El 22 de abril, como todos los días del año, se seguió liberando toneladas de dióxido de carbono, metano, butano, etc., hacia el manto sagrado (la atmósfera) de nuestra Madre Tierra.
Incuantificables metros cúbicos de veneno químico se verterá al sistema sanguíneo (cuencas hídricas) de la Pachamama.
Los perforados pulmones (bosques) de nuestra envejecida Madre serán rebanados como mantequilla por la moderna tecnología.
Y, muchos de sus hijos/as defensores seguirán presos, perseguidos o matados por el moderno sistema del desarrollo.
Mientras tanto, las corporaciones ecocidas, gobiernos matricidas y organismos internacionales ineptos, organizaron circos celebrativos en diferentes rincones del mundo bajo el eslogan de: “Día mundial de la Tierra”.
¡Verdugos celebrando el aniversario de su víctima!
Si bien, el 22 de abril, ya desde 1970 (por resolución de la ONU), se recuerda el día mundial de la Tierra; sin embargo, la motivación y la finalidad de dicha resolución internacional fue únicamente para promover el cuidado de los recursos naturales para el desarrollo.
La filosofía de dicho acuerdo siguió siendo antropocéntrico, y la Tierra, la eterna materia muerta, despensa para algunos humanos.
Pero la Pachamama, un megaorganismo que supera la capacidad de comprensión de la inteligencia lineal de las y los androcéntricos, activó su conciencia y dignidad en la inteligencia sintiente y simbólica de los pueblos del Sur.
La Tierra Madre, como un ser vivo, con dignidad y conciencia propia, en su esfuerzo de prevenir la debacle a la especie humana, impulsó e impulsa la conciencia y la identidad Tierra en las y los esquilmados por el sistema-mundo-occidental.
Así fue como, en 2009, luego de arduos esfuerzos, y en la complicidad de Evo Morales (Presidente de Bolivia) y Miguel D’Escoto (entonces Presidente de la Asamblea General de ONU), las Naciones Unidas, por 192 votos a favor, resolvió que el 22 de abril sería el DÍA MUNDIAL DE LA MADRE TIERRA.
La propuesta presentada por Evo Morales, y aprobada por la ONU, ya no concibe a la Tierra como una materia o despensa salvaje para los humanos.
La Tierra, según la filosofía de los pueblos indígenas y milenarios, y según la Carta de la Tierra (aprobada por la ONU en el año 2000) es un ser vivo. Es nuestra Sagrada Madre. Un ser con derechos, y de cuyos derechos depende los derechos humanos.
El 22 de abril celebramos la dignidad y la vida de nuestra única Madre. Este día no se trata de plantar árboles o de montar bicicleta para cuidar “nuestra casa común”.
No se trata de eso.
Se trata de reflexionar y actuar en defensa de los derechos de nuestra única Madre (cuyos elementos componen y configuran nuestra existencia).
No tanto por el bien que nos pueda generar, sino porque amamos a Ella, a Ella pertenecemos y de Ella depende nuestra existencia.
El 22 de abril se trata de tomar conciencia de nuestra identidad Tierra, de nuestra espiritualidad Tierra, de nuestra dignidad Tierra.
Seamos de cualquier pueblo que seamos, somos tierra que ama, que siente, que piensa, que sueña, que llora. Venimos de Ella, estamos en Ella y hacia Ella vamos.
Por tanto, al tomar conciencia sobre Ella deberíamos de tomar conciencia de nuestra existencia, de nuestra actitud y sentimiento hacia Ella.
Sólo la conciencia y la dignidad Tierra activará en nosotros/as la pasión y la convicción de vivir sólo con lo necesario.