Pablo Gonzalez

LAS EXTRAÑAS DECISIONES DE LYNDON B. JOHNSON


Lyndon Baines Johnson ocupaba el cargo de vicepresidente durante el mandato de John Fitzgerald Kennedy. 

 Tras el asesinato del presidente Lyndon B. Johnson fue protagonista de algunas decisiones que pueden calificarse de polémicas. 

 La primera de ellas fue la órden que envió a los Servicios Secretos para que procedieran a limpiar la limusina presidencial nada más llegar al Parkland Hospital de Dallas. 
 Mientras que el presidente era asistido en la Sala Trauma 1 del hospital, la limusina fue limpiada con una fregona por agentes del Servicio Secreto, eliminando así cualquier posibilidad de determinar la trayectoria de las balas y otras puebas de vital importancia.



A continuación, ordenó al Servicio Secreto hacerse con los trajes del presidente y del gobernador Connally para enviarlos a limpiar. Esta fue una decisión que carecía totalmente de sentido si se tiene en cuenta que ambos trajes habían sido agujereados por las balas.

 Fueron este tipo de decisiones las que contribuyeron a sembar de dudas su actuación. Algo más tarde, Johnson ordenó, asimismo, trasladar inmediatamente el cuerpo del presidente Kennedy a la base de Bethesda y realizar allí la autopsia por forenses militares, evitando de esta forma que dicha autopsia fuese realizada por el reconocido equipo médico de Dallas.

El cadáver del presidente Kennedy fue trasladado inmediatamente al Air Force One, donde Lyndon B. Johnson asumió el cargo de presidente de los Estados Unidos en una ceremonia de unos veinte minutos de duración, y a la que se obligó a asistir a Jacqueline Kennnedy, quien iniciamente se negaba a separarse del cuerpo de su marido.

LOS TRES FALSOS VAGABUNDOS

Tras producirse, a las 12:30 horas, los disparos que terminaron con la vida de John Fitzgerald Kennedy, varias personas corrieron hacia el montículo de hierba denominado Grassy Knoll, y hacia las vallas que había frente a la limusina al identificar aquél lugar como el sitio del que procedían los disparos. 

 Lo mismo hicieron varios policías motorizados que acudieron al lugar con la pistola en la mano.

 Lee Bowars, uno de los testigos, afirmó haber visto algo extraño detrás de la valla. Cuando los policías llegaron al lugar se encontraron con varios indivíduos que se identificaron como agentes del Servicio Secreto.



Al mismo tiempo que se producían esos hechos, otros testigos que estaban sobre el puente de Pontchartrain avisaron a la policía sobre varios individuos que habían visto correr detrás de la valla y en dirección hacia los trenes.

 La policía acudió a registrar los vagones de tren allí estacionados y se encontraron con tres vagabundos.

 Los tres vagabundos fueron arrestados y llevados a comisaría, donde fueron interrogados por el agente del FBI Gordon Shanklin, quien los dejó inmediatamente en libertad. 

Lo curioso del caso es que en comisaría no fueron identificados ni registrados. 

 Posteriormente, estos tres vagabundos fueron identificados como los agentes de la CIA Chauncey Holt, Charles Harrelson y Charles Rogers.


Años más tarde Chauncey Holt, el tercero en la fotografía superior, confesó cómo en 1963 había recibido instrucciones para preparar documentación falsa a nombre de Lee Harvey Oswald, reuniéndose con él en agosto de ese mismo año en la ciudad de New Orleans. 

 Holt confesó haber estado detrás de la valla del Grassy knoll sirviendo de apoyo a otro agente llamado James Files, quién habría disparado el tiro a la cabeza del presidente.

 Tras el tiroteo se escondió en un vagón de tren donde estaban Charles Harrelson y Charles Rogers, tiradores cuya intervención no había resultado necesaria.

EL HOMBRE DEL PARAGUAS Y SU ACOMPAÑANTE

A las 12:30 horas de la mañana de aquél 22 de noviembre la temperatura en la Plaza Dealey era de 18º Celsius y lucía un radiante sol en el cielo totalmente despejado. 

 En un momento concreto, cuando la limusina presidencial atravesaba la Plaza Dealey y al mismo tiempo en que se escuchan los disparon se produjo un hecho muy inusual y que posteriormente, al visionar los fotogramas de la filmación de Zapruder, llamó poderosamente la atención.

 Un hombre abría su paraguas mientras otro hombre, separado del anterior, permanecía durante unos pocos instantes con su brazo levantado.


Habrás pensado, estimado lector, que todo podría ser producto de la casualidad y que ambas personas coincidieron de forma totalmente fortuita al realizar estos gestos. 

