de un proceso de deportación, como ya lo han anunciado una vocero de La Casa Blanca —aunque esta advertencia, sin duda alguna, caerá en oídos sordos pues la inmensa mayoría de estos inmigrantes vienen de zonas de absoluta pobreza y el solo hecho de alcanzar el territorio norteamericano y vivir aquí —aunque también sea en la pobreza, pero norteamericana— ya es ganancia para ellos. Pero esto también tiene otras consecuencias.

Sabiendo que los inmigrantes tienen la capacidad de movilizarse a estados donde, supuestamente, inmigración no les pueda seguir el rastro, un buen porcentaje de ellos tendrá la probabilidad de quedarse indefinidamente en el país. Millones de otros inmigrantes así lo han hecho. Sin embargo el destino no termina allí.
Conociendo además que estos nuevos inmigrantes suelen establecerse en comunidades donde ya viven un gran número de inmigrantes, se debe pensar cual será el futuro de los niños en comunidades donde ni siquiera la educación en las escuelas públicas es una garantía para lograr un mejor futuro. 

Para no mencionar que todo esto está pasando en un momento donde la gran mayoría está afectada por una profunda crisis económica que, como prevén algunos expertos, seguirá ahondándose en los años por venir.
El lugar común es que “El Sueño Americano” es el imán de los inmigrantes. Pero hoy en día tal “sueño” casi ya no existe para una gran mayoría. 

Y aunque ciertamente muchos recién llegados prefieren vivir en la pobreza norteamericana, que en la pobreza de sus países, habrá que prepararse para todas las consecuencias en los años por venir. 

Aunque el patético presente —jóvenes que abandonan las escuelas y que son parte de la gran masa desempleados o sub-empleados— ya es un pequeño adelanto de lo que se viene.

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