La diabetes melitúrica o mellitus, o diabetes sacarina, es una enfermedad metabólica (del metabolismo celular y de los sistemas enzimáticos que lo regulan) acusada por el disturbio del balance endocrino que gobierna el metabolismo de los hidratos de carbono, de las proteínas y de las grasas, que se desarrolla a partir de una producción insuficiente de insulina (absoluta o relativa) en relación con las necesidades del organismo.
Su expresión patológica es la de una enfermedad específica de la nutrición que afecta primordial y fundamentalmente al metabolismo, distribución y cuantía de los hidratos de carbono simples (glucosa y glucógeno) y complejos (mucopolisacáridos), pero que en forma simultánea o secundaria perturba el metabolismo de las proteínas, grasas, minerales y vitaminas.
Se caracteriza inicialmente por hiperglucemia y glucosuria, y, por vía de los cambios proteicos, grasos y electrolíticos, puede conducir a la acidosis, deshidratación, al coma y a la muerte.
Es, pues, una enfermedad del metabolismo y equilibrio de energía y materia; y en su evolución modifica el medio interno, las funciones celulares y la estructura y composición química de los tejidos, pudiendo, en función del tiempo, determinar lesiones orgánicas específicas en ciertos órganos y tejidos.
Librada a su propia evolución, puede acentuarse con relativa rapidez y terminar con la vida del enfermo, en coma; o puede seguir un curso más lento incapacitando al sujeto y dando fin a su existencia a través de alteraciones crónicas, en especial del tipo cardio-vásculo- renal (es una enfermedad que anticipa, acelera e intensifica la senilidad).
Cuando es tratada con dieta, hipoglucemiantes y/o insulina, evolucionan en forma crónica con mejorías y empeoramientos que tienenrelación directa con la adecuación del tratamiento y el establecimiento de situaciones agudas que la complican (infecciones, afecciones intercurrentes, etcétera),
El tratamiento adecuado permite superar las descompensaciones agudas y, cuando es mantenido dentro de límites aceptables, se constituye en la mejor—y tal vez única— arma con que se cuenta para disminuir las posibilidades del establecimiento de las lesiones degenerativas que con tanta frecuencia afectan al diabético de larga fecha.