Un grupo de investigadores de EE.UU. afirma que la desigualdad social de género –o patriarcado residual, en el mundo actual– es la causa del aumento de la mortalidad masculina. Luchando por la atención de una mujer los hombres arriesgan su vida.
El profesor Daniel Kruger, jefe del grupo de investigadores de la Universidad de Michigan, ya en el 2010 expresó la hipótesis de que en las comunidades patriarcales la mortalidad masculina es más alta, sin embargo, ahora él y sus colegas lograron demostrarlo, publicando los resultados de su estudio en un artículo en la revista de la Asociación Americana de Psicología 'Evolutionary Behavioral Sciences'.
Los científicos utilizaron todo un conjunto de documentos, incluyendo una base de datos de la mortalidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como las bases de datos pertinentes de la ONU, la CIA y otras instituciones.
Al analizar esta información estadística, los investigadores revelaron que en las sociedades más patriarcales la probabilidad de morir para los hombres es un 31% más alta que en las sociedades, donde las mujeres y los hombres tienen los mismos derechos.
Al mismo tiempo, esta tendencia tiene lugar tanto en los países con alto nivel de vida, como en los que están en vías de desarrollo.
La gente muere por razones diferentes: causas externas (tales como accidentes de tránsito, violencia, suicidio, etc.) y causas internas (cáncer, ataque al corazón, infección). Sin embargo, según descubrieron los científicos, la mortalidad masculina en las sociedades patriarcales es mayor que en las comunidades con igualdad de género.
Además, si la tasa de mortalidad masculina a causa de enfermedades en las comunidades patriarcales es solo un 20% más alta que en las sociedades con igualdad de género, el mismo índice por causas externas se diferencia por más del doble.
Según el profesor Kruger, este hecho se debe a que cuando un hombre "tiene el poder sobre la mujer", él en competencia con otros hombres comienza a aplicar un comportamiento más arriesgado que puede provocar su muerte. Al mismo tiempo, esta conducta se convierte en un hábito y se mantiene en los casos cuando no existe lucha por la atención de una mujer.