 Esa fue la inicial versión oficial, hasta que las fotografías posteriores y los fotogramas de la filmación de Zapruder demostraron que el hecho no era totalmente fortuito y que ambas personas se conocían. 

 Más aún, su forma de comportarse durante y después del asesinato del presidente resultó totalmente sospechosa.

 El analisis minucioso de las fotografías demostró, además, que ambos formaban parte de algún tipo de operativo.

Al acercarse la comitiva, el hombre del paraguas, que lleva una americana y un pantalón oscuros, abre el paraguas y lo mantiene abierto hasta que se han producido los disparos.

 Al mismo tiempo, el otro hombre, que parece negro o latino y que lleva una camisa de color claro y un pantalón oscuro, mantiene levantado su brazo derecho en forma de saludo durante ese mismo lapso de tiempo.


La interpretación más admitida por la mayoría de expertos que han investigado el asesinato de John Fitzgerald Kennedy apunta al hecho de que ambos hombres actuaron de forma coordinada, colocándose en el lugar que entendían era el más adecuado para actuar contra el presidente por su buena visibilidad y por ser la distancia adecuada para realizar los disparos. 

Eran, en definitiva, una señal para los tiradores. Las señales irían destinadas, también, para el chófer de la limusina presidencial, William Greer, indicándole el momento en que debía disminuir al máximo la velocidad del vehículo, cosa que el chófer hizo hasta casi detener el vehículo, ofreciendo de esa forma un blanco fácil para el disparo definitivo.


Pero sin duda alguna, lo más extraño de su comportamiento se produce justo después de producirse los disparos y una vez que la limusina presidencial ya ha desaparecido a toda velocidad hacia el Parkland Hospital. 

 En esos momentos, ambos hombres aparecen sentados juntos en una repisa del jardín en actitud totalmente relajada charlando entre ambos. 

Una actitud un tanto incomprensible si tenemos en cuenta que acaban de ser testigos del asesinato del presidente.






Si el lector se fija detenidamente en esta última fotografía podrá observar que el hombre de color que está sentado junto al hombre del paraguas lleva algo debajo de su camisa, un bulto pronunciado.

 En la siguiente fotografía (justo debajo de éste texto) ampliada puede observarse que la forma guarda correspondencia con un arma, aunque también puede tratarse de un walki talki, el mismo que segundos después está utilizando para hablar mientras desvía su mirada hacia el montículo de hierba donde se encontraban los vagabundos y otros agentes de la CIA.






Cuando los dos sujetos se levantaron, ambos se fueron en direcciones opuestas. 

El hombre del paraguas se dirigió hacia el edificio del depósito de libros mientras que el hombre de color se dirigió hacia el subterráneo del puente.

 Durante la investigación del asesinato de Kennedy, tanto el FBI como la Comisión Warren ignoraron la existencia de estos hombres y nunca hicieron ningún esfuerzo por identificarlos, localizarlos e interrogarlos. Simplemente no existieron.

LA INVESTIGACIÓN DEL FISCAL JIM GARRISON

El 22 de noviembre de 1963, cuando se produjo el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, Jim Garrison ejercía como Fiscal del distrito de Nueva Orleans, en el estado norteamericano de Lousiana. 

 Al día siguiente de producirse el asesinato, Jim Garrison ya comenzó a recabar datossobre Lee Harvey Oswald. 

 El Fiscal de distrito de Nueva Orleans había intuido que las conexiones de Oswald con la ciudad (había nacido allí hacía veinticuatro años) atraerían las miradas del FBI. Además, aquél mismo verano, Oswald había permanecido en la ciudad durante tres meses.



Las pesquisas realizadas por Garrison y su equipo durante aquél mismo fin de semana del 23 y 24 de noviembre de 1963 dieron como resultado la conexión entre Oswald y David Ferrie, un individuo del que se sospechaba había trabajado en algunas ocasiones para la CIA.

 Ferrie, además, era un excelente piloto y un experto en armas de fuego. Las investigaciones posteriores revelaron que Ferrie había viajado a Texas el mismo día del asesinato de Kennedy, siendo reclamado por Garrison para someterlo a un interrogatorio.

 Tras el interrogatorio Garrison ordenó su detención, sin embargo el FBI declaró no encontrar nada sospechoso y se ordenó su puesta en libertad.




Tres años después, en 1966, Garrison, repleto de dudas respecto al caso, reabrió la investigación sobre el asesinato de Kennedy repasando durante semanas los veintiseis volúmenes de informes.

