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"Ucrania, un pretexto para la guerra energética de EE.UU. contra Rusia"


Una vez que quedó claro que las sanciones económicas contra Rusia afectarían también a la UE y EE.UU., Occidente comenzó a estudiar otro plan de 'castigo' que consiste en hacer caer el mercado energético mundial, opinan algunos expertos.

Según publicó el analista ruso Nikolái Bobkin en el portal de la Fundación de la Cultura Estratégica, cuando el presidente Obama prometió organizar los suministros directos de gas del Nuevo al Viejo Mundo, algunos expertos lo consideraron como el comienzo de la guerra energética contra Rusia. 

A finales de marzo, recuerda el experto, los congresistas estadounidenses exigieron al Gobierno del país que "reconsiderara paradigmas y estrategias que limitan la exportación de energía" con el fin de reducir la influencia de Rusia en Europa oriental, algo que ellos consideran como una "amenaza geopolítica".

Bobkin precisa que la 'derrota' de EE.UU. en la cuestión de Crimea, según el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Edward Royce, puso de manifiesto que manteniendo su dominio energético en Europa, Moscú pudo "paralizar" la política de Washington sobre Ucrania. 

El republicano Royce ofrece resolver el problema a través del debilitamiento de las posiciones de Rusia en los mercados tradicionales de exportación de gas y del colapso de los precios del petróleo, algo que, según sus palabras, es el punto más 'doloroso' para la economía rusa. 

Por todo esto, Bobkin opina que la crisis ucraniana es vista como la base para el desarrollo de la nueva estrategia de EE.UU., y la reunificación de Crimea con Rusia está considerada como un motivo para iniciar la guerra energética contra Moscú. 

En 2007, el Congreso de EE.UU. aprobó la ley sobre la diplomacia de la energía y la seguridad, que define medidas para reducir la dependencia de Ucrania y Georgia de las importaciones de petróleo y gas de Rusia. 

Este documento analiza distintas opciones de sanciones contra Moscú, incluyendo la introducción de un bloqueo económico y de un embargo sobre las importaciones de gas y petróleo ruso a Europa. 

Lo único que necesitaban los estadounidenses era un motivo, en cuya creación ellos mismos han trabajado los últimos años. Las discusiones acerca de la posible eliminación de la dependencia europea de las fuentes de energía tradicionales se mantienen desde hace muchos años, pero más de la mitad de las necesidades energéticas de la UE siguen cubriéndose con las importaciones. 

Desde 2011, Rusia es el primer exportador de energía a Europa, superando a Noruega, Argelia y otros países. Lituania, Letonia, Estonia, Finlandia, la República Checa, Eslovaquia y Bulgaria dependen al 100% del gas ruso. 

Incluso Alemania, donde la participación del gas de Rusia el año pasado fue de sólo el 28%, depende tanto de estos suministros que no puede permitirse el lujo de reducirlos a un ritmo más rápido. 

Posibles alternativas a la energía rusa

La lista de los pocos países que pueden ofrecer recursos para reemplazar el gas ruso en el mercado europeo incluye a EE.UU., Catar e Irán, según indica el analista ruso. 

El suministro de gas de EE.UU. a Europa es todavía una perspectiva a largo plazo. 'La revolución del esquisto' de EE.UU. todavía no ha tenido mucho impacto en los mercados europeos.

 No obstante, la producción de gas económico de esquisto ha permitido a EE.UU. reducir dentro del país el consumo de otro recurso energético, el carbón, y aumentar así su exportación a Europa. 

Además, adquiriendo el gas estadounidense, los europeos tendrían que soportar graves pérdidas económicas. Alemania, por ejemplo, no goza de la infraestructura necesaria para el transporte de gas natural licuado, señala Bobkin.

En cuanto a los precios y al volumen de la energía suministrada, nuevos gasoductos desde Irán a Europa podrían proporcionar la alternativa al gas ruso, ya que el país persa tiene reservas de gas comparables a las rusas.

 Sin embargo, el principal obstáculo para los suministros del gas iraní a Europa es la confrontación entre Washington y Teherán, en la que la UE apoya a los estadounidenses. 

Por su parte, Catar ahora proporciona más de la cuarta parte del gas licuado consumido por la UE, pero la importancia de este factor para el abastecimiento energético de Europa se ha exagerada. 

Los volúmenes de suministro de gas catarí de momento no alcanzan para disminuir de manera significativa la competitividad de las materias primas rusas. 

Y al parecer, en el futuro Catar no tiene la intención de vender sus productos en Europa. Este año se espera que disminuya el suministro de gas catarí a la UE. 

En la estrategia de Doha dominan contratos a largo plazo con los países de Asia y América del Sur, y para su aplicación se necesitarán grandes cantidades de materias primas, concluye Bobkin.

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