Pablo Gonzalez

La falacia del "niño que está por nacer"



En Chile, donde está prohibido el derecho al aborto bajo toda circunstancia, se ha puesto nuevamente en discusión su legalización, aunque sólo en casos específicos, como el de la violación. 

Muchos de quienes se oponen públicamente a otorgarle a la mujer embarazada la libertad de elegir -incluso en el caso de la violación- se refieren a un embrión incapaz de sentir y sufrir como el "niño que está por nacer". 

Mientras tanto ignoran a la mujer afectada, como si al quedar embarazada hubiera perdido su condición de ser humano consciente y pensante, y se hubiera convertido en una incubadora humana al servicio del embrión que aloja en contra de su voluntad.

No importa si se trata de una niña violada que no está físicamente ni sicológicamente preparada para el embarazo. 

Tampoco se toma en cuenta el drama de la mujer que anida a un ser defectuoso destinado a sufrir mientras logre sobrevivir. 

Para quienes se oponen a otorgarle a la mujer el derecho a decidir en la etapa embrionaria es fundamental proteger "la vida", porque "la vida es sagrada". 

No existe el niño que está por nacer. Cuando se practica un aborto, generalmente ni siquiera existe un feto. Los protagonistas son el embrión y la mujer embarazada. 

Ambos seres tienen derechos que deben ser puestos en la balanza a la hora de decidir, en el estado en que se encuentran en ese momento.

No sabemos lo que va a ocurrir posteriormente. Muchos seres humanos tienen vidas felices y útiles para la sociedad, pero otros crecen para convertirse en criminales, abusadores de mujeres, pederastas disfrazados de santos, traficantes de droga, terroristas, o lisa y llanamente monstruos, como Charles Manson, Joseph Stalin y Adolf Hitler.

Además, buena parte de los embriones se pierde antes del cuarto mes en forma natural, y nadie los recoge del inodoro para celebrar una misa y un funeral en su nombre. Ninguno de quienes se oponen a darle a la mujer el derecho a elegir alega que era un "niño por nacer" en ese caso.

No es válido igualar a un embrión con un niño. 

Los niños tienen cerebro y sistema nervioso, tienen consciencia de su existencia y pueden sentir dolor, pero los embriones no han desarrollado todavía esas capacidades. 

Si se trata de pensar en el futuro, podríamos entonces referirnos a un adulto joven como "el anciano que está por envejecer", o "el cadáver que está por fallecer". Es tan ridículo como eso, porque la etapa de niño es posterior a la de bebé, y para ser bebé primero hay que nacer. 

Referirse a un embrión como el "niño que está por nacer" es una falacia de apelación a las emociones. Curiosamente, quienes caen en ella jamás muestran la misma consideración con la niña, joven o mujer que descubre que en su cuerpo se ha alojado una creatura extraña, para cuyo desarrollo no está preparada.

http://jackrational.blogspot.com/2014/05/96-la-falacia-del-nino-que-esta-por.html

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