Palestina: Masacre de Hebrón de 25/02/1994

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Costa Rica: Francisco y Luis


Hoy tenemos en Costa Rica un presidente que encarna muchos de los valores populares, que inspira confianza, a pesar de que proviene de la cueva de Alí Babá,...nuestro presidente reniega de las pésimas prácticas con la cual se vestía la plutocracia costarricense, hasta convertirse en mafiocracia.

Un comentario de un amigo, a quien considero persona de preclara inteligencia y aguda capacidad de análisis, me hizo la siguiente observación: que los verdaderos políticos, los auténticos, son aquellos que saben manejar los elementos de “imagen” con maestría y eficacia. 
Y que lo de una ideología que los respalde es, a veces, hasta secundario, pues los pueblos lo que buscan es a un líder, a alguien que los guíe a través del sendero de su desesperanza.

Seguidamente, me comparó dos personajes actuales, muy cercanos a nosotros, y de su maestría en el manejo de la imagen. El Papa Francisco, y el nuevo presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís. Y no puedo negar que no solamente me asombró un tanto su expresión, sino que me preguntaba a mí mismo por qué tomaría mi amigo a estos dos personajes.

Lo que se encontraba detrás de su comentario era obvio: no se debe confundir imagen con contenido.

Si bien el efecto Francisco se nutre del (aparente) contraste con Benedicto XVI (aunque el actual papa mantiene excelentes relaciones con el papa emérito), su otra fortaleza son las reminiscencias de Juan Pablo II. Para devolver la confianza y la legitimidad, la Iglesia necesitaba un Juan Pablo II bis, que pudiera cautivar a las masas con el mismo canto (doctrina), sólo que a un ritmo más vigoroso. En el imaginario popular la franciscomanía de Bergoglio es heredera de la papamanía de Wojtyla.

Claramente el papa argentino no dice lo mismo que el papa polaco, pero dejar atrás, por ejemplo, el discurso de la civilización de la muerte (La Civiltà Cattolica, 19/8/13), pilar ideológico de Juan Pablo II/Benedicto XVI, no fue novedad teológica de Francisco. Con Wojtyla lo une el don de actuar: mientras aquél fue un actor y dramaturgo, Francisco es un político que dominó a la perfección el arte del detalle: manejo de gestos y símbolos.

Cuando Wojtyla llegó a Argentina, en el sur se reunió con aborígenes mapuches.

 Éstos llegaron con una Biblia, diciendo que con ella en la mano los conquistadores les quitaron sus tierras.

 ¿Qué hizo Wojtyla? Le quitó el sombrero a uno, se lo puso en la cabeza y dijo: ¡Ahora tienen a un papa mapuche! Con un ‘papa mapuche’ ya no duele tanto la tierra perdida.

 Lo mismo hizo Bergoglio en Brasil durante una reunión con los indígenas del interior: a uno le quitó el sombrero y se lo puso...” Los mismos gestos, las mismas prácticas.

Bueno, lo anterior me parece claro, pues la Iglesia Católica tiene dos mil años de experiencia en el manejo de la imagen, en el arte de la manipulación de las masas, y en la utilización de símbolos para el dominio de las conciencias de los menos ilustrados.

 ¿Pero qué similitud podría haber con Luis Guillermo Solís, el nuevo presidente de Costa Rica?

Su explicación fue contundente: no se trataba de un manipulador profesional, respaldado por una organización milenaria, sino de una figura que encarna ciertos valores y aspiraciones ciudadanas. Mezcla de fantasía popular y de deseos insatisfechos. Aunque no se puede negar la maestría que se ha desplegado en el tratamiento de la imagen del nuevo Presidente.

Y me mencionó varios elementos. Primero el presentarlo como el hijo de un zapatero y una maestra, personajes que encarnan las imágenes más queridas de una Costa Rica que ya no existe; la del muchacho que por sus estudios y esfuerzos asciende hasta lo más alto; la del profesor universitario alejado de la política (lo cual no es cierto) pero que se maneja como una forma de exponer la calidad intelectual frente a la mediocridad evidente de algunos de sus contrincantes durante la campaña; la de padre de familia con prole numerosa, amoroso, que irradia una masculinidad evidente mezclada con una gran ternura paternal; la del manejo franco, sincero, abierto y hasta humilde de sus contactos verbales a través de entrevistas televisadas, que cautivaron –junto a los demás elementos- a la audiencia.

En ambos casos, decía mi amigo, el manejo de la imagen ha sido realmente extraordinario. Hoy tenemos un Papa que todos queremos, por más que siga las líneas doctrinarias inamovibles de sus predecesores, y que se presta a la canonización de un personaje tan controversial como Juan Pablo II; y hoy tenemos en Costa Rica un presidente que encarna muchos de los valores populares, que inspira confianza, a pesar de que proviene de la cueva de Alí Babá, donde comenzó sus primeros escarceos políticos, al parecer con notable éxito. Y así como el primero reniega de las malas prácticas vaticanas, nuestro presidente reniega de las pésimas prácticas enquistadas a través de decenios por el PLUSC, o sea el bipartidismo con el cual se vestía la plutocracia costarricense, hasta convertirse en mafiocracia.

No deja de tener razón mi amigo, al menos en lo del habilísimo manejo de la imagen pública, los gestos, las palabras, las acciones, aunque las situaciones y circunstancias sean tan diferentes.

Pues bien, así como ingenuamente le damos toda nuestra confianza al simpático Papa Francisco, de la misma manera se la damos al simpático Presidente Solís. Pero con una diferencia: ante el Papa nada podemos hacer, pero ante un gobernante que pierda su rumbo ¡Dios no lo permita! Los ciudadanos sí podemos hacer muchas cosas. Y le tomamos la palabra que expresó durante su discurso de entronización.

Pero algo más, en esta oportunidad su respaldo popular es tan grande que debemos advertirle a la oposición, sea del calibre que sea, que se cuiden de entorpecer “el cambio” por el cual el pueblo votó el pasado mes de Abril. Porque estoy seguro que no dudaría de lanzarse a la calle a respaldar a su Presidente, si por artimañas y malos manejos se traban iniciativas en la Asamblea Legislativa, por ejemplo, o vemos extraños comportamientos en los otros poderes de la república.

Lo más inteligente en estos momentos de la historia de nuestro país, y sobre todo se lo señalo a las cúpulas de los otros partidos políticos, es hacer méritos apoyando las iniciativas por las que votó el electorado, y no entorpeciendo el cambio esperado por todos, pues adversarlo sería sumamente negativo frente a unos electores que ya demostraron no ser “los labriegos sencillos” de antes. ¡Mucho cuidado!

Como pueden ver, nada hay más enriquecedor que las conversaciones con personas inteligentes.

http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/87472-costa-rica-francisco-y-luis.html

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