HERNAN MENA CIFUENTES – El domingo, mientras en Roma Francisco enviaba un mensaje de amor y paz al orbe y Venezuela festejaba el 13-A, 12º aniversario del triunfo de la Justicia sobre la maldad del Fascismo, el Cardenal y Arzobispo de Caracas, Jorge Urosa Sabino, contrariando esos valores, condenaba al gobierno Bolivariano reiterando su apoyo a los autores de la espiral de violencia desatada hace 2 meses.
En sus declaraciones, hechas ese día en Televen durante la entrevista transmitida a través del espacio “Diálogo con… que dirige el periodista Carlos Croes, el alto prelado, además de expresar su solidaridad con los grupos violentos que adelantan la ofensiva orientada a derrocar al presidente Nicolás Maduro, arremete contra el Socialismo, ideología que calificó de “fracasada.”
JUS había expresado lo mismo hace una semana al suscribir el Comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana, que convirtiendo a la víctima en victimario hizo de ese mensaje un elogio al Mal, alabando la perversidad de quienes obnubilados por un odio incontenible promovido y exacerbado por Leopoldo López y María “Mentira” Machado, provocaron destrucción y muerte y duelo.
No pudo escoger peor fecha tan opuesta a su mensaje desestabilizador, como es el Domingo de Ramos, día símbolo de amor y paz que evoca la triunfal entrada de Jesús a Jerusalén, puerta abierta a la Semana Santa que exhibe el drama de su pasión y muerte que culmina con su resurrección, máxima expresión de fe de los millones de fieles que veneran al “Salvador del mundo.”
No es extrañar esa actitud esa posición contrarrevolucionaria del Cardenal Urosa, ya que es secular el rechazo, tanto de la jerarquía como de otros miembros de la Iglesia católica contra los procesos progresistas y revolucionarios, no solo de Venezuela sino en el resto de otros países donde, colocándose del lado de los ricos y poderosos, arremeten marcado odio contra sus dirigentes.
Por cierto, fue cuando, recién iniciada la guerra de Independencia el Jueves Santo de hace 202 años, el 26 de marzo de 1812, y un terrible terremoto destruyó la capital y otras poblaciones del país, que en Caracas, dos sacerdotes, frente a las ruinas de la Iglesia de San Francisco le dijeron a los aterrorizados pobladores que el sismo era un castigo de Dios por haberse levantado en rebelión contra el Rey Fernando VII, su representante en la Tierra.
Fue entonces cuando el joven Simón Bolívar, subido sobre las ruinas del templo, pronunció aquellas históricas palabras llamadas a recuperar la calma y proseguir la lucha, diciendo: “Si la Naturaleza se opone contra nosotros, lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca.”
No fue esa sin embargo, la única acción contrarrevolucionaria de los clérigos católicos contra el proceso revolucionario de entonces, pues continuaron con su campaña desestabilizadora, tan artera y grave que contribuyó, como denunció El Libertador en el Manifiesto de Cartagena, a la caída de la Primera República.
“La influencia eclesiástica, -destaca uno de los párrafos del documento- tuvo, después del terremoto, una parte muy considerable en la sublevación de los lugares y ciudades subalternas; y en la introducción de los enemigos en el país; abusando sacrílegamente de la santidad de su ministerio a favor de los promotores de la guerra civil.”
Tal parece que sus palabras hubiesen sido pronunciadas en estos días, cuando la jerarquía eclesiástica a través de la Conferencia Episcopal Venezolana y el Cardenal Urosa se pronuncian contra la Revolución Bolivariana , y a favor de los apátridas de la oposición golpistas, que han introducido al país, como sucedió hace 2 siglos, mercenarios, sicarios, narcotraficantes y francotiradores que han asesinado a decenas de inocentes.
Y es que el Cardenal lanzó sus dardos de odio contra el Socialismo, ideología de la Revolución Bolivariana, defendiendo como lo hizo la CEV, a quienes pretenden destruir al inédito y pacífico proyecto creado por Chávez, que rescató del hambre, la miseria, la ignorancia, la enfermedad y otras plagas sociales al pueblo venezolano, que hoy gracias a su obra, figura entre los más felices del mundo.
Olvidó JUS que no es el odio, sino el amor y la paz que Jesús predicó en su tiempo, los que son y siguen siendo razón de ser de la Cristiandad, de los que jamás deben apartarse sus fieles, menos aún un jerarca de la Iglesia a quien le corresponde ceñirse hoy más que nunca a ellos por ser garantía de sobrevivencia de una Humanidad en peligro de extinción por culpa de quienes promueven la violencia.
Que debe estar del lado del Bien y no del Mal, que es lo que promueven quienes para derrocar a un Presidente, utilizan francotiradores para matar desde azoteas, crear guarimbas, levantar barricadas degolladoras de motorizados, incendiar un preescolar con niños dentro, universidades con miles de libros, galerías de arte y muestras fotográficas con cuadros y fotos de artistas famosos y quemar y talar árboles entre otras atrocidades.
Cómo es que el Cardenal protege y defiende a esa horda de bárbaros salvajes que según la CEV de la cual es miembro, llama “pacíficos manifestantes que tienen el derecho a protestar, pero se abstiene de manifestar, que si bien la Constitución y las leyes se lo otorgan, deben hacerlo sin violencia, destruyendo todo lo que a su paso encuentran.
Que asegure que el Socialismo es una ideología fracasada, cuando es la expresión más pura de la igualdad y respeto a la dignidad humana, contraria al Capitalismo, ese engendro infernal en vías de extinción que ha llevado a la muerte a millones de vidas con sus guerras de conquista, sus bancos y transnacionales que devoran pueblos junto con sus riquezas y al que un Sumo Pontífice tan acertadamente calificó de “Salvaje.
De allí que sea propicia la oportunidad, para que esta Semana Santa, cuando millones de católicos llenan los templos católicos de Venezuela y del resto del mundo para orar por la paz en peligro, amenazada por la ambición de quienes en vano aún sueñan con dominarlo, como pretendieron con la Revolución Bolivariana y fracasaron, lo piensen dos veces antes de intentarlo.
Especialmente aquellos que como Leopoldo, María “Mentira” y Henrique que fracasaron ocultándose bajo un doble discurso, uno que hablaba de justicia, democracia y paz, y otro que promovía el odio, la violencia y la muerte, ya que al “ir por lana, salieron trasquilados” y fueron a parar al basurero de la historia.
Y es que, mientras el pasaje bíblico, (Lucas 16:13) advierte que “Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”, el Cardenal Urosa, quien debería servir únicamente a Dios. en el documento de la CEV y la entrevista, sirve al mismo tiempo a la rica oligarquía golpista a la que pertenecen Leopoldo, María “Mentira” y Henrique.