 Lo que encontró tras su estudio le intrigó aún más. Garrison se encontró con que los testimonios de los testigos habían sido descartados de forma selectiva, varias pruebas de cargo habían desaparecido o no habían sido tenidas en cuenta, algunas de las pistas a seguir no habían sido ni siquiera analizadas y, además, un gran número de testigos o de personas vinculadas a los hechos habían fallecido durante esos últimos tres años.

Una de las cosas que más le llamó la atención de Garrison fué la declaración de un Coronel de los Marines que decía que Oswald había realizado un deficiente examen de ruso. 

Garrison, en los años que había pertenecido al ejército y a la Guardia Nacional nunca había visto a un soldado raso pasar un examen de ruso. Esto le causó una gran curiosidad que lo llevó a poner manos a la obra e investigar elcaso con mayor detenimiento.

El primer paso fué dirigirse a la calle Camp 544, dirección en la que Oswald trabajó durante el verano del 63. Esta dirección aparecía en uno de los panfletos del comité "Juego Limpio para Cuba" que Oswald había estado repartiendo en Nueva Orleans. Para su sorpresa, el número 544 Camp Street era el mismo edificio que el 531 de la calle Lafayette, ya que hacía esquina. 

¿Y quien había en el 531 Lafayette en 1963? Alli estaba la oficina de detectives de Guy F. Banister, ex-agente del FBI, miembro de la John Birch Society, los Minutemen, fundador de asociaciones anti-castristas y conocido ultra-derechista de Nueva Orleans. Garrison se preguntó porqué Oswald habría elegido como cuartel general para la distribución de sus panfletos comunistas el mismo edificio desde el que se controlaba a los cubanos anticastristas que tramaban una nueva invasión de la isla para derrocar a Castro. 

Un poco más abajo de la esquina de Camp y Lafayette se encontraban las oficinas de la ONI (Oficina Naval de Inteligencia), la CIA y el FBI. Un lugar un poco extraño para que un marxista se ponga a desarrollar su actividad propagandistica.

Con Guy F. Banister había trabajado durante 10 años un hombre llamado Jack Martin, un detective privado con problemas de alcohol al que Banister había proporcionado un trabajo en su agencia de detectives debido a su amistad. Martin declaró que el 22 de Noviembre de 1963 él y Banister habían estado bebiendo desde que se anunció la muerte de Kennedy hasta bien entrada la tarde.

 De regreso a la oficina habían discutido y Banister le propinó una paliza a Martin con la culata de su Magnum que casi le envía a la morgue. Martin declaró a Garrison que durante el verano del 63 habían desfilado por el 531 de Lafayette multitud de cubanos, todos vestidos como militares, y armas de todo tipo. Al parecer iban destinadas a una operación que Banister manejaba y que estaba relacionada con una futura invasión de Cuba.

 También declaró que uno de los más asiduos en esas reuniones era David Ferrie. Garrison recordó inmediatamente el incidente de tres años antes con Ferrie y se dió cuenta de que había encontrado un punto de conexión entre las dos historias.

La investigación de Garrison sufrió un duro revés cuando fue hallado el cuerpo de Ferrie en su apartamento. Oficialmente su muerte se debió a un embolia, aunque al lado del cadáver se encontraron dos notas de suicidio sin firmar así como varios frascos de pastillas vacíos.

Otro de los testigos más importantes de Garrison fue Perry Russo, un individuo que afirmaba haber estado en una reunión con Oswald, Ferrie y Bertrand Shaw.

 Según Russo, en aquella reunión también habían estado presentes varios cubanos anticastristas que, durante la noche y bajo los efectos de algunas copas de más, habían alardeado de tener un plan para asesinar al presidente Kennedy.

 Gracias al testimonio de Russo, Garrison procedió a la detención de Shaw el 1 de marzo de 1967 bajo el cargo de conspiración para el asesinato del presidente Kennedy.


Los dos años que duró la instrucción contra Shaw se convirtieron en un infierno para el fiscal Garrison, quien llegó a denunciar la desaparición de importantes documentos de sus archivos y la manipulación de una parte de la documentación del caso.

 El juicio contra Shaw se inició el 29 de enero de 1969.

 Aunque Garrison perdió el juicio contra Shaw, realmente obtuvo una importante victoria al conseguir que un jurado dudara de las conclusiones de la Comisión Warren, con lo que logró convulsionar a la opinión pública norteamericana. 

Además, las sospechas de que Clay Shaw había estado contratado por la CIA durante un largo tiempo se vieron confirmadas años después (cuando ya no valían para convencer al jurado) por el ex-director de la CIA Richard Helms, el cual, en un juicio bajo juramento declaró que Clay Shaw había estado relacionado con la agencia, y que era normal que si se le preguntaba a algún agente de la "agencia" sobre si pertenecía a ésta o no, tenía instrucciones para mentir incluso bajo juramento.

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