Pablo Gonzalez

La inmunidad no esconde a la corrupción (Nicaragua)


Bastante repugnante la actitud del diputado Eduardo Montealegre Rivas acusado en varios juzgados penales de la Ciudad de Managua, no sólo por ser violador de los derechos humanos de este servidor, sino también por ser coautor de delitos contra la economía nacional, la industria y el comercio, delito de fraude y delito de tráfico de influencias, al referirse y tratar de hacer eco sobre el sólido planteamiento que hicieran los Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua al Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra.

Digo que esa actitud es bastante repugnante porque ese diputado, ahora presidente del Partido Liberal Independiente (PLI), siempre usa muy mal la inmunidad que le confiere su cargo de servidor público para escabullirse cínicamente del llamado de la Justicia de nuestro país. 

Ojalá que Eduardo Montealegre Rivas fuese uno de los políticos que realmente “les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres”, como dice el Papa Francisco, pero es uno de los principales actores de una inolvidable tragedia nacional conocida popularmente como los CENIs, que está muy fresca en la memoria de la población, en la que él aparece en una danza de ceros que se repite frecuentemente en nuestro país con los ya rutinarios señalamientos y raras acusaciones de corrupción política.

En nuestro país, la danza de los guarismos de la corrupción acaba perdiéndose casi siempre en el pozo de la impunidad. El acusado número 26 de la Fiscalía General de la República, Eduardo Montealegre Rivas, “por sus perjuicios al Estado y la Sociedad Nicaragüense”, según el expediente No. LP-2950-06-JD, demostró que tiene poco aprecio por el dinero público, es decir, por los impuestos pagados por los trabajadores y los empresarios al Estado de Nicaragua. 

Esa danza con la emisión de CENIs reflejó un total de 492 millones 351 mil dólares, y en este macabro baile de cifras un millón de córdobas podría ser considerado un pecado venial; sin embargo, una maestra de educación primaria de un colegio público de nuestro país, que devenga actualmente un sueldo mensual de 6 mil córdobas, tendría que trabajar el 40% de su vida laboral de 35 años para ganar ese millón de córdobas.

“No es verdad que se pueda asegurar un desarrollo económico y social sostenible y una paz duradera sin instituciones sólidas, erradicación de la corrupción y respeto a la legalidad”, afirmaron sabiamente los pastores de nuestra Iglesia Católica ante el Presidente Daniel Ortega Saavedra el 21 de mayo de este año. Además, dijeron los Obispos, “En Nicaragua hay que hacer todavía muchos esfuerzos por respetar y promover los derechos humanos y su integridad”.

Pero Eduardo Montealegre Rivas también ha tratado en vano de poner una lápida a sus presuntas delincuencias relacionadas con sus graves injurias y calumnias contra este servidor, ayudado con la protección de los partidos liberales -tal como me lo afirmara el entonces Primer Secretario de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional de Nicaragua y ahora Tercer Secretario de la misma Junta, el Dr. Carlos Wifredo Navarro Moreira- y con el silencio del Ing. Santos René Núñez Téllez, actual Presidente de la Honorable Asamblea Nacional de Nicaragua al no responder ninguna de las 28 cartas que le he escrito desde el 28 de mayo de 2012, para que inicie el proceso de desaforación del diputado impune Eduardo Montealegre Rivas, lo cual fue pedido tanto por la Juez Lic. María Ivette Pineda el 6 de octubre de 2008, como por el Juez Lic. Henry Morales Olivares el 15 de junio de 2011. 

En un país democrático donde existe el Estado de Derecho, nadie está sobre la Ley.

La prepotencia y la soberbia del diputado Eduardo Montealegre Rivas las observé nítidamente cuando le reclamé por sus dos escritos injuriosos y calumniosos contra mi honra personal y dignidad profesional, uno en el diario La Prensa del 31 de julio de 2008 y otro en una carta fechada el 2 de febrero de 2010, lo cual me hizo pensar que él no alberga ningún sentimiento de vergüenza y, por lo tanto, necesita reformarse para ser un político decente. 

Lamentablemente, él no goza de una aceptación nacional, porque no buscó el bienestar de los nicaragüenses desde el cargo de ministro de Hacienda y Crédito Público en el gobierno del Ing. Enrique Bolaños.

Siempre reiteraré que los nicaragüenses debemos tener sumo cuidado con personas que aparentan ser honradas y con políticos que aparentan tener ética, pero que lamentablemente han abusado del erario y demuestran una gran habilidad para frías negociaciones, compromisos, intrigas y corrupciones.

 Todo esto puede ejemplificarse con el diputado impune Eduardo Montealegre Rivas, quien continúa evadiendo la Justicia de nuestro país desde hace seis años.

http://nestoravendano.wordpress.com/2014/05/22/la-inmunidad-no-esconde-a-la-corrupcion/

Related Posts

Subscribe Our Newsletter